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Carlos Rojas: Confesiones en primera persona

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Por Alexis Stiven Salina

Carlos Rojas es un escritor y crítico de arte escénicas que ha compartido sus saberes y conocimientos por gran parte de Latinoamérica, del Caribe y del mundo. De origen venezolano, radicado en este momento en la República Dominicana, trasciende las fronteras territoriales para ostentar con sus escritos las diferentes manifestaciones y realidades artísticas del quehacer escénico. Su creación literaria va desde la ficción hasta la investigación teatral, escritura que le ha permitido formular una visión del teatro contemporáneo y visibilizar procesos creativos de todo tipo.

Cursó estudios en la Universidad Nacional Experimental de las Artes (UNEARTE) de Caracas (Venezuela) donde se licenció de Gerencia Teatral. Estudió cine y fue docente académico en una Licenciatura en Actuación para teatro, televisión y cine en el (IMICH) en Michoacán (México).

En distintas ocasiones ha ofrecido clases magistrales, conversatorios, talleres sobre análisis y crítica teatral en países como Alemania, Argentina, Colombia, Cuba, República Dominicana, Estados Unidos, México y Venezuela. En la actualidad, es asesor y miembro activo del Comité Organizador del Encuentro Internacional de Teatro Alternativas e Investigación (EITAI) en Querétaro, México.

Ha participado en más de 40 festivales internacionales de teatro, ostenta con sus publicaciones en el Diario Listín de Dominicana; en las revistas Paso de Gato de México; en ARTEZ periódico digital de las artes escénicas y visuales de España y en las revistas Conjunto y Tablas de Cuba.

Actualmente, prepara una compilación de 24 años de crítica teatral en un libro bautizado como La Suma de todas las críticas a publicarse en Amazon. Pero dejemos que sea el mismo crítico teatral quien nos cuente quién es realmente, cómo han sido sus procesos creativos y, al mismo tiempo, nos ayude a entender que hace único a este creador.

¿Por qué decides salir de tu país de origen?

El país estaba transitando por momentos políticos y lo seguirá haciendo por muchos años más. He estado fuera mucho tiempo. Nunca he negado que soy venezolano, pero mi ciudadanía está en los cielos, he vivido en un viaje constante desde que tenía 22, ya cuento con 50 años. Quiero seguir el recorrido hasta que Dios me lo permita.

No soy parte de ninguna etnia, secta ni partido político. No puedo juzgar a los venezolanos, porque no sé cómo es vivir allá. No sé lo que es ser verdaderamente venezolano en el día a día, porque el autoexilio te estigmatiza, te aleja de la vida normal y cambia tu manera de pensar y de vivir.

¿Qué buscabas cuando emigraste de Venezuela a República Dominicana?

¿La verdad? Estaba asfixiado con la ciudad de Caracas. Necesitaba respirar nuevos aires. Precisaba un cambio radical. Ese cambio que he venido demostrando desde hace unos años para acá, no solo con el surgir y empoderamiento creativo que muestran mis nuevos proyectos, con mis recientes amistades o las distintas formas que sigo asimilando de descodificar la «realidad».

Primer acto. Transferir conocimientos

¿En qué momento descubriste tu vocación por la docencia y la enseñanza?

No sabía que la tenía. En todos estos años he estado convencido de que debemos seguir transfiriendo los conocimientos y eso sólo lo puedo hacer cuando imparto talleres, clases magistrales o seminarios sobre crítica teatral y cinematográfica. El único momento en que sé en qué debo enseñar, es cuando estoy frente a los estudiantes a la expectativa al igual que lo están ellos de mí.

Por lo tanto, lo que me resulta atractivo de enseñar, es la emoción de la exploración y el misterio que implica. Siempre esperas que te conduzca a algo realmente nuevo, fresco y original. Créeme. Y siempre hay sorpresas.

