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Y…, ¿Cuál es el día de la danza cubana?

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Será ardua la decisión para quienes les toque decretar el día de la danza cubana. Implicará hacer visible, reconstruir el paisaje dancístico y cómo este ha experimentado y significado los acontecimientos sociales

Por Roberto Pérez León

Durante el mes que acaba de finalizar hemos tenido a lo largo y ancho de la isla una muy abundante programación de espectáculos de danza en todas sus manifestaciones: ballet clásico, neoclásico, danza contemporánea y folclórica, danza callejera.

La gran poesía ha señalado a abril como el mes más cruel. Digo gran poesía y me refiero al inglés T S Eliot y al cubano José Lezama Lima. No sé qué hallaban ellos en el mes de abril. El poeta inglés decía que era el mes más cruel porque engendraba lilas de la tierra muerta; y, por su parte, el habanero calificaba a abril como mes de inseguridades.

Sin atender estas conjeturas abril es el mes de la danza.

Se decidió que el 29 de abril fuera el día de la danza a nivel planetario para   homenajear en su nacimiento al célebre bailarín y coreógrafo francés del siglo XVIII Jean-Georges Noverre calificado como el Shakespeare de la danza. Y lo shakesperiano significa dignidad en el conocimiento humano, invención creadora. Sin embargo, la danza no solo es el ballet.

Desde 1982, a través del Comité Internacional de Danza, perteneciente al Instituto Internacional de Teatro (ITI/UNESCO) se pronuncia un mensaje por el Día Internacional de la Danza.

Este año ese mensaje fue emitido por la bailarina y coreógrafa china Yang Liping, quien comenzó su invocación por la danza diciendo que el lenguaje corporal es la forma más instintiva de comunicación que tiene la humanidad.

Nosotros celebramos el Día Internacional de la Danza y, además, se entrega el Premio Nacional. Pero no tenemos un día de la danza cubana como existe el día del teatro cubano.

El día para celebrar la danza nuestra aún está por decidir.

Danza es todo lo que implique al lenguaje corporal dramatúrgicamente dispuesto para ser disfrutado por espectadores.

El sentido performativo, la transdisciplinariedad entre las diferentes manifestaciones escénicas hacen que la danza sea un reflejo social dinámico que formula a la cultura una situación dialógica ideo-estética, que expresa la realidad a través del cuerpo en movimiento.

Danza es todo lo que implique al lenguaje corporal dramatúrgicamente dispuesto para ser disfrutado por espectadores.

Es danza el ballet como evento primigenio en la organización espectacular del movimiento corporal en función de la música o viceversa, son danza también las comparsas carnestolendas, los bailes de salón, la danza contemporánea, la danza callejera, la recurrida danza fusión que tiene entre nosotros una cobertura considerable.

El diapasón de nuestras danzas escénicas tiene definitivas naturalezas en la definición de lo que somos.

La danza ha germinado y sustentado la cubanidad; esa que don Fernando Ortiz definió:

¿Qué es la “cubanidad”? Parece sencilla la respuesta. “Cubanidad” es la “calidad de lo cubano”, o sea su manera de ser, su carácter, su índole, su condición distintiva, su individuación dentro de lo universal. Muy bien. Esto es en lo abstracto del lenguaje. Pero vamos a lo concreto. Si la cubanidad es la peculiaridad adjetiva de un sustantivo humano, ¿qué es lo cubano?

A esa otra pregunta también la danza escénica ha ayudado a definir su participado oleaje sensorial y estético, su ululante dimensión vital y su habitada posibilidad.

Encontramos tanto en los fundamentos de nuestro ballet clásico como en los de nuestra danza contemporánea la esencialidad y encantamiento de la jerarquía de lo folclórico.

Lo folclórico constituyente del texto dancístico donde se narran los significados que configuran la intersubjetividad dentro de la estructura social y cultural de la Nación.

Lo folclórico agencia el ritmo y la medida del movimiento como imagen, el etnomovimiento, la etnomotricidad, la simiente de la cadencia corporal que nos imprime el ajiaco de cultura que somos. Tanto en una clásica Giselle, como en una contemporanizada Ochún, como en la movida de una comparsa santiguera o centro habanera está la calidad de una corporalidad que es cubana aunque se baile en puntas o sobre un ladrillo.

Será ardua la decisión para quienes les toque decretar el día de la danza cubana. Implicará hacer visible, reconstruir el paisaje dancístico y cómo este ha experimentado y significado los acontecimientos sociales.

La danza como capital simbólico en el fenómeno social de constitución de la Nación devela, conforma y da continuidad a la cultura cubana.

El día de la danza cubana deberá tener el insumo y el engranaje, la gravitación de los hechizos de la catedral orgánica: total biografía corporeizada de lo cubano en el movimiento y su biología habitada por las complejas experiencias del experienciar somático civilizatorio.

En portada: Gabriela Burdsall en Yilliam de Bala coming soon, de Sandra Ramy y Persona Colectivo. Foto Buby Bode.