De como una gran novela reverdece en el teatro de figuras

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Próximas funciones de Aventuras del soldado desconocido: sábado 11 y domingo 12, siempre a las 5:00 pm, en El Arca, Teatro-Museo de Títeres, Ave. del Puerto y Obrapía, Habana Vieja

Por Roberto Pérez León

En El Arca se ha estrenado Aventuras del soldado desconocido, coproducción del Teatro de Títeres La Salamandra y el Grupo Títeres Retablos. Se trata de una puesta en escena de Aventuras del soldado desconocido cubano, la novela inconclusa de Pablo de la Torriente Brau.

El texto es una joya de la literatura nuestra, sus herramientas composicionales hacen de la novela una maniobra narrativa poco usual en la literatura latinoamericana de su época. La reformulación paródica, la voluntad desacralizadora, los emplazamientos de la historia oficial conforman una la extravagante urdimbre literaria a partir de un personaje narrador-testigo que fluye entre la ficción, el testimonio, lo periodístico, lo fantástico, lo quimérico, el humor negro, la marginalidad social, lo callejero, la mordacidad del lenguaje popular. Herramientas todas para una hechura que hace de la novela una tremenda mezcla literaria, sarcástica caricatura artística de Heliodomiro del Sol y sus tribulaciones en la Primera Guerra Mundial.

Este imponente personaje con su desfachatado discurso, ahora titiritero, desde el retablo y como en la novela, nos hace partícipes de un trocito de aquélla Guerra donde lo metieron porque no entró nunca y de la que quiso salirse a golpe de cubaneos y santiaguerismos congueros.  El montaje de teatro de figuras que tiene lugar en El Arca reverdece y extiende el legado literario de la novela de Pablo de La Torriente Brau.

Dos muñecos centran la divertida trama donde Heliodomiro del Sol campea por su respeto mismamente como en la novela, con la diferencia que en el retablo Heliodomiro se desreglamenta con la impar secretaria del registro de combatientes de la Guerra. Alrededor de estos dos muñecos se hila una esmerada composición dramática sin extremos experimentales, pero con la esencialidad de la contemporaneidad que hace de la puesta un espectáculo de mucha riqueza simbólica.

La vanguardia de lo popular, la ilimitada creatividad habitada por la cercanía al kitsch, el chance de llegar a la sensibilidad pulimentada por el pueblo en lo cotidiano y lo debidamente marginal están en estos muñecos con diálogos descaradamente surreales y absurdos que provocan, como en la novela, la risa festiva de lo popular por palabra que raja lo serio y entonces entramos en un mundo de contingencias rabelesianas. Realidad e imaginación, estridencias y disonancias, naturaleza paródica, y todo dentro de un orden humano sostenido por la risa carnavalesca y nada epistémica esa la que carece de un hondo humor como diría Bajtin.

En la puesta anida el humor forjado por una rica y expresiva capacidad de lo lúdico que da lugar a la concreción dramatúrgica. La especificidad de la dramaturgia entre títeres tiene como médula la organicidad vital que se traduce en el movimiento escénico dado por la experiencia, el concepto, el adiestramiento en la operatividad de las figuras en conjunción con los demás sistemas significantes de la puesta en escena. Escribir para muñecos no es una empresa que tenga como patrón la estructura de una pieza de teatro convencional. Hay que tener muy en cuenta las particularidades de la performance de las distintas figuras que en el caso que comentamos se trata de varios tipos de títeres (de guante, de vara, de sombra, de hilos).

Cada tipo de muñeco tiene su propia autonomía mecánica, plástica, técnica. Al mezclar más de un tipo de muñeco hay que considerar la dramaturgia desde el accionar que le corresponde de acuerdo a sus características materiales, todo lo cual agrega un nivel de dificultad al espectáculo.

Este soldado desconocido, en el ámbito de las adaptaciones, versiones o llamémosle como se quiera a las traslaciones escénicas, demuestra cómo hay que coger el toro por los cuernos y no dejar que la creación se nuble por el solipsismo del creador.