Descubrí esa satisfacción que procura emanar de darle al público la transferencia de información adecuada gracias al modo de escribir una crítica o una reseña, pero una valoración de criterios no determina la calidad de una puesta en escena. Es mucho más complejo que eso.

¿Cuáles son esas ventajas en el ámbito artístico de poder transferir conocimientos a otros, ya que no todos los artistas están dispuestos a hacerlo y el por qué tú sí?

Me interesa mucho poder compartir los conocimientos que he adquirido en cada experiencia que voy teniendo en los diferentes festivales, conversatorios y encuentros. El acercamiento con los grupos, estudiantes, creadores, es algo muy importante para mí. Ya que me permite mirar adentro y afuera, crecer, obtener una retroalimentación, además de poder radiografiar la obra de manera más concreta, y desde allí, poder abrir un diálogo entre los hacedores, espectadores, críticos, artistas para lograr el convivio como dice mi gran amigo Dubatti.

¿Qué sucede contigo una vez que terminaste la Universidad Nacional Experimental de las Artes (UNEARTE)? ¿Cuál era el siguiente paso en tu vida?

Me encontraba trabajando para un organismo público de cultura. Pero, fui totalmente incapaz de integrarme a un funcionamiento rutinario de cualquier trabajo. Luego, me di cuenta de que, en realidad, no existía y de que yo había nacido en un sitio equivocado.

Encontré, en el teatro y en el cine, un lugar donde podía pensar, vivir, expresarme a mi manera y crear las historias que estaban en mi mente. El teatro y el cine me hicieron parte suyo, y hasta el día de hoy, me acompañan o, mejor dicho, me siguen aceptando como parte de su devenir.

¿Hay alguna obra en particular que quisieras retomar que por alguna razón en especial dejaste olvidada en el camino y ahora deseas volver a ella?

No. Pero recuerdo cuando escribí mi primer artículo sobre cine lo titulé: «Yo veía el cine como un asmático», porque trataba de los recuerdos de mi infancia, no me percaté de que mi enfermedad se había plasmado en las palabras hasta que vi terminado el texto.

En aquel momento, el cine, mis palabras y el padecimiento formaban el mismo vínculo que tenía con el asma y con el cine, pero no me había percatado de eso hasta que hice esa reflexión, hasta que me convertí en público, en lugar de estar en el interior de la pantalla y del escrito.

Has hecho obras teatrales, escribes libros, críticas de teatro y cine, eres cineasta, docente académico, además posees investigaciones cinematográficas y teatrales, estás por publicar un libro de narrativa corta. En fin, ¿cómo te defines dentro de todos estos procesos creativos?

Me defino como un crítico que desea ser cineasta. Creo que todos los críticos dan forma a sus puntos de vista y con esto me refiero a que se reúnan con los creadores para decirles que está logrado y que no.

Eso es parte de la responsabilidad fundamental de la dirección, no tiene que ver con el compromiso de la crítica. A esto hay que añadir todo el proceso de investigación y decodificación teatral.

¿Cómo describes tu propio estilo de escritura?

Yo no sé cuál es mi propio estilo de escritura. Si es que lo tengo o no. Nunca elegí hacer críticas de cine o de teatro, y en cierto modo, sólo empecé a aprender a apreciar técnicamente el cine y el teatro después de haberme convertido en crítico. Todo ha sido un padecimiento desde entonces.

Así que, de alguna manera, lo hice al revés. Llevaba unos años hablando de cine, teatro, danza, música y libros cuando mi amigo el crítico venezolano Carlos Herrera sugirió que me hiciera «especialista de teatro» y me animó a escribir, y antes de saberlo, ya estaba haciendo críticas para varios periódicos, y más tarde, para varias revistas especializadas de diferentes latitudes. Luego comenzaron las invitaciones a los festivales del mundo. Así nació el crítico Carlos Rojas.

¿Cuáles parámetros son importantes para ti a la hora de escribir?

