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Un último aplauso para Pedro

Su figura era imponente, se presentaba como un hombre alto, trigueño y con su pelo lacio que conservaba el brillo característico de siempre.
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El pasado 29 de agosto falleció en su natal Camagüey, el dramaturgo, actor, diseñador y director de teatro Pedro Castro. Sirva este texto como homenaje a un hombre fundamental en el desarrollo de las artes escénicas en esa ciudad

Por Kenny Ortigas Guerrero

Recuerdo que hacía pocos días había estado en su casa haciéndole la visita. Me recibió con mucha alegría y conversamos de varios temas: de cuando se evaluó como director artístico por un jurado en el que se encontraba Sergio Corrieri, o de su montaje La Mandrágora y el derroche de diseño y espectacularidad en aquella puesta en escena.

Se notaba la necesidad que tenía de dialogar, pues ya su avanzada edad y muchos problemas de salud lo tenían alejado del panorama cultural de Camagüey y de Cuba, ese mismo panorama que años atrás lo tuvo como protagonista dentro del quehacer teatral de la isla.

En el intercambio que sostuvimos en su casa, le preocupaba la salud de la cultura en Camagüey y me pidió que por favor lo mantuviera informado de todo cuanto podía acontecer en este sentido ya que su memoria no le respondía con mucha prontitud y le provocaba en algún que otro momento algún desatino. “Mi profe Pedro Castro”, así lo llamaba yo, pues quedaba el grato recuerdo de sus clases de Dirección Escénica y Diseño Escenográfico cuando cursaba estudios de Teatro.

Su figura era imponente y aun con ya 75 años por cumplir, se presentaba como un hombre alto, trigueño y con su pelo lacio que conservaba el brillo característico de siempre. Pedro fue todo un maestro del arte de las tablas, un creador incansable y que se diversificaba a sí mismo en todos sus proyectos como director artístico, diseñador, dramaturgo. Sus memorias de la tierra caliente, Santiago de Cuba, eran de fuerte arraigo emotivo y en su cara se vislumbraba la felicidad de aquellas historias cuando junto a notables figuras como Rogelio Meneses habían fundado el Cabildo Teatral Santiago.

Su montaje Vade Retro marcó un hito en la historia del Teatro Cubano por lo renovador de su estilo donde rompía cánones establecidos para la época. Fue Director Artístico del Conjunto Dramático de Camagüey donde obtuvo diferentes galardones en jornadas y eventos. Fue fundador además de la Filial del ISA en Camagüey, de la Escuela de Instructores de Arte y de la Academia Vicentina de la Torre.

Mantuvo por varios años un contrato internacional de trabajo en México, donde impartió actuación en la Universidad Autónoma de Monterrey, Nuevo León. En ese país integró por varios años el jurado que otorgaba el Premio Nacional de Teatro. A lo largo de su carrera recibió la distinción por la Cultura Cubana, la distinción Raúl Gómez García, el Premio Eloísa Agüero de Osorio y la Distinción Espejo de Paciencia.

Ese era Pedro Castro Bracera, aquel día al salir de su apartamento en Monte Carlos, sentí en él unas ganas de vivir infinitas, nunca llegaría a imaginar que unos pocos días después su alma descansara definitivamente.

Con Pedro nos quedaron deudas, yo llamaría deudas espirituales, al igual que con muchos de los grandes artistas de este país y que en algún momento la atención a su trayectoria no ha sido reconocida a plenitud, uno de esos detalles, y lo comento públicamente, es que el Consejo Técnico Asesor de la provincia de Camagüey había acordado proponer la creación del Premio Provincial de Teatro Manuel Villabella y el de Danza Fernando Alonso. En el caso del premio de teatro quedaba como acuerdo entregárselo a Pedro Castro. Ahora se fue y no tuvimos tiempo de agasajarlo una vez más, me queda el consuelo de que lo llamé por teléfono y se lo comuniqué, no creía que luego de tanto tiempo retirado aun se le tuviera en cuenta… cosas de la vida.

Ahora, que culminó su puesta en escena y tras el cierre definitivo del telón, solo queda pedir, todos en pie, un último aplauso para Pedro.

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto: Leandro Pérez y Otilio Rivero/ Adelante