En portada: Laura Alonso, Gran Maître y Premio Nacional de Danza, Cuba 2021
¿Cómo construir entre las grietas y subvertir la precariedad desde esta danza que nos va dejando la pandemia? Después de la Covid-19: ¿nueva era para la danza, el arte, la cultura? ¿Qué experiencias y reflexiones te deja esta virtualidad (necesaria)?
Por Noel Bonilla-Chongo
La puesta en acción del Dossier DamasDanza(s) es un convite desde la Cátedra Honorífica Danzar.Cu de la Facultad Arte Danzario de la Universidad de las Artes, a treinta mujeres, parte de esas voces imperdibles de la danza en Cuba y Latinoamérica. Andar, plantar, regar y cosechar desde emergencia creativa que el entorno pandémico nos produce, es ocupación en este momento.
Reclutar a estas treinta voces (cuerpos-voluntades-modos de hacer-alrededor de la danza), solo fue posible desde la pauta mínima, cuasi básica; tres ítems, a modo de improvisación semiestructurada en el espacio de sus elecciones…
Acción que se une a iniciativas y a proyectos muy serios en Cuba y en el mundo. Proyectos que en nuestra Universidad han encontrado cómo vehicular objetivos nobles y necesarios en su relacionamiento con la investigación académica, la creación artística, la gestión y visibilización de nuestros significativos alcances.
DamasDanza(s) posibilita el diálogo entre las cátedras Danzar.Cu y Arte, Género y Mujer; al tiempo que rinde homenaje al camino andado por los proyectos Todas, Palomas y otros similares que hoy, también desde las redefiniciones en sus estrategias de trabajo, se van fundamentando en el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres en Cuba.
DamasDanza(s) sin ser debut temático en el camino de Danzar.Cu ni de los departamentos de la Facultad Arte Danzario, sobre estos asuntos capitales, abre las puertas para seguir sumando nuevas voces a las escrituras por venir.
¡Feliz lectura!
¡Bienvenida!
Les Leo, Les Veo, Les Imagino, Les Disfruto, Les Pienso…
Entonces: como si escuchara a Nina Simone en su incontenible “Ne me quitte pas”, saboreara el Martini Cosmopolitan de Carrie Bradshaw en la mítica Sex and the City o el café matutino de madre Tomasa; a lo Laura Esquivel percibo estar “como agua para chocolate”. Sí, hiervo desde y en mis afectos cual fábula contada en gozosa primera persona. Tal vez, como Martinus Nijhoff en De moeder, de vrouw, fascinantes versos sobre una mujer cantando salmos al timón de un barco, escena que trasluce la reverencia y el amor del poeta holandés a su madre, a la mujer. Quizás sea la lección de El retrato ovalado conque la poetisa cubana Soleida Ríos nos re-establece el trazo parlante de treinta y cinco mujeres nuestras; pero sí, en DamasDanza(s) hay un deseo tácito para traducir (por qué no) la lengua de (mi) nuestro cuerpo
hoy, al interior y también hacia lo externo de esa danza que nos va dejando la pandemia.
De ese cuerpo cartográfico que ahora cede para escuchar el silencio de las palabras. Aquel silencio que simula ser trinchera, jurisdicción, imagen, señal de salvaguarda creada por el mundo en sus narrativas danzantes. Aquí, en las páginas que siguen, habitan los registros de treinta mujeres-voces. Treinta damas de la danza que, en Cuba y otros lares distantes y próximos, hacen de sus territorios de labor (parafraseo a Soleida) como si la lengua se lanzara y regresara tal serpentina, y fuerte como una pedrada rompiera el pecho de quien habla. Y es que hablar una lengua viva, según Luisa Muraro en El dios de las mujeres, no consiste en combinar palabras conforme a reglas establecidas, sino en reinventar siempre combinaciones nuevas y, de este modo, poder presagiar y testificar lo que somos y lo que nos ocurre, lo que nos amarga y lo que nos contenta.
Históricamente la mujer ha sido la gran protagonista en la Danza. Desde sus inicios acentúa su importante papel y pareciera innegable que la danza no escapa de la lucha histórica y global que la mujer, y su inventiva creativa, ha dado en las batallas ganadas por la igualdad de sus derechos. Cuentan que Madame La Fontaine aparece como la primera intérprete femenina, justo en el estreno de Le Triomphe de L’Amour, coreografía de Pierre Beauchamp en 1681. Aun así, la imagen de la donna angélica quedó establecida en Occidente como uno de los arquetipos femeninos más poderosos junto con su opuesto: la femme fatale, especie de “mujer-sombra” para Jung.
Sospecharía que, entre las páginas que conforman el dossier especial de nuestro “Abril en Danza 2021”, confluyen donna angélica & femme fatale, suerte de new’s Beatrice o Laura (la de Petrarca, aquella trasfigurada en ángel al morir prematuramente víctima de la epidemia de peste que aniquiló la Europa del Trecento), solo que, ahora transformadas en malinches, marianas, electras renovadas. Ellas, desde su cuerpo en la danza y su escritura de mujer. A través del lenguaje de su (nuestro) cuerpo al danzar, vivir, trabajar, crear, fraguar, parir, nutrir y hacer frente a los propios límites de un cuerpo (social, cultural, histórico, real y metafórico) que cambia, apuestan por ese alter ego de “bailarina del futuro”.
“Históricamente, somos las guardianas de lo corporal; no debemos abandonar esta guardia, sino identificarla como nuestra, utilizando palabras que no cierren el paso a lo corporal, sino que hablen EN CORPORAL”. Y es en esa escritura, mientras los cuerpos reformulan su escenario límite (el propio y el protésico de nuestras casas), mientras la ciencia corre contra reloj tras la inmunización, mientras las tecnologías se vuelven más vigilantes (necesarias) y el espacio (físico y ficcional) asegura su panel de control decisivo para contener la pandemia; en ese poder escritural, debe la danza volverse zapadora de las actuales circunstancias.