Corregir es escribir. Corrijo mucho. La mayor parte de mis escritos que preservó los reescribí en su totalidad, eran horribles. Nunca me he sentido del todo satisfecho con nada de lo que escribo. Muchas veces, lo que colocó en palabras no es exactamente lo que deseaba inicialmente, rara vez se acerca.

Casi siempre los primeros párrafos terminan borrados y olvidados. A pesar de toda la energía que pongo en cada escrito para hacerlo diferente, al final terminó escribiendo la misma historia de mi vida. Esta vez con el libro que va para Amazon hago una excepción, los que consideré que podrían componer cualquier publicación, volvieron, regresando del olvido y de haber sido descartados.

La escritura te acompaña prácticamente desde el inicio de tu vida: ¿Qué obras escritas por ti recuerdas en tus comienzos dentro de este mundo tan complejo como lo es el oficio del escritor?

Desde los diez años comencé a escribir, leía mucho a esa edad. Esa constancia y permanencia de querer escribir obras o guiones sobre las experiencias que he vivido en carne propia se han mantenido con el pasar del tiempo, todos esos insidiosos presagios de rupturas amorosas e inconstantes cambios creativos que han permeado mi personalidad y carácter durante estos primeros cincuenta años de vida.

Están condensados en el libro que estoy por publicar en Amazon llamado Es increíble…cuando es algo mutuo, son narrativas cortas y otros relatos escritos desde la nostalgia, siento que he comprendido bien mi existencia y quizá hay una necesidad de mí en hablarlas a través de esos relatos, escrituras escénicas o bien sea, mostrarlas con sensatez sobre la pantalla.

¿Qué expectativas tienes sobre la publicación de este libro?

Me siento feliz y las expectativas son inmensas. En junio de 2022, me encontraba algo perdido y desanimado, veníamos de padecer una pandemia y el coronavirus me había molido de la manera más inhumana en tres ocasiones. No sé cómo sobreviví. Dios me resguardó de lo peor. Es increíble, pero aún sigo aquí, gracias a Él.

Comencé compilando algunos de mis escritos, aforismos, cuentos breves. Así le fui dando cuerpo a estas locas ideas de crear un libro de narrativa corta con relatos efímeros escritos desde la nostalgia. También, en aquél momento, estaba tratando desesperadamente de darle un giro a mi vida y mi escritura. No tenía ninguna intención de escribir o publicar un libro como tal, deseaba solo salir de mi comodidad y reencontrarme con las palabras que daban vueltas queriendo saltar de mi cabeza.

Esta es la historia de esa publicación. ¿Lo vas a publicar? ¿Cómo iba hacerlo? ¿Dónde? Muchas preguntas y pocas respuestas, tenía. No sabía nada. No tenía ni la menor idea de lo iba hacer. Es increíble, cuando algo es mutuo…y llega de esta manera. Amanecerá y veremos qué pasa con el libro, que sea lo que Dios quiera.

Segundo acto. Teatro & crítica, una alianza necesaria

¿Por qué escribes críticas?

Hago críticas para descodificar el hecho escénico y es una manera de transferir conocimientos escritos sobre el arte escénico. Si no sé de qué            va una obra de teatro, yo sigo y la leo, reviso todo lo que pueda encontrar de ella; en cambio, si supiera exactamente en qué consiste perdería el interés de escribir sobre ella.

Cuando voy al teatro o al cine dejó que todo me sorprenda, trato de ser un niño y ver todo con una fascinación ingenua, después que salgo de la sala, inmediatamente vuelve el crítico. Esa ha sido una de mis grandes ventajas, tener esa capacidad de desdoblarse del espectador naif y del crítico especializado.

¿Qué es lo que debe decir una crítica teatral?

El arte de la crítica debe ser accesible a todo público, fijar sus bases tanto en el razonamiento como en la sensación que se va a transmitir. Creer que el espectador carece de capacidad crítica o apreciativa. Es una apreciación penosa y nunca se debe subestimar al espectador.

