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A teatro lleno para Reina Ayala

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«Uno no debe aferrarse a que algo permanezca sin un objetivo lógico de vida. En el momento justo desaparecieron el Dramático y La Edad de Oro, otra agrupación importante en la provincia. Comenzaron otras que hoy luchan por mantenerse»

Por Yanetsy León González / Fotos: Cortesía de la entrevistada

La actriz Reina Ayala Don celebra 50 de vida artística. “Todavía me paro de cabeza en el escenario”, dijo al público que recientemente fue a verla presentar el libro Soledad (Editorial Ácana), de la joven escritora cubana Elaine Vilar Madruga.

Elijo empezar por las notas de la mañana en la librería Antonio Suárez porque aun cuando promovía la obra de otra persona, desde el respeto como lectora brillaba por su calidad profesional y humana.

“Es una obra que se debe llevar a escena. Ojalá que algún director la lea. ¿Qué es el teatro si no la vida misma llevada de una forma hermosa al arte”, enfatizó acerca del texto enfocado a contradicciones de una madre y la hija gemela viva.

Leyó una escena. Elogió el lenguaje poético. Agradeció los parlamentos cortos, la atmósfera de los personajes lograda con sencillez y la facilidad para el montaje por desarrollarse en una habitación y en la biblioteca.

Aquel sábado las primeras palabras de Reina fueron de gratitud por la oportunidad de ser jurado junto a Niurki Pérez y Ulises Rodríguez Febles, del Premio de la Ciudad de Camagüey 2021 que galardonó este texto de Elaine.

Al terminar conversamos un rato, ya sin público. Al día siguiente celebraría el cumpleaños 67. Llevaba a casa un ramo de rosas en nombre del Centro Provincial del Libro y la Literatura por ser una auténtica motivadora de la lectura.

Esta semana nos rencontramos. Es una mujer apasionada. Vimos en su mirada la felicidad por despedir el año viejo con el hijo, los nietos y los primos. La dicha familiar impulsa sus metas: “Comienzo el 2023 con muchas ganas de hacer”.

Querer hacer es una excelente manera de celebrar aniversario. ¿Tiene un buen recuerdo de sus inicios?

Sí, muy bonitos. Era jovencita… tenía 16 o 17 años y todo el mundo me acogió en el Conjunto Dramático de Camagüey. La mayor parte de mi vida estuve allí. Me enseñaron a estudiar, a amar el teatro. Si no hubiera sido por mis compañeros no hubiera logrado aprender ni querer seguir siendo actriz.

 Ha visto nacer y también dejar de existir proyectos como el mismo Dramático, ¿lamenta algo de eso?

Uno no debe aferrarse a que algo permanezca sin un objetivo lógico de vida. En el momento justo desaparecieron el Dramático y La Edad de Oro, otra agrupación importante en la provincia. Comenzaron otras que hoy luchan por mantenerse.

Parece una ironía que ahora regrese al lugar donde empezó, sin embargo está alegre, ¿por qué?

Es una mezcla de dolor y alegría. Ahora formo parte del prestigioso grupo Teatro del Viento, por tanto, vuelvo a las tablas del Tassende que ya no es el que conocí, pero ahí empieza mi historia, me vienen imágenes de rostros, anécdotas, fundamentalmente los personajes a teatro lleno. Me entusiasma estrenar un personaje por mi aniversario 50 en un grupo en el que soy la única vieja.

También retoma la docencia, ¿dónde?

Siento orgullo como profesora de la Escuela de Instructores de Artes Nicolás Guillén. Durante diez años di clases a los alumnos de danza y de teatro. Tengo recuerdos maravillosos de alumnos que vienen a abrazarme, ya casados y con hijos. Me llamaron de la Academia Vicentina de la Torre y comencé con segundo año de teatro de la carrera de instructores. Me estimuló la bienvenida en la escuela. Me he sentido bien. Veremos qué pasa…

¿Y qué hay de su perfil de narradora oral?

Llevo casi cinco años en Catalejo de Cuentos del Proyecto eJo. Desde mis inicios fui declamadora y actriz pero nunca había hecho narración oral hasta el día que me invitaron Omar González Cata y Grabiel Castillo. Les agradezco muchísimo porque me ha hecho enamorarme de algo nuevo.

“Yo he aprendido mucho en el teatro. He aprendido a respetar el espacio de las personas, a amar a los demás, a pensar que la gente merece un lugarcito porque en el mundo cabemos todos, y que no me puede molestar que vengan otros también a donde yo estoy a hacer lo que yo hago porque ellos van a hacer su historia como yo he podido hacer la mía.

“Siento plena satisfacción de poder estar en un grupo de jóvenes, lo mismo en Catalejo que en Teatro del Viento, porque me dan la oportunidad de darles lo que he aprendido. Ahora me toca ofrecer. Mientras tenga salud y fuerza para salir de la casa voy a seguir haciendo teatro, ayudando a mis muchachos y voy a estar. Voy a ser lo que soy”.

En portada: Reyna Ayala en la presentación del libro Soledad de Elaine Vilar Madruga. Foto YLG.