Por Rubén Darío Salazar
Mayra Navarro (La Habana, 9 de agosto de 1947 – 26 de diciembre de 2019), una de las narradoras orales escénicas más completas de la isla, reconocida en su país y allende los mares, acaba de fallecer. Su verdadero nombre era Mayra de los Ángeles, y la verdad es que contaba cuentos asistida por la gracia de los querubes de las fábulas y las leyendas.
Desde que comenzó, muy joven, como responsable de La hora del cuento, en la Biblioteca Nacional José Martí, decidió vivir apegada a la cultura, pues no solo fue una magnífica cuentera, sino también estudiosa, promotora y defensora del teatro para niños y jóvenes, desde su trabajo en el Ministerio de Cultura, y luego desde su reconocido Taller permanente para narradores orales, en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, donde también lideraba el festival Primavera de cuentos, que nunca dejó de realizar, aún estando enferma.
Compañera de vida del dramaturgo e investigador Freddy Artiles Machado, trabajó junto con él como profesora titular adjunta de la Universidad de las Artes (ISA), en La Habana. Enseñó a muchos teatristas que hoy defienden poéticas diversas, inspirados por los conocimientos legados por la Navarro, siempre elegante, conocedora de los vericuetos de las obras, puestas en escena, diseñadores, músicos, actores y directores cubanos dedicados a trabajar para los más pequeños.
Máster en Educación por el Arte y Animación Sociocultural, fue Miembro de Honor del Centro Cubano de la Unión Internacional de la Marioneta (Unima), y recibió los premios principales de la especialidad que adoraba. Fue Premio Nacional de Cuentería, ostentaba la Distinción por la Cultura Nacional, el Premio Iberoamericano “Chamán”, de la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica, entre otras importantisimas distinciones y trofeos.
Diseminó sus saberes por Argentina, Colombia, Guatemala, España, México, Venezuela, República Dominicana y España, mediante talleres, clases magistrales y conferencias. Todo aquel que quiso aprender a narrar cuentos a viva voz tuvo su apoyo y atención. Escribió reseñas críticas, artículos teatrales y un libro imprescindible para los narradores en formación Aprendiendo a contar cuentos, publicado por la Editorial Gente Nueva, en 1999.
Mayra Navarro fue una mujer activa, útil, siempre se le encontraba preparando espectáculos, juntando voluntades para crear nuevos acercamientos al arte de contar, enseñando, aconsejando, amando. Su familia, conformada por sus hijos y nietos y por todos los que disfrutaron de su amistad sincera y sus autorizadas opiniones, sabe que a Mayra le gustaba mirar directo a los ojos. Tenía esa luz que poseen las mujeres firmes y batalladoras, nacidas de una estirpe que no se puede describir, como no se describe la magia, el acto de contar, de suspender a todos en el aire con solo el poder de la voz. La vamos a extrañar. No hay, no habrá dos Mayra Navarro. Ella fue y es una sola. Debe andar por donde menos uno se imagina, contando historias inolvidables e infinitas.