Reportaje sobre el taller para niños Despertar con la Danza, que finaliza esta semana en la Compañía Rosario Cárdenas
Por Mery Delgado / Fotos Rachel García
Para suerte mía llegué al Centro de la Danza de La Habana en el transcurso de un receso. Los niños jugaban en el tabloncillo y la maestra Rosario Cárdenas, con algunos de sus bailarines, me recibían en una visita anunciada.
Entramos al salón del curso de verano Despertar con la danza, que tan buena acogida ha tenido y cuya conclusión será este viernes, 24 de agosto, con una demostración de los niños.
“El taller estuvo centrado en la iniciación a la danza, pero más que todo sobre el desarrollo de todas sus capacidades- refiere la Premio Nacional a mi primera pregunta.
“Este es un trabajo digamos del despertar de ellos, de su conocimiento corporal, porque hay habilidades que hay que desarrollarlas desde pequeños, como el encaramarse, tirarse, vencer obstáculos. Es como ir descubriendo el mundo así, a través del movimiento y ellos le van poniendo aspectos creativos por supuesto y técnicos también, pero no con la rigurosidad del que va a hacer un bailarín. Como son 15 días los vamos mezclando con juegos creativos, danzario, que desarrollan mucho esas habilidades”.
¿Cuál ha sido la devolución de los niños y de la familia?
Rosario Cárdenas: Yo creo que a pesar de que son poquitos días, vamos notando esa relación que ellos van teniendo con el otro, con ese otro niño, acercar al otro niño, el saber que si el otro va venciendo un obstáculo, él necesita ser el obstáculo y el nivel de relaciones entre ellos. Es decir, ese espíritu de grupo, de compartir y a la vez de vencer obstáculos y la satisfacción que ellos van sintiendo cuando vencen uno, que van siendo pequeñitos, pero después van creciendo y la alegría que eso les proporciona. Entonces, creo que son como saltos dentro de sus propias personalidades, de descubrirse a sí mismos algo así, para su propio desarrollo.
¿Y los padres, qué te han dicho?
Rosario Cárdenas: Los padres ven a los niños después, repitiendo todo lo que hacen acá y mostrándoselo. Algunos tienen un poquito de miedo y yo no los dejo ver, les muestro cuando el niño ya ha vencido algunas cosas. Los padres están muy contentos realmente.
¿De quién te has auxiliado para hacer este taller?
Rosario Cárdenas: De los propios bailarines, la maestra Ana Isabel que lleva también tiempo en la compañía. Ella impartió el acercamiento a la preparación física, aplicada a la danza siempre y junto con ella hay uno de los bailarines, Andy Rodríguez. Conmigo trabaja Claudia Rodríguez; mientras Yanet Garau, que es una de las bailarinas de más experiencia, está en otro salón con Daniela Bringas, que la ayuda. Los bailarines van colaborando y a los otros pues les va tocando estar pendientes de los niños, y en los recesos de jugar un poquito con ellos, o entre una clase y otra, si alguno quiere seguir jugando para que esté pendiente, los maestros puedan refrescar y así.
Justo en ese momento Claudia Rodríguez se suma al diálogo que tenemos armado en uno de los salones de estar de la institución.
Claudia Lorena: La experiencia de los talleres con Rosario ha sido increíble, porque nunca había tenido la posibilidad de aplicar lo que es la danza combinatoria a niños. He dado clases para niños en bailes populares, ballet, pero no el estilo de Rosario. Al principio un poco difícil porque normalmente siempre estamos adaptados a hacerlo con personas adultas y los niños son muy complicados, muy difíciles, pero se ha logrado un buen trabajo.
¿Háblame de cómo es la jornada completa?
Claudia Lorena: Bueno normalmente los niños dan preparación corporal, técnica de la danza contemporánea con Rosario, juegos danzarios, que son juegos aplicados a la danza y al final se les pone un video danza y una película infantil.
Es decir que tenían que tener un gestor de películas preparado específicamente para el curso de verano.
Claudia Lorena: Sí, claro. Primero nos dimos a la tarea de no escoger ninguna película que fuera de “barbies”, porque eso implica que las “barbies” tienen una belleza extraordinaria, perfecta, y los niños hay que tratar de moldearlos desde que son chiquitos.
¿Trataron de romper estereotipos?
