Abril-en-Danza 2021: ¿datos convertidos en conocimiento?

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Por Noel Bonilla-Chongo

La danza no puede ser sólo una cosa (…) es secuencia de deslices y escaladas,

es contracción, respiración y sonrisa, placer, guiño, dolor y jadeo,

salto y caída, paso, pulso y pirueta, carrera, zancada, elevación,

giro y descenso, avance, retorno, enraizamiento y estabilidad fugaz…

lejos del equilibrio, porque el equilibrio deviene en estatismo y la danza es y requiere movimiento.

Lizárraga

Hace ya algún tiempo que se viene hablando del pasado 2020 como “año cero” de una nueva era para la danza, el arte y la cultura. Hoy, 2021, parecería que ese vaticinio continuara gravitando en el día a día de un mundo aún en progresiva mutación. Escapadas, migraciones, desasosiegos, sigilo, muertes; al punto de trocar el orden civilizador de las cosas y las nociones organizativas de nuestras prácticas artísticas, de nuestros actos de vida. Hoy, más que nunca, debe la danza ser invitación al amor y permanencia de nuestra especie. Es ahí, donde la franja del confinamiento a que nos ha arrastrado la Covid-19 y sus dejaciones, ha venido para hacer de este abril-en-danza, una suerte generativa de los “datos” en conocimiento. Y sí, me refiero en este punto, a los datos (móviles) que garantizan el estar conectados, online, habitar la net y el cyberspace como tribuna expositiva y de encuentros.

Y sí, ante esta invariante realidad (acaso, ¿circunstancial tabla de salvación?), ante las pluralidades y repetidas maneras de presentar el actual hábitat de la danza, ¿se podría hablar de creación como originalidad, invención, descubrimiento? ¿Qué hace distinto el uso de la imaginería tecnológica, del cuerpo danzante, del tiempo, del espacio, en esa propuesta coreográfica que se piensa “novel” dentro de un panorama tan semejante? ¿Hasta dónde el proceso investigativo, creativo de un(a) (ciber)coreógrafo(a) logra singularizarse en sus seducciones al internauta lector-espectador? ¿Dónde, en ese proceso y sus relaciones múltiples, complejas y dependientes, se ubicaría la propositividad discursiva para que la (ciber)coreografía singularice su ser-en-danza dentro del desgobierno de accesibilidad tecnológica?

Sí, por estos largos días y noches, la tecnología se ha hecho imprescindible, ha dispuesto su evidente supremacía reclamante, al punto de mudar las demarcaciones conviviales del aforo teatral; pues, en el recogimiento de la privacidad del espectador, el hogareño sofá se asegura como el mayor competidor para la danza en vivo del (posible) futuro inmediato. Y con ello (en el mejor de los casos), la preocupación por un recurso que viene siendo cada día más necesario: la tenencia de datos (móviles), quiérase que convertidos en conocimiento.

2021, contigo y tus invocaciones, ¿cómo hacer para enfrentarnos a este escenario que producirá cambios disruptivos en la danza? Este, el “Abril-en-Danza” que te ha tocado y que tus dimisiones han concebido; este, tan difícil y diferente, se alberga en el poder de la (ciber)virtualidad. Nuevamente, el cuerpo, ese que “no sólo mide, sino que se mide y se descubre”; la construcción de sentidos, en tanto revelación del cuerpo, de su elocuente capacidad gestual y contextual; la identidad técnica (individual y colectiva), aquella que convierte “lo que era técnica en modo de ser (la danza, si bien se construye tras un arduo entrenamiento técnico, a la larga, de tan introyectado en el cuerpo, se convierte en modo de ser” de todes sus practicantes); y el uso de las nuevas tecnologías, reponderación y dispositivo notorio de las representaciones coreográficas online.

Las creadoras y creadores de la danza, el tejido institucional productivo que acompaña sus haceres, la conjunción de amigos, colegas avezados en el manejo tecnológico, sumado a las redes de archivos personales y los ámbitos de las relaciones humanas también emergidas e interconectadas a lo largo de este ya extendido confinamiento, han sido las factorías y los componentes de este new ecosistema dancístico signado por una posición de privilegio para participar en el debate, en la definición de esta nueva era digital. Y en ella, el retorno a los eventos principales de la danza cubana de nuestro abril primaveral 2021 como apuesta y reafirmación de amor ocupacional:

El Festival de Danza en Paisajes Urbanos: Habana Vieja, ciudad en movimiento, que celebrara los primeros veinticinco años del empeño de la maestra Isabel Bustos con su Danza-Teatro Retazos. Para la ocasión y, siendo “leales a Leal” (al también mentor de este gran sueño, el por siempre recordado Eusebio Leal, Historiador de La Habana), la danza retornó (desde las redes y plataformas digitales) a las calles, al espacio secular original que nunca abandonó del todo. Archivos videográficos y fotográficos, documentos, testimonios, marcas latientes de muchas de sus más fieles participantes, circularon como otrora, con sus mejores galas en jornadas de debuts e inauguraciones.

