Por Noel Bonilla-Chongo
“El artista escénico pone el cuerpo donde encuentra fisuras…”
María Sánchez Portillo y Alberto Lomnitz
“Poner el cuerpo”, en revista NEXOS. Enero, 2021
Cuando se dice “CUERPO” pensamos en la parte física de un ser, también en su apariencia, en su salud o en su quebranto. De manera rápida y elemental, referimos que se compone de cabeza, tronco y extremidades. También pensamos en otros cuerpos posibles (y hasta imposibles), incluso, más allá de las funciones, mecanismos y morfologías del primero. De esas nociones se derivan cercanías y distancias en la gran cartografía corpórea de tantas concepciones diseminadas. Y en esas disgregaciones o, dicho de otro modo, entre el cuerpo de naturaleza divina y el cuerpo de naturaleza física, el cuerpo (corpus / körper / corpo / body / ara / corps), es un imborrable centro de confluencias. Aquellas que lo han marcado por fuerzas de múltiples trayectorias y que han trazado las formas de entenderlo, clasificarlo, jerarquizarlo o anularlo en todas direcciones a través del tiempo y los itinerarios humanos (y divinos).
Ahora, cualquier aproximación liada a las concepciones del cuerpo y lo corporal no dejan de reconocer la historia de las ideas filosóficas que han venido sustentando enfoques importantes con respecto al cuerpo en tanto objeto de estudio, reconocimiento que ha demandado la entrada en las escuelas o corrientes que han hecho alusión al tema desde el campo de la filosofía (sobre eso se ha hablado y escrito mucho, seguiremos haciéndolo en lo sucesivo. Aun así, volver al cuerpo hoy (con interés en el danzante) no puede escapar de la cosmografía de la diversidad, los giros y las vueltas, de aquello que une y separa las fragmentaciones conceptuales, creacionales, teóricas, ocupacionales, argumentativas y hasta quiméricas que bojean hoy por hoy la práctica corporal diversa de la danza, el teatro y sus inherentes concepciones de lo escénico.
Ante ese espacio de complejas delimitaciones físico-naturales, conceptuales, filosóficas y artísticas, justamente cuando el encierro pandémico desesperaba aún más el aconsejado aquietamiento y la anunciada reapertura de fronteras seguía prorrogándose en el tiempo, vivir la virtualidad nos haría re-dinamizar otros modos más vigorosos de entrecruzarnos, aun distantes. Y aquel cuerpo de carne que en su endógeno soliloquio se asfixiaba por excesos webs, clamará por el contacto, la respiración cercana, el fluir de fluidos, la escucha contigua; correspondería redimensionar la inventiva de regresar sobre aquello que es nuestra única propiedad: EL CUERPO. Así, vendría la convocatoria para estructurar una serie de conversaciones, disertaciones y apuestas para seguir insistiendo en las correspondencias entre Cuerpo y Danza como dimensión espacial para la nueva (re)conexión desde las estaciones que nos posibilita Cubaescena.
Movido por las redes tejidas durante el impasse pandémico en 2020 y 2021, de los continuos intercambios con el creador, gestor e investigador ecuatoriano Christian Omar Masabanda desde su muro personal de Facebook y con su activísima página “Anatomía para el Movimiento / Espacio-Cuerpo y Movimiento”, o con la maestra mexicana Hilda Islas desde “Conversaciones sobre prácticas dancísticas”, entre otros muchos sitios; me fui acercando a creadoras y creadores, académicos, docentes, estudiosos e interesados en las prácticas de las llamadas “artes del cuerpo”. Y, el cuerpo retornó, esta vez, tras aprendizajes, balances y salta de cuentas, como única posesión para el que “nada” poseía (cuerpos distantes, aislados, agonizados), y todavía cuando los “nuevos” cuerpos se ingenian imaginarios culturales construidos muy a pesar de todo: fugas, regresos, renuncias, reinvenciones, muertes, constituirá el cuerpo en sí mismo, un acto de pertenencia de mayor envergadura. Cuando el artista penetra su cuerpo reconquistado, encontrará en él la energía de todos sus valores culturales acumulados.
Entre las variadas lecturas compartidas durante este tiempo de encierro, me encontré con el artículo “Sobre perder la forma humana /Parte 1” en la revista Hiedra. En él, la pedagoga, bailarina y creadora escénica chilena Chery Matus se preguntaba ¿cuándo la danza va a hablar desde el cuerpo? Y se refería al cuerpo-carne, con órganos, memorias, cicatrices, huellas, fluidos. Se cuestionaba ¿por qué la disciplina (danza) que trabaja con el cuerpo no habla desde el cuerpo, de lo que le pasa a un cuerpo, y sigue hablando del lenguaje y los tecnicismos? Entonces, recordaba las sostenidas discusiones que, al interior de las reuniones con colegas docentes, artistas y especialistas de danza en Cuba, hemos sostenido por mucho tiempo. Esas relaciones que se establecen (más allá de lo inmediato, evidente e indiscutible) entre cuerpo danzante y práctica de la danza, continúa poniendo en jaque nuestras visiones, criterios, antojos y ocupaciones en torno a la práctica, enseñanza, teorización, historización o gestión de la danza. Entonces, no es ocioso ni de vaga pretensión intelectual seguir pre/ocupándonos e instrumentando acciones que propicien la producción de conocimientos en, sobre y desde la danza, el teatro y sus modulaciones escénicas.