Claudia Lorena: Exactamente, tratamos por todos los medios de que fueran películas que no tuvieran nada que ver con la perfección y que a ellos le gustaran también. Fue un trabajo de recopilación de videos para que ellos se sintieran bien sobre todo, y videos de danza para que estuviesen un vínculo desde otro ángulo con esta manifestación. Normalmente en Cuba estamos acostumbrados, a mi entender, a ver mucho ballet en todas partes y todo lo que es danza creemos que es ballet y no es así. Hay muchas maneras de bailar, para ello le pusimos muchos tipos de video danza; pusimos también un ballet de China, que incluye acrobacia y es diferente, tratamos de que ellos no se aburrieran.
¿Cuánto tiempo les llevó preparar todo ese material y toda la estrategia, la logística de este taller?
Claudia Lorena: Bueno desde que surgió la idea hace dos meses más o menos. Lo primero fue pensar en las clases, que fueran diferentes a lo que están acostumbrados a dar en otros lugares, porque algunos niños ya habían pasado por otros talleres, en ballet por ejemplo, y queríamos hacer algo distinto. Después escoger a los profesores que iban a dar las clases, los monitores, el horario y los salones.
¿Trabajar con niños qué satisfacción te deja?
Claudia Lorena: Muchísima, porque realmente los niños asimilan las cosas diferentes, no son como los adultos que tienen tabúes, y lo diferente les molesta y tienden a rechazar; los niños todo lo asimilan, tienen mucha creatividad, son capaces de asimilar al compañero con mucha más facilidad que los adultos.
Regreso al salón donde Andy Rodríguez, bailarín desde hace seis años de la Compañía Rosario Cárdenas, auxilia a uno de los niños con una rueda de madera. Quiero que se nos sume para conocer otros puntos de vista del Despertar con la danza.
Andy Rodríguez: La experiencia con el taller ha sido enriquecedora me ha sorprendido que los niños tienen mucha captación, son muy rápidos absorbiendo las cosas, y como a esa edad para ellos todo es como un juego; entonces es más divertido enseñarlos y uno busca otras vías para hacerles llegar el conocimiento”.
¿Qué les enseñan en estas clases?
Andy Rodríguez: Yo estoy con Ana Isabel, ayudándola en las clases de preparación física, pero el objetivo también es no solo preparar el cuerpo físicamente, también es ayudar al niño a que vea su cuerpo de otra manera y busque otras vías para generar, desarrollar su imaginación, para desarrollar su motivación hacia el ejercicio, hacia una vida más sana.
De vuelta con Rosario Cárdenas, le hacemos preguntas a los niños que están junto a ella. Unos manifiestan su alegría subiéndose a la soga, otros se tiran al tabloncillo y dejan que la rueda de madera, uno de los elementos escenográficos de la obra Dador, les pase por encima sin mover un ápice de su cuerpo; otros son motivados por la directora y maestra para hacer esculturas entre dos, y una pequeñita de cuatro años le muestra un split con una sonrisa de lado a lado.
Le recuerdo a Rosario que hace algún tiempo nos veíamos en la Rampa, donde cerca impartía igual un curso para niños, quizás por ello mi última pregunta:
¿Por qué lo haces y que satisfacciones te deja?
Rosario Cárdenas: A ver, realmente, hace bastante tiempo no lo hacía, al menos en Cuba, porque el propio trabajo de la Compañía me absorbe muchísimo. Pero he tenido la experiencia de montar galas en México con 120 niños. Es una responsabilidad grande y me gusta mucho, me gusta la transformación, los cambios, la alegría del vencer, de saber que puedes vencer algo; de todo lo que eso proporciona y luego lo cariñosos que son los niños, el comprenderlos, el ponerse uno en su lugar, que uno tiene que ser un niño más muchas veces y a la vez poner un carácter. Es ese dar y recibir, que ellos sientan que uno está conectado con sus deseos, con su alegría, su disposición a hacer, pero a la vez, están siendo dirigidos por alguien que ellos tienen que respetar, y respetar al otro. Es estar pendiente de todos esos detalles. Nada, me gusta ese rol.
Los niños son llamados por ella, los profesores, tomo algunas fotos y me despido para que Rosario continúe su jornada hasta las doce del día. Salgo feliz a la calle, al fuerte sol que me espera. Los niños saben hacer maravillas y me dejan con ese estado de gracia que nada puede opacar.