Un crítico teatral que se considere profesional del oficio, posee una mirada especializada del acontecer artístico cuyas armas más poderosas son el disponer de una sólida cultura, de manejar diestramente la racionalidad y multiplicidad de los conceptos, las teorías y poseer una abierta capacidad de pensamiento no empírico con el cual poder edificar esa metodología formal con la que articulará su discurso crítico.

Lo más importante es que el crítico escriba bien, de lo contrario será muy difícil tener una voz propia. Uno de los elementos es el gusto, es diferente de los cambios estéticos y conceptuales. Pero me parece que los jóvenes de hoy tienen una actitud mucho más favorable hacia las obras de teatro o a las películas de las que yo solía tener, lo que, es una muy buena señal. Al menos, eso quiero creer.

¿Por qué todos le temen a la crítica?

Quizás estas y otras preguntas ayudarían a definir lo que es el crítico teatral, sus funciones, lo que debe decir una apreciación de juicios valorativos y esa tentativa relación con cada una de las partes que constituyen lo teatral.

Si bien es cierto que algunas apreciaciones respetan las posturas y opiniones del crítico de teatro, es porque este ha sabido asumir su postura con algo más que un simple subjetivismo personal, es decir, que la práctica reflexivo-analítica no se limita a convertirse en algo para ser difundido sólo en un medio impreso o digital, pero no es para temerle a la crítica. El crítico debería ser un aliado en los procesos creativos y no un enemigo público de los creadores.

¿En qué país de los muchos que has estado en América Latina han puesto en el lugar correcto la práctica de la crítica?

Estoy convencido de no tener la respuesta y que la misma tampoco surgirá del marco de discusiones de estos encuentros. En todo caso, el problema de definición de lo que es la crítica teatral o cual es lugar correcto que merece no es lo contingente a ser discutido. Creo que el problema radica en discernir las ataduras y desvinculaciones del crítico frente al desarrollo del teatro como tal.

En este momento, el lugar correcto que merece la crítica, es que todos debemos comenzar desde cero en el ámbito teatral. La situación de la crítica de teatro actualmente, podría calificarse de fragmentada y empoderada de compromisos que la relacionan y la desligan de una verdadera relación de ser justos con el papel de mediadores reflexivos del acontecer teatral y de sus creadores.

En consecuencia, la labor del crítico de teatro no puede ni debe imponerse a lo anecdótico de ciertas situaciones, a manipular sus observaciones y reflexiones de acuerdo a sus gustos personales y, menos que nada, el sentirse con la máxima autoridad de una verdad y una objetividad que siempre será susceptible de ser discutible.

Aunque existen muchos referentes de la crítica a nivel mundial y en la historia, me gustaría escuchar: ¿Por qué es importante la crítica en la actualidad para ti?

Esta sencilla, pero contundente formulación de cómo podría ser entendido la figura del crítico teatral en la actualidad y lo que implícitamente debería representar su accionar reflexivo frente al hecho teatral en sus más diversas posibilidades hace que, por un lado, algunos se pregunten si tal definición es lo suficientemente válida como para permitirse que esta figura calificada como «crítico de arte», la cual por razones desconocidas se ha mantenido alejada del proceso creador teatral.

La práctica de una nueva, vital y menos mortal crítica es la que se conjugue no como sencillo espectador de un trabajo teatral al que debe juzgar sino es un co-creador que es capaz de apoyar, publicar, fortalecer, dinamizar, motivarse a difundir todos aquellos aspectos que el trabajo del teatrista expone tras el hecho de su hacer sobre y tras la escena en la actualidad.

Hablemos de esa extraña relación de estar seducido por la escritura de ficción más que de la escritura crítica.

Amo con extravagancia a ambas. Me enamoré desde muy joven de la narrativa de ficción, ya tengo cuarenta años de amores. Mi interés principal por escribir críticas vino después y es porque deseo trasmitir los conocimientos que están en mí desde que era un adolescente. Amo el cine y también amo al teatro, por semejante razón decidí escribir críticas cinematográficas.