Los Días de la Danza, que desde el Centro de Danza de La Habana continúa juntando las más variadas expresiones creativas y de promoción en torno a la manifestación, sigue siendo una cita importante para tramar las relaciones entre danza y comunidad; inquietante afán en cuanto impone una reevaluación de la naturaleza y funcionalidad de las prácticas danzarias capitalinas bajo las realidades del momento. Cómo artistas, agrupaciones, especialistas y sus producciones simbólicas pueden entablar nuevas dinámicas de encuentros en sus escenarios y espectadores más próximos.

Otra zona importante de difusión y circulación de nuestro Abril-en-Danza 2021, dentro de esas «paradojas entre una pantalla escenográfica, un danzar para la pantalla y la pantalla como un otro plano escénico donde danzar en la era de la e-imagen», constituyen los fórums, concursos y plataformas generadas desde la convocatoria institucional o la individual de nuestros creadores: Habitando Espacios, concurso virtual de coreografías gestado por el Consejo Provincial de las Artes Escénicas y la Cátedra Honorífica Fernando Alonso de la Filial del ISA en Camagüey; Juntos por la Danza, iniciativa de varios artistas matanceros para construir una plataforma expositiva y de diálogo multilateral alrededor de la creación coreográfica más actual; la XII edición de la Fiesta de la Danza (FIDANZ 2021) desde el Consejo Provincial de las Artes Escénicas en Santiago de Cuba, dedicada a la “Espectacularidad en la Escena Danzaria”; la puesta en acción del Dossier DamasDanza(s), convite que desde la Cátedra Honorífica Danzar.Cu de la Universidad de las Artes, se vuelve invitación a treinta mujeres, voces principales de la danza en Cuba y Latinoamérica para cavilar, ¿cómo construir entre las grietas y subvertir la precariedad (en tanto oportunidad para la emergencia creativa) desde esta danza que nos va dejando la pandemia?

Así, la danza en este abril de 2021 nos sitúa en zona resbaladiza, nos ubica entre el aislamiento y la dilatación, nos constriñe bajo el control del espacio y sus tecnologías vigilantes.

Entonces, regresar al valor del estar conectados, online, habitar la net y el cyberspace, es punto medular de los encuentros entre danzantes y espectadores por estos días. Desde esta perspectiva, el XV Festival DVDANZA HABANA Movimiento y Ciudad puso en visión medial recientes producciones de realizadores cubanos y extranjeros; por su parte, mención especial la tiene el VIII Premio de Creación TecnologíasQueDanzan. Justo, por su énfasis en potenciar los procesos de experimentación, indagación y renovación que se operan dentro de la comunión artística cubana que ha desarrollado la danza, el audiovisual y otras tecnologías aplicadas al movimiento, la imagen y las acciones escénicas. El proyecto ganador de este año, Mudanza, del inquieto creador guantanamero Yoel González, líder del Colectivo Médula, constituyó un canto de salvación y saneamiento del río Guaso. Danza, música y artes visuales, desde el performance real e in situ a la realización audiovisual, logró sintetizar acción danzaria y tecnología, en feliz hibridación.

Y es que, en la intercorporalidad es donde la intersubjetividad se hace más evidente de inmediato, en el tumulto de nuestras presencias: poses, actitudes, gestos y movimientos en un lugar físico y en tiempo real. La importancia de la danza en sus diversas funciones a lo largo de los tiempos, atestigua la legitimidad de emprender y perseguir investigaciones sinérgicas, especialmente desde los encuentros del cuerpo y la imagen; o más exactamente, del cuerpo danzante y la imagen-movimiento donde tecnología y esquemas corporales juegan un papel decisivo, ya sea que ocurran en el escenario real o en el virtual.

En procura de resumir las coordenadas descriptivas de este reporte y entender a la danza como portadora de saberes, discernimiento, inventiva y construcción de valores, aun con inseguridades evidentes del mañana (pospandémico) hacia un mundo de desunión o hacia uno de solidaridad global; confiemos en esos datos (los móviles y también esos que son testimonios, hechos, fundamentos, antecedentes, noticias, etc.) que, convertidos en conocimiento, nos harán mejores seres humanos, creativos. Conocimiento que devele por qué la danza no puede ser sólo una cosa, ella es y requiere movimiento. Transformación. Generación. Conexión. Actualización.

En Portada: Yoel González director de Médula, ganador del VIII Premio de Creación TecnologíasQueDanzan con la pieza Mudanza. Foto tomada del perfil de Facebook de Yoel González.

Referencias:

 Adriana Guzmán, Revelación del cuerpo. La elocuencia del gesto. Colección Etnología y Antropología Social.  Serie Logos. Instituto Nacional de Antropología e Historia, México. 2016

Andrés D. Abreu, “Paradojas entre una pantalla escenográfica, un danzar para la pantalla y la pantalla como un otro plano escénico donde danzar en la era de la e-imagen” (solicitado por Revista Cauce, pendiente a publicación)

Ferrán López, “2020, año 0 de una nueva era para la cultura”, https://teknecultura.com/bloc/2020-ano-0-de-una-nueva-era-cultura (consultado 2 de abril de 2020)