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RETORNA MARIANELA BOÁN CON UNA OBRA PARA ACOSTA DANZA

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En entrevista exclusiva para Cubaescena, la coreógrafa cubana conversa sobre su próximo título para Acosta Danza, y sus proyectos sobre la creación y promoción de la danza en El Caribe

Por Mery Delgado / Fotos Buby

A la maestra y coreógrafa cubana Marianela Boán, se le vio muy feliz este domingo el Día Internacional de la Danza, donde representó al continente americano con su mensaje expresado junto al de otras cuatro figuras importantes, en la gala especial por la efemérides, que tuvo como escenario la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

“Significa muchísimo, yo no me lo podía creer cuando me lo dijeron –me dijo momentos antes de empezar la función- porque como yo digo: soy líquida, no sólida. Ando por las ranuras de todo, un poquito escondida porque no me gusta el spot light, simplemente investigar, crear y cambiando constantemente. No soy territorial evidentemente. Entonces nunca espero nada de premios, de ese tipo de premios. Y esto me sorprendió mucho, porque de alguna forma oficializó la forma en que yo soy.  Creo que es un reconocimiento a una labor que no se ha concentrado en un solo lugar, se ha expandido, por Cuba, Estados Unidos y ahora por República Dominicana”.

Y agregó a su respuesta a Cubaescena: “Lo otro que me gusta mucho que está pasando conmigo, que estoy más bien mirando al Caribe; más que a un país. Ahora, pienso crear un Centro coreográfico del Caribe en Dominicana, para afianzar un poco más todas esas ideas.  Y por último, otro elemento que me ha fascinado es que es un reconocimiento de danza que tiene una voz, que se convierte en un discurso, en palabras que dicen cosas, poderlas decir y que mucha gente las escuche y las sepa “.

Aprovechando la oportunidad, le sigo haciendo preguntas sobre temas recientes…

La compañía que fundaste, DanzAbierta, cumple 30 años en este 2018, y ahora desaparece. ¿Qué significó para tu carrera?

DanzAbierta es todo. Fue mi gran laboratorio, de ahí salió todo. Desde el momento que yo había cumplido 15 años en Danza Contemporánea de Cuba y necesité hacer mi laboratorio personal, ese fue un gran paso de avance en mi carrera en el sentido que tuve un espacio para concentrarme en mis ideas y en lo que yo necesitaba investigar. A partir de ahí, aunque muchas veces he negado, o algunas de esas ideas han evolucionado, en otros 15 años más que he estado fuera de Cuba, puedo asegurar que DanzAbierta fue la fragua de todas mis ideas, donde se afianzaron una serie de elementos, lo que es la danza contaminada, y todo lo relacionado con esa experimentación que sustenta mi trayectoria.

¿Nuevos proyectos en Cuba?

 Ahora estoy invitada con Acosta Danza para hacer una obra original para ellos. El Cruce sobre el Niágara ha tenido un éxito tremendo, lo acaban de presentar en Nueva York, cosa que me ha sorprendido enormemente. Claro, El cruce… está revitalizado por los bailarines que lo están bailando, ellos tienen una gran cantidad de años de una técnica, que en la época en que yo monté la obra no conocía. Intuía, necesitaba, y por eso lo hice al cabo de 30 años del estreno. Pero fue porque El cruce… me disparó a crear mi compañía DanzAbierta, y fui pionera en esas técnicas, en traerlas a Cuba, cuando nadie las conocía. Unos años después las asumió Danza Contemporánea y lo que uno ve ahora en Acosta Danza, son esos bailarines venidos de varias compañías, con una formación técnica impresionante mucho más afín a El cruce…, que cuando yo lo monté. A mí en ese momento me produjo grandes reflexiones en mi carrera y el valor de ciertas cosas que había dejado atrás.

¿Los bailarines con los que comienzas un proyecto te inspiran?

Absolutamente. A veces para destruirle lo que saben y abrirles otros caminos, pues voy en contra abriendo, y muchas veces escuchando quienes son, qué quieren decir, expresando… O sea trabajo con la gente, con los cuerpos y las mentes, las emociones del intérprete todo el tiempo. Por ejemplo, una obra mía montada rápido no es mi obra, es una obra de encargo. Por eso Carlos Acosta me va a permitir estar cinco semanas aquí, para montar una pieza de 20 minutos, pero yo le dije: si no hay investigación, no es mi obra, lo siento. Y yo no voy a ir a Cuba a hacer una obra de encargo. No sé si se lo dije, lo pensé por lo menos. Y entonces eso me gusta mucho porque sé que vamos a tener tiempo para investigar. Extraer de los bailarines todo lo que ellos pueden darle a la propuesta.

Tengo muchísimas ideas, también significa retornar a Cuba, montar una obra después de todo este tiempo fuera, y con semejantes clases de bailarines, y una compañía que me parece muy interesante. Todo su desenfado en mezclar las diferentes disciplinas, característica que es muy común en el mundo, pero que no era aquí tanto. Y estoy muy estimulada con la idea, y enfocada en eso todo el tiempo.

¿Y en cuanto a ese colectivo con el que trabajas ahora?

Es una maravilla también, muy parecido al cubano y muy diferente. Son otros problemas, otras realidades, otra idiosincrasia. Ya te digo, lo interesante es cuánto de común tenemos y cuán de diferente somos. Para mi entender todo eso, sus problemas de todo tipo; es un país que he ido amándolo cada vez más. Al principio, venía con esa cosa ácida, cubana, de ser crítica, épica, social.  Después, en Estados Unidos, era peor todavía. Más ácida porque tenía muchas cosas que decir. Me tocó la época de Bush, y me tocó la guerra de Irak, las impresiones eran fuertes. Hice una obra muy crítica también en Estados Unidos. En tanto, las primeras en República Dominicana, también eran así, y lo van a seguir siendo cuando haga falta, pero la misma nobleza, belleza, ternura de la gente, sobretodo allá, me ha ido como suavizando. Yo me digo: Marianela, ¿qué te pasa? ¿Será la edad? Puede ser de alguna manera. Entonces pienso mucho más la poesía de la Isla. Defilló es un chorro de la maravilla del Caribe, a través de la obra del pintor. Un Caribe muy orígenes, como podría escribir Lezama, visto desde otro ángulo, y también me gustó mucho esa experiencia de dar una imagen de República Dominicana que no es para nada habitual.

¿Cuáles son esos nuevos caminos de la creación en los que te encuentras ahora?

Mis últimas obras son muy interesantes, porque trabajo con la voz, o sea la contaminación se produce de otras maneras. En Propulsión, que es una obra anterior, el público está sentado en el centro del escenario y hay todo un trabajo con el público. La danza ocurre en círculos alrededor, y es una obra filosófica, no estoy hablando de nada social, si no de la cuestión de la vida y la muerte. Tiene que ver con la muerte de mi madre, más personal. Y esta última,  Defilló, que me hizo retornar a Degas, a Adán y Eva, a Guernica; o sea retomar el tema pictórico o una obra basada en la admiración  por otro artista, cosa que era muy común en mi carrera inicial, que ahora se retoma,  y por donde creo voy a seguir un tiempito más trabajando con artistas que admiro.