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“Rigoterapia” O Calor, Esa Es La Cuestión

El stand up comedy o comedia en vivo se trata de un género que llega desde la tradición del vodevil donde un actor se dirige directamente a una audiencia en vivo y establece un diálogo con él que versa sobre casi cualquier tema. Puede tratarse de un monólogo, o una charla, sin embargo como común denominador estará siempre la manera atractiva de abordar temas de actualidad y de la vida diaria.
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Por Indira R. Ruiz

El stand up comedy o comedia en vivo se trata de un género que llega desde la tradición del vodevil donde un actor se dirige directamente a una audiencia en vivo y establece un diálogo con él que versa sobre casi cualquier tema. Puede tratarse de un monólogo, o una charla, sin embargo como común denominador estará siempre la manera atractiva de abordar temas de actualidad y de la vida diaria.

Si hace más de cien años el trabajo de un comediante en vivo era considerado solo un mero entretenimiento para mantener aupada a la audiencia; un “cuentachistes” cuya función era la de telonero de números movidos —así como el trabajo del payaso de circo— , hoy la realidad es diferente y más halagüeña para estos actores cuya función y vocación es entretener.

En tanto shows de televisión como Seinfeld trasmitida  en Estados Unidos desde 1989 hasta 1998 con  altos niveles de popularidad por abordar un tipo de humor basado en la observación de hechos cotidianos desde la cosmopolita ciudad de Nueva York; en España encontramos la fórmula ganadora del Club de la Comedia, una serie de comedia en vivo que está al aire hace casi veinte años y que ha logrado atraer al género a actores tan populares como Imanol Arias o Verónica Forqué así como a guionistas de renombre.

Se trata de un arte que hoy cuenta con un estatus diferente, en tanto ha ganado en importancia el trabajo del actor que entretiene, a la vez que critica y reflexiona sobre temas de actualidad, la sociedad, la cultura, los valores, las tradiciones, los hábitos… o sobre sí mismo. Ya no se trata de teloneros, sino de las estrellas del show, capaces de llenar teatros enteros, ser ovacionados por su arte y por su despliegue de talentos en escena.

El Centro Promotor del Humor (CPH), institución que cumple veinticinco años de trabajo tiene en su catálogo a los mejores actores del ramo en Cuba. Esos actores capaces de arrastrar tras de sí incluso a quienes no van al teatro con asiduidad, lo cual habla de lo interesante que sería para nuestro panorama teatral invertir más esfuerzos en programar en nuestros circuitos teatrales, comedias y espectáculos humorísticos de calidad, como es el caso de los representados por dicha institución.

Rigoberto Ferrera es uno de esos actores que es sinónimo del stand up comedy. Amén de sus incursiones como actor de series humorísticas, es en la comedia en vivo en el género donde tiene un brillo deslumbrante por sus capacidades histriónicas y la facilidad con que asume personajes diferentes, hace voces, entra y sale de caracteres y situaciones con gran rapidez. El escenario del Teatro Mella le acogió  el pasado fin de semana para dos presentaciones únicas también a propósito del aniversario del CPH.

Se trata de La Rigoterapia, un espectáculo múltiple donde Ferrera dialoga de manera permanente con el público hilvanando varios de los monólogos que le hemos visto hacer antes ya en algún centro nocturno o en la televisión: el del dentista, el de la seducción de una chica en la discoteca, el de la confrontación de un hombre común con unos “endemoniados” trabajadores de microbrigada… etc.

Se presenta ante nosotros como él mismo, “Rigo”. En escena viene con su ropa de calle, a dialogar con la audiencia, a reflexionar sobre lo que nos sacude en nuestro día a día. Como espectadores es la oportunidad con reconectar con Ferrera, un actor muy popular en televisión hace unos años, a quien todos recordamos quizá por Cerquitica del Vedado o por la creación de su Agente Basterrechea, que ha perfilado el trabajo de los posteriores presentadores de Lucas.

 Su humor no es perecedero, no es de esos chistes de corta vida que olvidamos después de extinta la ovación final sino que podemos llevarlos a todos lados, recordarlos y reírnos mientras, por ejemplo, vamos al dentista, intentamos ligar en una discoteca, o tenemos que salir victoriosos de avatares más personales. Con la elección de un estilo de humor profundo, el actor hace gala de su observación de los varios referentes nacionales, las citas, de la revisión de valores sociales e incluso hace un homenaje al gran actor de comedia en vivo Carlos Ruiz de la Tejera. Rigoberto también canta y se acompaña al piano con  versiones paródicas de conocidos éxitos, lo cual es otro de sus excelentes y poco vistos, pilares  como humorista.

Es necesario dedicar unas palabras a la producción teatral y elementos técnicos que son como la edición de libros. Cuando están bien, ni se echan a ver. Sin embargo, escriba usted una sola falta de ortografía y verá como es lo único que todos notarán. En esta ocasión la puesta en escena sufrió fallas técnicas que volvieron la noche de la gran promesa de pasarla bien que se adivinaba desde  el cartel de promoción a una experiencia sufrida.

La entrada al teatro estaba a oscuras —¡en plena calle Línea!—, no había aire acondicionado a pesar de que una de las acomodadoras afirmó que era que estaba “muy bajito”, el actor necesitaba algo más de iluminación ya que varias de sus acciones sobre todo hacia el proscenio se veían a duras penas; Rigoberto tenía que poner el vaso con agua en el ¡suelo!, lo mismo que su sombrero cuando no lo estaba usando. El colmo fue que el propio actor tuvo que cambiar en escena las pilas del micrófono inalámbrico.

Hacer comedia en vivo pareciera muy fácil a manos de un actor como Rigoberto Ferrera, y los desperfectos técnicos, una suerte de traspiés para que el cómico haga reír. Pero no. Lo maravilloso es que a pesar de…, Ferrera hace que la gente ría, continúa con sus parlamentos y como dice él mismo en escena “hay calor pero la gente no se va”.

 

Foto de portada tomada de http://dedete.cu

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