Por Dianelis Diéguez
Leo el artículo de Bernardo Orellana en el Portal Cubaescena y siento inmediatamente que debemos hablar de las omisiones, los silencios, lo no dicho o lo mal dicho.
Primero: Me gustaría decirte Bernardo que no somos el colectivo Las Impuras, aunque nos encantan las impurezas. Somos el Laboratorio Escénico de Experimentación Social (LEES), una plataforma de trabajo, un espacio interactivo que desde el terreno de las artes vivas convoca a creadores emergentes a explorar acciones de cruce transdisciplinar entre ciencia, arte y comunidad desde profundas investigaciones sociestéticas. Impuras: unidad de contagio, fue el llamado para nuestra Residencia de Creación Inservi que este año tuvo su V edición y que entiende lo impuro como un neologismo poético, porque creemos en la poesía como ese lugar inclasificable, y por tanto ubicamos nuestro lenguaje ahí.
Segundo: Me gustaría recordarte que las Artes Vivas no son una idea, son más allá de una disciplina, un campo en el que se construyen nuevos procesos de pensamiento y creación artística en relación interdisciplinar con otros saberes, que involucra el cuerpo y trabaja siempre desde él. Es un campo donde se rompen las relaciones tradicionales de pasividad con el espectador, y donde las normas artísticas canónicas de la “representación” se quiebran en favor de la construcción de universos más inclusivos, procesuales y sensoriales (Tomado del Proyecto Habitar el gesto, por Karina Pino).
Tercero: Nos encanta que menciones la palabra “viva”, unas 6 veces en tu artículo, de no más de 6 párrafos, es como un Viva por respiración de lectura. Me recordaste una llamada de un funcionario del CNAE, que no un artista, una mañana a mi casa para hablar de una de las acciones de LEES en cuyo diálogo me dijo: «Yo creo que un día ustedes, las chicas del LEES, van a intentar convencerme de que la sinfónica nacional hace arte muerto», y yo solo pude sonreír ante tal disparate. Pero eso, mejor que yo, lo responde Rolf Abderhalden en su artículo ¿Artes Vivas?, en la revista El Heraldo. Te recomiendo a ti Bernardo y también a ese funcionario que busquen el artículo y tengan su respuesta
Cuarto: Tus omisiones sobre nuestra gestión son olímpicas. Se te olvidó decir que nosotros entendemos la gestión como un universo ético y político en el que los contenidos, los equipos de creadores, los espacios, los tiempos, las conexiones van de la mano con nuestras economías y nuestra insistencia en erosionar políticas públicas de repetición vacía y consumidores/ejecutores. Se te olvidó decir que por la experiencia de la residencia, que tú obviamente no conoces, han pasado en un ejercicio de profundo amor y colaboración creadores y gestores como Juan Domínguez (España/Alemania), Jordi Claramonte (España), Adriana Urrea (Colombia), Rubén Ortiz (México), Didier Ruiz (Francia), Jeremie Berneart ( Francia), David Marin (Barcelona, España), Mateo Feijjo (Madrid, España), Martine Dennewald (Alemania), Ilona Goyeneche (Chile, México , Alemania), Camille Barnaud (Francia), Celine Coutable (Canadá) y ahora las CUDS de Chile, Francisco Arrieta (Mexico) y Saeed Pezeshki (Mexico/Colombia) y no voy a mencionar la lista de artistas nacionales porque esto sería interminable.
Quinto: En cuanto a nuestra gestión también omitiste que la Residencia es un profundo ejercicio de escucha del contexto y de conexión de espacios, y entonces olvidaste mencionar que la Residencia como iniciativa ha conectado durante sus cinco ediciones espacios familiares como los hogares de Marta María Ramírez, Kike Álvarez, Linet Hernández, Silvia Jácome, y sus comunidades con otros espacios como Taller Chullima, Fábrica de Arte, Arthaus, la sede de la Alinaza Frnacesa en Prado y espacios urbanos como el Cristo de La Habana, el parque Antonio Maceo, el de Línea y L y ahora el parque Mariana Grajales, y seguro mi memoria deja fuera otros muchos.
Sexto: Cómo entiendes la gestión en el estrecho marco de las finanzas y los apoyos, me gustaría decirte que nuestra gestión para las cinco ediciones de la Residencia tiene un recorrido que va desde el Consejo Nacional de las Artes Escénicas y la casa editorial Tablas-Alarcos de conjunto con el Fondo de Cooperación Cuba-Quebec, el espacio La Serre Arts Vivants, el Instituto Francés, el Instituto Goethe, las embajadas de Noruega, Alemania y Francia en La Habana, así como organismos, universidades y agrupaciones a las que pertenecen los creadores que han llegado a Cuba para estar en la residencia y que muchas veces cubren sus gastos. Esta sería una muy larga lista para estar publicada aquí.
Séptimo: No entendemos bien a qué te refieres con alero institucional. Eso de alero es un poco raro, pero podríamos hacerte una larga historia de cómo ha sido, y es, nuestra relación con la institucionalidad pública en Cuba. Podríamos decirte dónde radican nuestros activimos y también qué creemos de todos los ismos en la cultura, pero eso llevaría una cerveza en mano. Podríamos describirte nuestras conexiones con America Latina, nuestra idea del Sur, nuestro trabajo desde y con las minorías, nuestro entendimiento de las micropoéticas y micropolíticas, pero sería una sesión de años de trabajo, sería la traducción de lo que hemos puesto en ideas, cuerpo, piel y alma.
Por último, me encantó que antes del inicio de tu artículo aparece lo siguiente: «Las jornadas de la residencia tuvieron una amplia participación, fundamentalmente de jóvenes». Y sí, querido Bernardo, somos muches y como han dicho en otros momentos históricos seremos más.
Tomado del perfil en Facebook de Dianelis Diéguez