Hoy, la casa se torna el único lugar para resguardar la vida (“¡quédate en casa!”), el presente (¿acaso el futuro?) de nuestros hogares dejó de ser aquel espacio privadamente personal o familiar, justo por la falta de espacio tras el ojo invasor del voyeur (reuniones, charlas, clases en línea, debates, ensayos, fórums, exacerbación del trabajo a distancia virtual), la danza del stay at homme!, se reafirma como lugar de invención y experimentación, plataforma de conexión más sensible y corporalizada con el otre, con los objetos, las palabras, las imágenes y con el conjunto en sí mismo; con el deseo, la escapada, el confinamiento y la
autorresponsabilidad.
Es esta danza, la de las páginas por venir, procuración compartida entre imágenes y palabras, ilusiones y miedos, realidades y esperanzas, en nuestras infinitas especulaciones sobre el mundo posible (y con él la danza) después de este difícil entramado.
Veamos a estas DamasDanza(s) como trozo y emanación de aquel viraje decisivo que mostró, de una vez y para siempre, la cara nueva de la Danza haciéndola “MODERNA”. Cambio impulsado, hace tanto tiempo, por mujeres. Ellas, bailarinas del futuro que crearon, imaginaron, escribieron nuevas maneras de danzar. En esa pluralidad, en sus modos respectivos de ser-en-danza es que agradezco a las mujeres hoy aquí reunidas. Le agradezco el tenerles de vuelta a través de sus palabras e imágenes, y así establecer un puente creativo real y posible al estar conectados, online, virtualmente, face Vs. face.
Es una certeza, la llegada y permanencia de la Covid-19 ha desestabilizado la vida y el día a día en ella. Nuestras ocupaciones profesionales, nuestra subsistencia cotidiana, esperanzas y proyectos, han sido arrastradas por la grieta quejumbrosa de amenazas varias, incluso, situadas más allá de la posibilidad del contagio.
Las preguntas (a lo mejor ya agotadas) que nos motivara el convocarlas, solo son posibles puertos de salida más allá de sus signos interrogantes; se trata de sentirles más próximas, accesibles, ciertas en la nube de sueños, lazos y deseantes redes vinculantes entre nuestras fes creativas y modos de pensar-ser-hacer la danza, entre nosotres, entre estas danzas nuestras; entre las organizaciones y pueblos que nos unen. Tender puentes, ellos nos llevarán invariantemente a la otra orilla.
A los lectores de Danzar.Cu, a nuestros docentes, investigadores y estudiantes, las páginas que siguen, como la mejor de las coreografías, reclaman ser “leídas” en su lógica singular y solo así, poder generar otros puntos de encuentros equidistantes o encontrados, otras consideraciones y reflexiones sobre las prácticas y escrituras de danza en los diversos contextos y campos artísticos, comunales y académicos.
A estas treinta mujeres: bailarinas, coreógrafas, docentes, investigadoras, teóricas, críticas, analistas, consejeras, fotógrafas, pintoras, revisteras, gestoras culturales, feministas y batalladoras sin fin; a ellas y a sus danzas solo les queda el cuerpo para que, con el tiempo, sus lenguas hayan descubierto cómo tramar en movimiento un hacer subjetivo e igualmente subjetivante.
LA VOZ SANA: Gime. Navega. Vuela. Corre. Gira. Salta. Rueda. Ven. Avanza. Llega. Permanece. ¿Quién se atreverá a silenciarlas? Dejemos que sea una de ellas quien mejor nos lo diga:
Es hora de dejar de culpar al virus y mirar que la humanidad moderna, pensada como el tope de la pirámide alimenticia, es el peor virus que nos ha sucedido. Bailar hacia afuera de esa especie y volvernos bailarinas de la transformación es lo que deseo para todas y cada una de nosotras.
Referencias:
1. “La madre, la mujer/o esposa”, en neerlandés.
2. Soleida Ríos y otras, El retrato ovalado. Ediciones UNION, La Habana, 2015.
3. Carl JUNG creó la teoría de los arquetipos, “moldes psíquicos” en que se manifiesta el inconsciente colectivo.
4. Luce Irigaray, El cuerpo a cuerpo con la madre, Barcelona: LaSal, 1985, pp. 14-15.
5. Así concluye su texto la creadora venezolana radicada en San Salvador de Bahía (Brasil) Nirlyn Seijas.
A Laura Alonso (Cuba)
Premio Nacional de Danza 2021. Bailarina, Grand Maître de ballet, Directora del Centro PRODANZA y del Ballet Laura Alonso. Heredera directa de las mejores conquistas de la escuela cubana de ballet. Grandes méritos acompañan su trayectoria, especial seguirá siendo el haber acogido a La joven Guardia, espacio sin fronteras para la creación danzaria cubana.
Los bailarines son atletas de alto rendimiento, por lo que el sudor y la sangre son parte del condimento de nuestro arte que, además, necesita un ojo que mire y critique, valorando este esfuerzo; por lo que las clases on-line son solo un paliativo y ayudan, pero no son la solución. La solución son clases con muy pocas personas y con todas las medidas higiénicas tomadas.
Espero que volvamos al renacimiento de las artes, al igual que Europa tras la peste. Nos espera una difícil recuperación donde el rol de los docentes en todas las ramas, -porque no solo el arte es el que está en peligro-, tiene que ser agresivo y donde no se puede escatimar esfuerzos para lograr rescatar y superar lo antes logrado.
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