Amigos:
Hace treinta y ocho años, el Comité Internacional de la Danza, a través del Instituto Internacional de Teatro (ITI), propuso a la UNESCO la feliz iniciativa de establecer un día para celebrar la danza a nivel mundial. Un día de sentir la danza, pensarla, vivirla, merecido homenaje a un arte que tanto ha enriquecido la vida del hombre y el paso de la humanidad por la historia.
A quienes en la danza encuentran su modo de expresión, pasión, lengua materna, y felicidad completa, dedicamos este día; reconociendo también a aquellos que contribuyen con los aportes de su trabajo sobresaliente a elevar y perfeccionar la disciplina. Un día para que la danza ocupe el centro de atención, desde el punto de mira estético y desde las políticas públicas. Fomentar el respeto al patrimonio dancístico, la inclusión de las minorías, la protección y rescate de aquellas modalidades que conforman el rostro identitario de nuestras diversidades, son algunos de sus más nobles propósitos.
Es habitual durante la jornada que un miembro relevante de la comunidad danzaria internacional, envíe al mundo su mensaje. Esta vez el bailarín, coreógrafo, docente y actor sudafricano, Gregori Vuyani Maqoma, tiene la enorme tarea de transmitirnos optimismo en medio de las graves circunstancias que nos están poniendo a prueba. En su voz se reanuda el compromiso de los artistas de la danza con el mundo, y se agradece la felicidad de tener la belleza, potencialidad y creatividad de este Arte como aliados contra el infortunio.
Para el Comité Cubano del ITI, es un año especial, porque celebramos el centenario del nacimiento de Alicia Alonso, esa cubana universal que reunió en sus puntas todo el ritmo, toda la gracia, todo el color, el desafío, la férrea voluntad, la luz y el aire evanescente de una isla preñada de mundos. Alicia bailó todos esos mundos. Prima ballerina assoluta de un país donde la gente amanece y se acuesta, nace y muere danzando. Y eso es demasiado enorme como para dejarlo pasar de soslayo. Y demasiado significativo en este tiempo cargado de zozobra. Porque Alicia, además de su don balletístico formidable, no lo olvidemos, fue una mujer que se impuso a la adversidad muchas veces. Sobre la breve superficie latente bajo sus puntas, le dio un giro a todo lo que parecía inapelable, devastador y sentenciado. En eso, también se afianzó su magisterio, sobre eso, también, alzó el edificio de su nombre. Hoy su mensaje al mundo bien pudiera ser éste: ¡Demos con fuerza un giro, sobre el espacio diminuto que nos quede, y volvamos con fuerza a la vida, y a la obra!
A propuesta del Centro Cubano, el Secretariado General del ITI, y el Comité Internacional de la Danza, se incorpora como parte de la celebración, el merecido homenaje que merece la grandeza de Alicia Alonso. Hoy todo el mundo le brindará aplausos. Como cubanos, no podemos sentir mayor orgullo, ni mayor júbilo.
Las circunstancias son tremendas y hostiles, parecen amenazar con quitarnos todo, pareciera que una distancia muy fría es el último recurso que nos queda. Pero recordemos a Alicia, recordemos su fuerza, su esperanza en el paso, que esta vez no es a dos, ni a tres, ni a cuatro, sino paso de la humanidad entera a uno ¡Todos al paso! Recordemos que escondida en el tibio ámbito del cuerpo, queda la Danza, resonando allí, esperando saltar afuera para hablar, en susurro, o a gritos, y que ese lenguaje es nuestro, vestigio y garantía de la felicidad humana. Porque mientras el cuerpo dance todavía se pueden derrumbar muros, ascender cimas, besar contrarios, conjurar demonios, llenar distancias, derrotar silencios, salvar soledades. Todavía, y a pesar de todo, podemos abrazarnos.
Mcs. Antonia Fernández
Centro Cubano del ITI presidido por Carlos Celdrán, director teatral.
Foto Buby Bode