Fracasadas las histéricas alharacas que pronosticaron, y hasta desearon, escenarios sociales de caos para una Cuba bajo pandemia, todo se encamina hacia la normalidad en la Isla. También el teatro
Por Omar Valiño
Fracasadas las histéricas alharacas que pronosticaron, y hasta desearon, escenarios sociales de caos para una Cuba bajo pandemia, todo se encamina hacia la normalidad en la Isla. También el teatro. A diferencia de muchas partes del mundo, y como parte de una política socialista de estado, sus hacedores fueron protegidos a lo largo de este periodo con ayudas y atenciones institucionales y sus salarios intactos, a pesar de cualquier limitación en ese ámbito. Muchas agrupaciones mantuvieron su actividad mediante las redes y las producciones audiovisuales. No es casual que sean las mismas a cuyas sedes acude el público en búsqueda de un ansiado e insustituible encuentro con el teatro al abrirse el telón.
En el Bayamo de la Fiesta de la Cubanía y los 40 años de la Sala José Joaquín Palma, Teatro Andante, trajo de vuelta el concierto titiritero Cantar a Teresita. Bajo la dirección de Juan González Fiffe, el grupo se rinde ante las veneradas piezas de Teresita Fernández. En Matanzas, Teatro de Las Estaciones también convida a un concierto en la Pepe Camejo. Lucelsy Fernández Oliva es la protagonista de Soñar con los ojos abiertos. Muñecos, actuación, danza, y por supuesto música, gracias a la concepción de Rubén Darío Salazar y Zenén Calero. El Centro Cultural Teatro Tuyo, de Las Tunas, acoge el espectáculo Fiesta de narices, que marca el debut de la compañía infantil de Teatro Tuyo con la guía de Aixa Prowl.
En Camagüey, en la Tassende, Teatro del Viento estrena La familia Vinagre, escrita y dirigida por Freddys Núñez Estenoz. Y al fin vuelve el teatro a La Habana que, a diferencia de otras partes del país, no ha visto una función durante estos largos meses. El Público retoma en el Trianón su temporada de Las amargas lágrimas de Petra von Kant, la aclamada obra de Fassbinder puesta por Carlos Díaz. Y El Ciervo Encantado, en su sede, estrena Zona de silencio, firmada por Mariela Brito. Trébol Teatro, en la Llauradó, presenta Humo, de Yunior García, al cuidado de René de la Cruz.
El Teatro Nacional de Cuba abre las puertas de la Covarrubias y de la Avellaneda, bajo la dirección general de Rodolfo Pacios, al Circo Nacional, que tampoco olvida su Carpa Trompoloco. De tal manera, tres espectáculos al mismo tiempo parecen saludar la primera convocatoria del Premio Nacional de Arte Circense, convocado por el Consejo Nacional de las Artes Escénicas (CNAE) con la colaboración de otras instituciones. Manifestación a la que rinde culto, en el Teatro La Edad de Oro, la Compañía Hilos Mágicos, con su probada Aquí está el circo, puesta de Carlos González. Mientras, en otras proposiciones enfocadas en la niñez, Teatro La Proa repone Entre quesos y ratones, con dirección de Arneldy Cejas. Y Pico sucio, versión y dirección de Christian Medina, va en El Arca.
Otros muchos espacios del país y de la capital aguardan por los espectadores, mediante tantísimas ofertas, que no alcanzan estas líneas para siquiera mencionarlas. Pero un buen mapa de auxilio lo es la cartelera virtual del CNAE, reciente iniciativa que mejora de un golpe la comunicación sobre la programación activa en toda la isla, disponible con facilidad en varias plataformas en línea. Se levanta el telón, retorna el teatro, vuelve la vida.
Tomado del periódico Granma
En portada: Las amargas lágrimas de Petra, puesta en escena de Teatro El Público, retoma su temporada, en la nueva normalidad.
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