Por Pascual Díaz Fernández
José María Heredia y Heredia es una de las figuras cumbres de la cultura cubana. Su bibliografía pasiva es abundante pero, hasta donde alcanzo a ver, reiterativa y superficial. Por múltiples razones, su obra permanece sin ser profundamente valorada. Me atrevo a asegurar que la razón de mayor peso es que perviven muchas opiniones contradictorias sobre la validez de la clasificación de su obra y la polémica sobre las acciones de su vida.
En términos de análisis histórico-literario, para algunos críticos fue un neoclásico, para otros, un romántico. De igual modo, para varios de sus compatriotas, a causa de la carta a Tacón, un traidor; sin embargo, por sus encendidos versos, para otros, Heredia fue un poeta civil. Pero no abundan en otros aspectos de su vida. Esa es la imagen bifronte, escindida que los cubanos de hoy hemos recibido: leyenda edulcorante, historiografía tradicional y crítica positivista. ¿Era un hombre indeciso y endeble, frustrado y desencantado en razón de su enfermedad y la supuesta inconsistencia de sus ideales?
Polémico a lo largo del siglo XIX, a la altura de su centenario, se publicaron sus escritos en verso y prosa, así como algunos textos críticos y biográficos, que mantuvieron los criterios expuestos a lo largo del siglo anterior. En el siglo XX, José María Chacón y Calvo fue su más relevante difusor. Raúl Roa tuvo palabras definitorias sobre Heredia como poeta revolucionario. Cintio Vitier analizó acertadamente su poética en Lo cubano en la poesía.
Pero, en general, muchos estudiosos tratan el asunto de la carta milagrosa -así la llamó su madre- con mirada condescendiente, como un desliz, un momento desafortunado del poeta, sin profundizar en la situación del ser humano y sus circunstancias históricas y sociales.
Es por ello que resulta interesante y aleccionadora la lectura de textos relativamente recientes sobre la vida y la obra del poeta. Heredia entre cubanos y españoles, (Editorial Oriente 2003) es uno de ellos. Se trata de una selección de artículos realizada por Ana Cairo Ballester, en la que repasa las discusiones, fundamentalmente, de índole literaria, sobre el poeta, sin dejar de lado, por ser quien era, las políticas. Así divide el libro, en las vinculadas a su primer libro de poesías, luego, a la visita de Heredia a Tacón y, por último, las relativas a la visión de José Martí frente a otros críticos y patriotas de la época.
Por su parte, el poeta y ensayista Roberto Méndez publica José María Heredia: la utopía restituida (Editorial Oriente, 2003). Tal pareciera que la polémica renacía a propósito de su bicentenario. Méndez propone una nueva visión del poeta, su vida y obra. No lo considera un frustrado, ni un ángel caído, sino un símbolo de la utopía, el representante de la verdadera Revolución que estaba por venir.
José María Heredia: la utopía restituida es una biografía escrita con lenguaje poético, pero cargada de ciencia literaria e histórica. Reseña la vida del poeta y apunta, con lucidez, comentarios que recontextualizan sus versos y opiniones sobre la situación política de Cuba y América. Arremete contra Del Monte cuando opina que el tan elogiado nacionalismo literario que pretendía fundar constituyó un fracaso puesto que se basaba en una visión normativa de la literatura.
El autor insiste en el criterio de Heredia como quien va de las ideas constitucionalistas de su padre y de sus lecturas juveniles hasta las posiciones separatistas. Explica cómo Heredia percibe el vacío de que tales ideas de reformistas y liberales no solucionarán el problema de Cuba. Demuestra cuánto cambió su ideario la experiencia mexicana y lo hace, acudiendo a la poesía y a la valoración histórica. Otorga valor a las traducciones y obtiene revelaciones infrecuentes sobre las ideas de Heredia acerca de la dictadura y el poder soberano del pueblo. Vale, por ejemplo, re-leer su Oda dedicada a Napoleón Bonaparte y, en teatro, Los últimos romanos y Eduardo IV o El usurpador clemente.
Más acá, en Exceso de Historia, el Dr. Félix Julio Alfonso López (Ediciones Extramuros, La Habana, 2018) realiza un análisis sobre Heredia que titula “Heredia ¿la incomprensión de sí mismo?”, para hablar del género biográfico en general y de la biografía del poeta hecha por Rafael Esténger, en particular. Somete a juicio la visión de Heredia sobre el destino de los pueblos hispanoamericanos y, en su opinión, considera que Esténger se equivoca, dado que según el biógrafo, la fatalidad y el pesimismo son propios del poeta, porque fusiona la realidad y las ilusiones. De igual modo, el Dr. Alfonso López valora una confesión de Domingo del Monte pocos años después, que lo revelan como un reformista, a quien le aterran las ideas de revolución e independencia. La utopía herediana ha sido más iluminadora que la mezquina aspiración pragmática de sus contemporáneos.
Volver a leer a Heredia y a sus críticos es una manera de comenzar a poner los puntos sobre las íes en la literatura cubana. Tuvo Martí mucho que ver con la adecuada valoración de José María Heredia. Es necesario continuar desarrollando su pensamiento. Estos libros contribuyen a ello.
En portada: El bailarín y actor, Yadiel Durán encarna a José María Heredia en la obra Cuatro, una producción encabezada por este joven creador y Rubén Darío Salazar, director de Teatro de Las Estaciones. Foto Sonia Almaguer.
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