Christian Medina es el autor del texto y las variables que emplea, el cómo ha asumido la novela demuestra su certeza dramatúrgica. Aventuras de un soldado desconocido tiene una esmerada composición, organiza paródicamente discursos de especificidad sociocultural con contundente espesor político e ideológico por lo que podemos hablar de teatro documental.

Aventuras de un soldado desconocido es un botón reluciente en el manojo de las nuevas formas del teatro documental donde siempre habrá que recordar a Peter Weiss como padre que heredó de algunos como Karl Kraus (1892-1939), Serguei Tretiakov (1893-1939), Erwin Piscator (1893-1966). Desde ellos el teatro trazó un cauce decididamente de denuncia, de preocupación social a través de una comprometida escritura escénica con objetividad testimonial, con decisión política que informara y confrontara a los espectadores.

Aventuras del soldado desconocido tiene esos propósitos. No abandona una historia reconocible que amenazó la convivencia planetaria en los inicios del siglo XX. La pieza nos plantea un debate, un posicionamiento ideológico, una implicación, una responsabilidad reflexiva. Ahora bien, no renuncia a las recreaciones imaginativas. Ya desde el delicioso programa de mano se nos advierte:

Estimado lector, espectador, metiche fisgón en la historia de mi vida, y bueno, de mi muerte.
Por lo pronto quiero aclararle que no me gusta nada que estos tres titiriteros hayan encontrado la susodicha novela que, para colmo, ni final tiene. Alguna gente va fomentando el vicio de ir hurgando en las vidas ajenas y luego le ponen por nombre teatro documental…

El poder sugestivo del montaje está en la condensación del marco escénico, en la espectacularidad alcanzada por una visualidad de diferentes niveles. La estética de las figuras y la manipulación como vehículos expresivos naturalizan la esencia alegórica de la puesta que tiene certeras tácticas escénicas.

Aventuras del soldado desconocido es un cosmos de hilos, manos y sombras donde Ederlys Rodríguez, Cristian Medina y Mario D. Cárdenas son los autores del contenido ideo-estético. Mario es el responsable del concepto visual. El diseño, la artesanía de las figuras tienen la imagen plástica concebida por este creador escénico. Cada una de las figuras posee un particular desempeño visual que declara el mundo interno, el soplo de vida que las habita y que reconocemos artística y técnicamente.

Ederlys y Christian constituyen el elenco. Y se dice elenco porque semánticamente hay más propiedad en este término que en el de manipuladores de figuras, es que siento ese adjetivo muy estropeado.

Ellos operan las figuras sin ruidosos traspasos actorales. Son dadores de una efectiva presencia escénica de las figuras al alcanzar un ritmo y una espacialidad que hacen de la puesta una obra de arte titiritero.

En cada figura el accionar físico se concreta plásticamente porque Ederlys y Cristian saben la mecánica adecuada y la técnica requerida para hacer posible que los muñecos se conviertan en sujetos proyectados en nuestra imaginación de espectadores. 

Aventuras del soldado desconocido es una realidad transformada artísticamente.

La gestión narrativa tiene el fuego, la precisión de Heliodomiro del Sol que se mete en el tablero de la Historia y como suspendido del tiempo barajea sus porqués razonados y motivados entre plácemes y aversiones. Oigámoslo lo que declara en el programa de mano:

Mi único deseo era arrollar en una conga santiaguera y vivir feliz con mis cinco noviecitas… pero no, tuve terminar en la Primera Guerra Mundial, atormentado eternamente por La Marsellesa. Y ahora cuando quiero descansar en paz con toda la gloria de haber sido declarado el Soldado Desconocido Americano -¡con estatua y todo!-, llegan estos tres zocotrocos con sus muñequitos y su teatrico de cartón a develar que los insignes restos de Arlington son, en verdad, los de un santiaguero de relajo que nunca disparó ni un tiro. Usted va a ver Heliodomiro del Sol como estos tres “pupppeteers” de pacotilla me malean la cosa.

Fotos Buby Bode