Con “Cuerpo & Danza”, ideado antes de que las fronteras reabrieran en 2021, procuramos dar aforo a más de cuarenta y cinco voces de distintos lares y ocupaciones. Ellas, ellos, elles, nos hablan del “cuerpo” y desde el lugar de sus escogencias a pesar de la pauta dada. Hay quienes sitúan al cuerpo como foco específico de reflexión, de conceptualización y con visible claridad epistemológica. Hay quienes lo emplazan como (“el”) soporte ejemplar de sus experiencias. Hay quienes, siendo individualmente íntimos, sistematizan comprensiones sobre el cuerpo y lo corporal a partir de las cuales, de modo abierto o sugerido, pudieran generarse lineamientos investigativos, pedagógicos, curriculares, creacionales, incluso, de incidencia sobre ciertas prácticas sociales y comunitarias. Hay quienes, como es el caso de la bailarina, maestra e investigadora argentina Roxana Galand, al proponer una “visión integrada del cuerpo, las fuerzas, la danza, como campos de acceso al conocimiento para el desarrollo humanx”, sedujo mi atención para intencionar las preguntas del dossier que ahora compartimos. Roxana en “¿Qué es el cuerpo para mí?” (https://naturalezadelafuerza.org/post-1-perder-lo-perdido), respondía su propia pregunta. Nos pareció que la sostenibilidad de las argumentaciones sería un posible camino efectivo y viable para conducirnos. Rápidamente entramos en contacto con ella vía Messenger y WhatsApp; entusiasmada accede al intercambio y de su pregunta, emergería la nuestra: “¿Qué es el cuerpo para ti?, opening, provocación invitante para todas y todos. Y es que todo lo que hagamos deberá ser intencionada acción pensante; en el hacer sin pensamiento (acaso, ¿será posible?) se corre el riesgo de convertirnos en seres heterónomos subyugados por cavilaciones ajenas. La historia y teoría de la danza se hace, en primera instancia, desde el obrar de sus protagonistas. Desde la voluntad interior, primaria, personal de “poner el cuerpo” en responsabilidad con cuanto nos envuelve.
Es“Cuerpo & Danza” gratitud total a quienes acudieron al llamado (incluso, para quienes no lo hicieron. Es testimonio de lo mucho que vale el buen hacer personal siempre que se fragüe como vocación de convivio, de goce personal/profesional, como sangre y carne transcurrida de “lo privado” que se vuelve expuesta de “lo público”; es atreverse, como apuntara Hannah Arendt, a insertar el propio yo en el mundo. Entonces, a pesar de esa danza que nos ha quitado la pandemia, con el dolor que implica la partida de los cuerpos arrebatados y con el deseo de sembrar nuevos horizontes, quieren los intercambios que siguen, ser invitación permanente para “poner el cuerpo” como juego infinito de su ser en presencia contenidas en nuestros cuerpos y cuerpas parlantes.
La publicación del dossier especial Cuerpo & Danza es resultado del convite e intercambio fraguado con más de cuarenta y cinco voces, de diferentes perfiles ocupacionales alrededor del cuerpo y sus diversas prácticas, en Cuba y otros países. Criterios imperdibles para armar nuestra lectura a partir de cómo “poner el cuerpo” después de tanto bregar de él como vehículo de expresión en las artes vivas, como material de producción cultural.
Creadoras y creadores de la danza y el teatro; médicos, docentes universitarios, críticos de arte, de danza, teatrólogos, titiriteros, kinesiólogos, rehabilitadores físicos, fotógrafos, músicos, hip hopers, académicos, dramaturgos, poetas, lingüistas, cirujanos, semiólogos, folcloristas, maîtres de ballet, antropólogos, transformistas, maniquíes de pasarela, artistas callejeros, trabajadoras del sexo, acróbatas, intérpretes de lenguaje de señas, cineastas, videastas, patólogos y más, fueron convocadas y convocados. No siempre respondieron, pero una muestra de fiar integra, cual volumen de reflexión coral, el dossier especial.
Cuerpo & Danza, quizás en apariencia temática pudiera pensarse que es dupla retórica, pero no lo es. En principio, constituye una invitación para seguir pensando cómo la danza, el teatro, lo escénico, hablan y tratan al cuerpo (en/de carne) en sus tránsitos de lo privado a lo público, como corporeidad humana de estar en el mundo. También como metáfora cultural, gremial, signo identitario, como tantas cosas y más, expandidas en su liminalidad e hibridaciones. Eh ahí, algunas citaciones, a modo de interludios, de Jean-Luc Nancy y sus 58 Indicios sobre el cuerpo.
El cuerpo puede volverse hablante, pensante, soñante,
imaginante. Todo el tiempo siente algo. Siente todo lo que
es corporal. Siente las pieles y las piedras, los metales, las
hierbas, las aguas y las llamas. No para de sentir.
Jean-Luc Nancy. No. 12, de 58 Indicios sobre el cuerpo
Foto de portada: Babel 2.0 de María Rovira por Acosta Danza. Foto Buby Bode.