Luego, tiempo después tuve un affaire con la crítica teatral que ha perdurado hasta la actualidad, ya son 24 años coqueteando con ella y dando puntos de vista. Son dos tipos de escrituras muy diferentes. Escribir críticas tiene sus medidas técnicas muy marcadas que podrían ser limitantes a la hora de escribir este género literario. En cambio, cuando escribes narrativa gozas de mayor libertad.

¿Qué pasa con el teatro actualmente en el mundo?

Para responder con un grado de responsabilidad y una panorámica lo más asertiva y amplia posible es necesario enfatizar que la situación del teatro en su conjunto es de cambio continuo.

Cambio porque busca estructurar nuevas respuestas creativas a lo que la realidad socio cultural, sociopolítica y socioeconómica que transversal a un país como lo es República Dominicana que muestra una escena bien interesante, si bien no cuenta con una larga tradición escénica equiparable al mundo anglosajón, eurocéntrico o, de lo que se exhibe como capacidad de producción (dramática, comercial y espectacular) visible en capitales como Nueva York, Londres, Caracas, Ciudad de México, Sao Paulo, Buenos Aires o Bogotá.

Entonces, el teatro en los próximos treinta años deberá tomar cada día más atención no a las propuestas teatrales o a las producciones copiadas de Europa o de Estados Unidos, sino al reforzamiento de los valores y estéticas más latinoamericanas y caribeñas. Otra responsabilidad que está fuera del alcance de los críticos especializados, pero que debemos asumirla como nuestra. La otra, es posterior, pero convoca una postura reflexiva capaz de validar a la primera si y sólo sí la decodifica y revaloriza en función de elementos históricos y culturales muy precisos. Mirar hacia nosotros. Apostar por lo nuestro.

¿Cómo debería ser el comportamiento ético del teatro como fenómeno cultural en Latinoamérica y en el Caribe en comparación con el resto del mundo?

Sin duda, debería tener un nuevo comportamiento ético en su práctica y una nueva honestidad en su capacidad de asumir el reto de ser ese fenómeno cultural que debe dar por lo menos, respuestas lo más «objetivas» y sin recargos pasionales a quien efectúa la dinámica creadora.

El teatro deberá ser dinámico, renovado de compromiso, de teatralidad, de corresponsabilidad, de factor aglutinante en pro de un mejor teatro y, sobre todo, de convertirse en agente efectivo (hasta donde sea posible) de saber comprender, analizar, relacionar, conceptualizar y crear vínculos con la memoria lo que el teatro ha hecho, está haciendo y hará a futuro. Somos un continente y una sociedad que debe ser entendida como un todo y ese todo es bien complejo, el comportamiento ético del teatro es ayudar a que estos factores y dinámicas lleguen de forma transparente a una colectividad que día a día espera espacios de reflexión acordes, respetuosos y dignos para el crecimiento del arte teatral de este siglo en Latinoamérica y por ende, del mundo.

Un epílogo inesperado. Ya son 50

¿Cómo ha sido tu experiencia con la narrativa de ficción?

El arte de escribir no es fácil; no lo es para quienes lo realizan, producen, escriben y exigen al público que esté dispuesto a aportar algo de la energía y lucidez que sus creadores han volcado en él. Para mí, la narrativa de ficción es   una metáfora de todos los demás aspectos de la vida: Dios, la política, la moralidad, la espiritualidad, la sociedad y la familia. Todo está allí. Así que, básicamente, hago narrativa desde mi punto de vista para aprender más cosas sobre la vida misma, el teatro, el cine, la danza, la música, la literatura, la crítica, pero no para decir algo, porque no sabría qué decir.

¿Cuál es el legado que deseas dejarle a las nuevas generaciones, aparte del que ya has hecho con tu obra escrita?

No lo sé aún. No había pensado en eso. Primero, le doy gracias a Dios que puedo levantarme todos los días y que exista en mí un lado joven que me motive a experimentar, confrontar y seguir escribiendo nuevas cosas. No para creerme él que más sabe, sino para tomar conciencia de todo lo que me falta por aprender.

