Oleg Popov, uno de los payasos que ha sido referencia para muchas generaciones en todo el mundo.
Con referentes paradigmáticos en el mundo y en Cuba, como los célebres Charles Chaplin, el ruso Oleg Popov, y el inolvidable Trompo Loco encarnado por Erdwin Fernández, el arte del payaso ha sabido emocionar a generaciones durante siglos.
Para nadie es secreto que en el ámbito internacional, este género cedió a imperativos económicos en manos de seudoartistas. Triste fue su historia, por ejemplo, en la última década de la pasada centuria y principios de la presente.
Según el crítico Omar Valiño, en Cuba cualquiera que anima un cumpleaños y se hace llamar payaso porque asume un vestuario que lo coloca en esa condición, no es un payaso.
Por su parte, algunos artistas reconocen que esta tendencia se propagó mucho en la comercialización del arte del clown en fiestas de cumpleaños, donde se pone el dinero antes que el arte.
Para Ernesto Parra, director de Teatro Tuyo, grupo de referencia para el arte del clown en Cuba, el payaso en nuestro país y en otras partes del mundo estaba relegado al puro entretenimiento, como animaciones de fiestas y otros espacios, que si bien es cierto que estos lugares cuentan con las animaciones de artistas vestidos de payasos, justamente no es el espacio idóneo donde se pueda desarrollar este arte con una tradición milenaria.
Sin embargo, hoy la realidad se torna diferentes y empeños gestados a través de las estrategias concebidas desde el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, se unen a la materialización de un proyecto nacido hace dos décadas en el Balcón del Oriente Cubano. Se comenzó así a marcar la diferencia, y a lograr la historia que ahora presenta halagüeños matices.
Omar Valiño afirma: “La diferencia está hoy en que más de veinte años después hay un movimiento profesional de payasos, que tiene un punto neurálgico en Las Tunas con Teatro Tuyo, que verdaderamente podemos apreciar a payasos cubanos con una altura estética y artística notable. Y en el caso de Las Tunas hay que subrayar que se trata de la nariz roja del clown cubano”.
Ernesto Parra considera que el acompañamiento del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, de la Asociación Hermanos Saíz, la Uneac, han puesto en su sitio el arte del clown a partir de valorizarlo. La apertura de la Escuela Nacional de Clown permite darle un marco académico.
Parra, también líder artístico del Taller Internacional de Payasos, explica:
“El futuro del clown en Cuba es muy esperanzador, porque el presente ya lo es. El artista considera que la asistencia al Taller se consolida en el Balcón del Oriente Cubano, de estudiantes de la Escuela Nacional de Arte, de las diferentes academias de teatro, de estudiantes de la Universidad de las Artes y sus profesores, los miembros de la Brigada José Martí, integrantes de la Asociación Hermanos Saíz, actores profesionales, y el acompañamiento de gente muy valiosa en Latinoamérica que llegan hasta Las Tunas, hace que esté renaciendo el arte del payaso pero desde la conciencia de que es un arte donde los actores entrenan, investigan, producen espectáculos desde una dramaturgia, que tiene a partir de la risa del humor, solo como medio nunca como fin, la forma de llegar a la trasmisión de valores importantes para los seres humanos”.
Sobre las potencialidades de un arte legendario, concebido solo en apariencia para hacer reír pues esencialmente propicia la emoción y el acto reflexivo en el espectador, se hablará en próximas emisiones de este espacio.
Versión del reportaje de la periodista Anybis Labarta para el Noticiero Cultural de la Televisión Cubana, del 16 de marzo de 2020.
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