Por Frida A. Lobaina / Fotos Carmenate-Almaguer
La mañana gris y lluviosa no impidió el encuentro de críticos, creadores y apasionados del teatro de títeres y para niños, en el centro de convenciones Santa Cecilia. El foro UNIMA fue el motivo del conversatorio conducido por la maestra Blanca Felipe. Omar Valiño, Yud Favier, Rubén Darío Salazar y Maria Laura Germán aportaron su visión del universo titiritero, desde la labor creadora de cada uno.
Un nombre que sale a flote indiscutiblemente cuando se habla de títeres y de Cuba es Freddy Artiles; a él, Maira Navarro y el aniversario 40 del Instituto Superior de Arte (ISA) está dedicado el foro que comienza con la proyección del registro de Traspasos Escénicos.
¿Cómo llega el teatro de títeres y para niños al ISA? ¿Cuál es su espacio dentro del panorama teatral cubano? ¿Cuál es su historia?
Estas fueron algunas de las cuestiones discutidas en el encuentro. El títere y el ISA comienzan su relación años después de la fundación de la academia. Es precisamente Freddy Artiles con su seminario de teatro de títeres y para niños, que años después se vuelve la asignatura homóloga que estudiamos hoy, quien da pie a ese vínculo. No puede decirse que haya sido una relación fiel desde el comienzo. En algunas épocas los alumnos tuvieron que agenciarse “a pulmón” sus propias clases. Investigar, preguntar, ir y venir de un lado a otro en busca de información. Sin embargo, es sobre todo una relación apasionada y fructífera de la que surgió de una u otra manera Las Estaciones, símbolo de tradición e historia dentro del teatro de títeres y para niños en Cuba. Género por el cual han pasado directores como Carlos Celdrán y Raúl Martín.
El ISA es una fuente que brota agua para todos los ríos. Otro de los ríos ligado a esa fuente y al trabajo titiritero y de niños es Tablas Alarcos. Más de un centenar de obras de este género publicadas bajo el sello de esa editorial, acompañadas por igual número de críticas divulgadas por la revista Tablas. Porque apropiándome de las palabras de Rubén Darío, “cuando una obra es buena, lo es. No importa el género o la manera en la que esté hecha. Y la gente la va a criticar y publicar. Y la gente va a ir al teatro. Lo que le falta a este tipo de teatro es el orgullo que surge al conocerse su historia, historia que existe, que lleva como apellidos Camejo y Carril”. Una vez más este conocedor y eminencia dentro del teatro de títeres apunta la verdad.
El ámbito titiritero en el país de nuestro tiempo ya no es el de los primeros años del ISA, cuando los profesores rusos “cuadriculaban” cada operación artística como si se tratara, precisamente, de una operación. Hoy en día el espectro es más amplio, existe una asignatura, talleres opcionales, la catedra Freddy Artiles, una editorial activa que presentó en la misma jornada textos como Teatro sombrío para niños curiosos, de Christian Medina, Teatro Migrante para niños. Un caribeño en Nueva York, de Manuel Morán, Tórtola Mía, de José M. Espino, Historias que vuelan dentro, de Blanca Felipe. Existe un Mirón Cubano, un Arca, una Proa, unos Cuenteros. Existe títere en Cuba, por lo tanto, es necesario que la “tristedumbre” se vuelva fortitud ante este presente. Solo es cuestión de ganas, trabajo arduo, investigación y necesidad creativa. La pasión por ese mundo de artificio, mágico en el sentido más literal de la palabra, es el combustible para construir el orgullo que nos falta.