Creo que esto contribuye a definir mi oficio de escritor y cineasta independiente, y al final, es lo que más me importa en esta vida. Muchos han visto y conocen solo mi faceta de escritor, crítico y no como realizador de cine.

A pesar de tu recorrido profesional que es bien extenso: ¿Sientes qué hay algo que te haya costado mucho trabajo?

No sabía que era bien extenso. Todo en la vida cuesta, tiene un costo y, a veces, muchos sacrificios. Soy consciente de que el tiempo pasa muy rápido. Trabajo en eso. Estoy escribiendo el guion de mi ópera prima, pero no puedo hablar mucho de eso, ahora. Es un proceso lento y requiere tiempo.

¿Cuáles son esas contradicciones del Carlos que tenía 20-30-40 al Rojas de ahora con 50 años?

He cambiado mucho. Cuando tenía 20 vivía buscando siempre un nuevo corazón para amar y una constante simpatía para agradarle a los demás. No imaginaba la existencia de otra forma.

Llegando a los 30, la muerte hizo de las suyas, me devastó llevándose a la abuela Chiquin. Deseé morir, pero Dios me alentó a seguir. Comencé a buscar un sentido distinto a la vida. Aún sigo en eso…

Aterrizando a los 40, la vida es dura, a veces cruel; es una sucesión de penumbras y ascensiones a la luz celestial brillante. A pesar de todo siempre hay que vivir, aprender, soñar, existir y seguir. Siempre debemos continuar.

En 2024 cumplí 50 en el mes de julio, sí, medio siglo vivido y bien bailado. Y, a pesar de algunas certezas, aún me sigo preguntando: ¿Qué hago aquí?

Tú que lees esto, ¿también te preguntas lo mismo? ¿O la pregunta se trata solo de mi tendencia a retorcerme por las dudas? Digo. No lo sé. Últimamente divago mucho.

¿Cómo ha sido tu evolución espiritual?

Mi evolución espiritual ha sido abismal. De la tierra al cielo…Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; más cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.

Ahora nos vemos por espejo, oscuramente; más entonces nos veremos cara a cara. Ahora me conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Imagínate que he vivido medio siglo. Ha pasado de todo.

¿Qué le queda a Rojas por hacer en esta vida?

Me falta mucho por hacer. Nunca es suficiente para mí. Quiero llevar la palabra de Dios por el mundo. Soy deudor de ella. Ser un embajador de Cristo. No hay otra cosa que me interese más en este momento.

La vida es muy corta para vivir pensando en tonterías y menos en darle importancia al qué dirán los demás. Que hablen, que digan lo que quieran, si siempre van a hacerlo.

He cumplido varios sueños, pero aún me faltan otros muchos más por realizar. A estas alturas de mi existencia no me vale nada lo que digan. Todo lo que soy, se lo implico a Dios. No le debo nada a nadie, menos a ningún hombre. Todo me lo he ganado a pulso.

Deseo contar tantas historias y hacer muchas películas como sea posible sin importar el formato.  Al final de cuentas, el cine es eso, nada más que eso, contar historias. Ya sean cortas o largas. ¡Y todavía hay tantas películas que quiero hacer!

¿Qué proyectos tienes entre manos para el futuro inmediato?

Hay varios proyectos que están esperando la luz verde para concretarse, otros están en papel, otros más están en mi cabeza. Muchos. Hace poco terminé de escribir un guion para un largometraje, totalmente ambientado a principio de siglo cuando apenas comenzaba la era Trujillo, se llama El miedo de todos. También está Un día a la vez, cortometraje de transición como le digo. Es un nuevo proyecto que estamos por hacer mientras llega la ópera prima.

¿Qué es lo que más satisfacción te ha dado en todo este recorrido que has vivido?

Ver la gloria de Dios en cada día de mi existencia, esa es mi mayor satisfacción.