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Ven, «te presto mis zapatos»

Daniela es una de las chicas que, sin ser beneficiaria directa del Proyecto Juntarte, reconoce momentos claves de aprendizaje en lo personal y profesionalmente, sobre todo en crecimiento actoral.
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Por Yoamaris Neptuno Domínguez

Daniela es una de las chicas que, sin ser beneficiaria directa del Proyecto Juntarte, reconoce momentos claves de aprendizaje en lo personal y profesionalmente, sobre todo en crecimiento actoral. El diálogo con ella no fue de los más cómodos pues prefiere mostrar su talento a través de la música; pero el poema ʺTe presto mis zapatosʺ[1], texto que defiende en el escenario va mostrando a esta joven sencilla a quien su novio (ahora esposo) lleva su almuerzo a cada ensayo o presentación. Esta última nota nos va a servir después.

Ven,

te presto mis zapatos,

para que te sumerjas a jugar un rato,

en las mismas aguas donde yo me ahogué.

Dani o Tati para los más cercanos, empezó a estudiar música con nueve años. Pura resistencia en esta larga carrera; donde, según ella misma:

ʺcuando vas creciendo te das cuenta que elegiste estudiar antes que jugar, antes que salir de paseo, antes de dedicar tiempo para ti y hacer las cosas propias de la infanciaʺ.

Sin embargo, no lo ve como algo malo, y más cuando lo que se hace pues te divierte, y no resulta tortuoso; pero muchos infantes no aguantan la prueba de resistencia. Recuerda su paso por las escuelas de música y el estrés que llegó a sentir, una experiencia compleja que hasta la llevó a pensar en desistir.

Muchos estudiantes creen que por ser la recta final es la más sencilla, y la verdad es que es muy difícil que un músico que llegue a nivel medio no se gradúe, pero eso no significa que serás bueno, o que podrás vivir de lo que llevas mucho tiempo haciendo. Es solo el fin de una etapa y el inicio de otra que requiere aún más entrega por la carrera, en plena adolescencia. Para mi fue una etapa de tomar decisiones, de pensar en el futuro, si seguir con mi carrera  de  9 años o cambiar de rumbo. Ser músico y artista en general requiere dedicación y amor, es una carrera de retos, de barreras, que siempre te está evaluando pero uno tiene que dejar las cosas negativas y pensar que si nos hace felices y plenos es el lugar correcto.

Ven,

te presto mis zapatos,

para que camines la vereda de mi vida y tal vez puedas comprender.

Ven,

te presto mis zapatos,

vive lo que yo he vivido,

y dime si aún te molesta mi proceder.

Daniela es una chica de esas que se les suele llamar ʺmenuditasʺ. La vemos en escena cantando y (lo que más puede sorprender) tocando un enorme contrabajo.

El contrabajo es un carrera difícil de estudiar para una mujer ya que requiere unas condiciones físicas que nosotras no poseemos de manera natural, sobre todo cuando empezamos tan pequeñas. Considero que aquí en Cuba el número de contrabajistas mujeres es bastante alto y, a pesar de que actualmente se han reconocido varias virtuosas del instrumento, la realidad es que los hombres nos superan con creces; a veces se le atribuye a la fortaleza y tamaño de su mano, así como su físico más musculoso que les permite pasar más horas frente al instrumento. Eso no significa que una contrabajista mujer no pueda ser brillante, simplemente debemos esforzarnos más para obtener los mismos resultados que un hombre.

Entonces no ha sido fácil…

No, no lo ha sido, pero esto no me ha detenido. Desde hace un tiempo comencé a interesarme por las artes escénicas, específicamente el teatro. Nada, explorar otros mundos y fue así como llegué a Juntarte o Juntarte llegó a mi, no sé bien (sonríe). Cambio, movimiento todo el tiempo, superación constante., hemos crecido y resulta hasta sorprendente los retos que nos ha impuesto y hemos podido superar. Las múltiples presentaciones nos obligan a replantearnos lo que puede significar para nosotros, verlo como un desmontaje, como múltiples piezas que engranan de manera diferente y dan resultados (a mi juicio) maravillosos. El proceso desde el inicio llamó mucho mi atención debido al mensaje que quería y debía transmitir.

Me hablas de cambio, retos, superación. ¿Esto es solo en el plano artístico?

Obviamente, no; quizás no sepa expresarme bien. Esto tiene que ver con los temas que tratamos. En mi caso, hablar de estereotipos de género basándome en el instrumento que toco, por ejemplo es una novedad. He aprendido que estos son considerados por especialistas como modelos de conducta social que se basan en opiniones que ya están concebidas, donde se le conceden valores, conductas y expectativas a las personas en función de su grupo de pertenencia sexual al nacer. Desgraciadamente esta es una idea que se legitima con respecto a las características que se definen como propias de uno y otro sexo. Desde el estereotipo, lo femenino se relaciona con lo débil, afectivo, lo que se subordina y se construye como un ser para estar en función de los demás y lo masculino es fuerte, racional, dominante y se construye como un ser que piensa para sí. Esto lo aprendí con Juntarte. Además de la sororidad, la empatía, el ponerse en el lugar del otro o la otra. ¿Qué te parece?

Ven,

ponte mis zapatos,

siéntete como me he sentido,

y entonces me cuentas si aún puedes ser tan cruel.

Sólo sabes una parte de la historia

y juzgas desde lo que puedes ver.

¿Quieres tener el panorama completo?

¿Música o teatro?

Las dos (sonríe) Ahora ando entre la música y el teatro lo cual resulta para mi enriquecedor. Esto me ha dado la posibilidad de compartir con personas diferentes en todos los aspectos (raza, sexo, religión, manifestación artística que ejercemos) y sin embargo son esas diferencias las que nos unen. Cada cual es un mundo y todos aportamos ideas diferentes y útiles a los procesos. El hecho de ser tan diferentes nos permite ser más completos y multifacéticos. Ese es uno de los motivos por los que desde que empecé a trabajar en las diferentes acciones que propone Juntarte, me siento útil y a la vez me obliga a estudiar, porque es un proceso que necesita de esas diferencias que te hacen completo y único. Pero también me hace fuerte (a pesar de que quien te dije me mime más de la cuenta (sonríe) y me creo que con mi actitud puedo ayudar a mujeres que se sientan menos que los hombres y hasta de las mismas mujeres.

Ven,

ponte mis zapatos,

camina mi trayecto

y luego dime si te duelen los pies.

 

Foto cortesía de la entrevistada

[1] Texto tomado de Internet