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“Yellow Cabaret”: Catauro de emociones en Perro Callejero

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Por Roberto Pérez León

Ni extrañezas ni aventuras, Yellow Cabaret es una obra cotidiana y deslumbrante, reflejante y reflejada. He sido mirado por ella. Se percibe la necesidad con que siento se ha concebido y ejecutado. Necesidad y no deseos desterritorializantes que artificializan, decorar y convierten una obra en un mero ingenio sensorial que induce a una contemplación pasiva y no dinámica que es la que se manifiesta cuando somos mirados.

En el emporio cultural que ya es Fábrica de Arte Cubano cada viernes de este febrero estuvo el Colectivo Creativo Perro Callejero presentando, en calidad de estreno, la pieza Yellow Cabaret, espectáculo cabal donde la danza expandió calidades dramáticas con fundamentos estéticos determinantes.

Tenemos que felicitar al jurado que en 2023 decidió otorgar la Beca El Reino de Este Mundo de la Asociación Hermanos Saíz para proyectos de creación-investigación a la obra Yellow Cabaret de Luis Enrique Álvarez.

En Yellow Cabaret hay una utilización teatral de la danza con una lógica estética donde la corporal del movimiento estructura el hacer y el decir que no tiene antecedentes en la joven coreografía nuestra, sobre todo en cuanto a su intencionalidad comunicativa artístico-estética.

Luis Enrique Álvarez, el artífica de Yellow Cabaret. Foto Cubaescena.

Yellow Cabaret es una propuesta danzaría donde teatralidad y danzalidad fraguan movimiento, acción y gesto. Se trata de una puesta en escena de presentación/representación, performance donde los ejecutantes hacen significar lo cubano a través de eventos escénicos relacionados con los procesos de la vida entre nosotros.

La teatralidad es una cualidad de lo teatral. Lo teatral como “espesor de signos” en su organización da lugar a acciones y pasiones: resultante de una semiosis para transformar y modificar tanto a realizadores como a receptores. Así, poner en movimiento la significación de una puesta en escena conlleva la concatenación de los agentes de la escritura escénica, configurantes semántico-sintácticos para producir sentido. Pero para llegar a esto no basta con hacer aparecer signos en escena, sino que estos tienen que impresionar, transformar el punto de vista del espectador respecto a las acciones que conforman la escritura escénica. Ese efecto de la acción será una pasión: el acto de sentido.

Yellow Cabaret no excluye en su danzalidad la teatralidad. El cruce de ambas cualidades está en la intencionalidad de los danzantes/intérpretes como agentes de significación a través del giro corporal que ostenta la obra.

El gesto en el Colectivo Perro Callejero, el juego de intersubjetividades que matizan y modelan ese gesto, tanto individual como colectivo, genera la discursividad plástica donde la danzalidad, en su presentación/representación, en su fenomenalidad tiene la absoluta materialidad del cuerpo sujeto y objeto del ocurrir escénico.

Yellow Cabaret tiene de cabaret porque es un espectáculo de fuerza en acción y no como proceso terminado. Permite la incorporación de eventos donde el giro performativo, desde el gesto dancístico, configura un contexto coreográfico que manifiesta sólida experiencia de lo real y de lo ficticio donde la corporalidad es el nervio de lo viviente en la obra.

Cyntia Caraballo y Nathaly Morales en una de las escenas más conmovedoras de la obra. Foto Grethel Estévez.

Yelow Cabaret tiene una sintaxis que arquitectura lo perceptual y vibrante de la escritura escénica que nada tiene que ver con unir fragmentos porque esta obra se articula más que formal emocionalmente. Y por esto asistimos a una puesta en escena que estremece sin balanceos estetizantes. El gesto, sin dinámica artificial, desde la enfática materialidad del cuerpo, diseña el movimiento sincronizado con los estados emocionales que derrocan la abstracción.

Coreográficamente Yellow Cabaret tiene un ordenamiento y posesión de ritmos físicos naturales, matrices de las formas expresivas que enfatizan el discurso de los cuerpos con sus debilidades, estremecimientos, desconciertos, turbaciones que transversalizan toda la puesta en escena.

Luis Enrique Álvarez en Yellow Cabaret despliega una poética de cadencia seductora, atrapa porque se trata de una propuesta escénica ajena a formulaciones vacías de esas que deshacen los significados.

Yellow Cabaret sucede literalmente custodiado por la imagen tutelar de José Martí. Ocurre el espectáculo a manera de comunión ritual concelebrada entre público y escena erigiéndose en un vigoroso constructo identitario en tanto su composición está hilada desde una lógica afectiva que se desliza por una cuerda de frenética incandescencia patriótica.

Foto de portada Albert Ayalaz.

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