Artemisa, Cuba.- Cuando los artistas son buenos, cuando prima el talento, no importan los lindes geográficos. Dejan de ser de un terruño para asumir la pertenencia general del respetable y ni la muerte los salva de ese conjuro. Ese es el caso del Luis Mariano Carbonell Pullés, el acuarelista de la poesía antillana, que a cien años de llegar a Cuba por Santiago tiene festejo en la isla toda que se resigna a su ausencia.
Santiago de Cuba ensanchó su regazo hasta Caimito, la villa verde de Artemisa, donde las palmas alabaron la evocación del maestro. La Compañía de Espectáculos NC Dance subió a las tablas la propuesta Acuarela en movimiento y se hizo acompañar por el escritor y periodista Reinier del Pino Cejas, en un maridaje del que resultó una agradable velada, presentación digna del homenajeado.
Para la ocasión se llevó a escena una versión coreográfica de La Rumba, de José Zacarías Tallet, interpretada por Carbonell, con el acompañamiento de Los Papines. Se escucharon fragmentos de entrevistas al maestro y se le disfrutó en el mítico Iré a Santiago, de Federico García Lorca a dueto con el Orfeón Santiago.
La intención del discurso, la visualidad en la escena, el mensaje de gratitud y la defensa de su estilo criollo y singular aderezaron la propuesta. El público de Caimito disfrutó de las coreografías Danza Caleña, Patakí, Si me pudieras querer, entre otras que hablaron del negro, de la cubanía, del respeto a la tradición, de la defensa de la identidad nacional.
Del Pino Cejas debutó con la interpretación de sus Estampas que llegaron tarde, concebidas como un homenaje que recrea la manea de hacer del acuarelista y aborda temas de la contemporaneidad. El empoderamiento de la mujer y la lucha contra la discriminación por el color de la piel formaron parte del guión, hilado con experticia desde el primer sonido, como una obra dramática en la que el maestro centenario fue el indiscutible protagonista.
La fusión danza-poesía se validó sin dificultad ante un público acostumbrado al talento de los bailarines locales, parte indisoluble de la identidad escénica artemiseña. No faltaron el humor, la sugerencia, la reflexión y la ironía.
Acuarela en movimiento fue un espectáculo con economía escenográfica, donde se priorizó la carga simbólica del homenajeado. Una experiencia sublime sin dejar de ser popular, para un pueblo culto y conocedor que abandonó el cine agradecido de sus artistas y de Luis.
Un valor agregado de Acuarela en movimiento fue el cierre, momento de particular emoción para el terruño. El maestro y coreógrafo Jonnie Osvaldo Martínez Nieves, director de NC Dance y del espectáculo, recibió el carnet que lo acredita como miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Una condición que agradeció le fuese otorgada en un espectáculo concebido para una figura que encierra en sí los conceptos de vanguardia artística y de artista de pueblo.
El binomio NC Dance-Reinier del Pino no solo reclamó con su propuesta la pertenencia plural del acuarelista, también demostró que su legado es permanente, que su obra no está muerta ni detenida en el tiempo. Acuarela en movimiento develó ante su público que Luis Carbonell dibujaba, con su decir histriónico y su cuidada ejecución, la poesía antillana, pero las acuarelas que usaba en el proceso, las herramientas para construir ese personaje de muchos rostros y voces que lo trasciende, son la esencia misma de la cubanía.
Redacción Cubaescena
Foto de portada: cortesía de NC Dance