Por Roberto Pérez León
En enero, febrero y marzo el teatro para adultos tuvo en La Habana poco más de una veintena de montajes que de manera balanceada estuvieron fundamentalmente en los habituales escenarios del circuito de la Calle Línea. El Centro Cultural Bertolt Brecht y la Sala Llauradó sobresalen en esa zona teatral por el variado y sostenido programa de actividades. Un por ciento considerable del trabajo alrededor de las artes escénicas en la capital fue garantizado por esas instituciones.
Robin, Antígona y Yellow Cabaret sobresalen entre las puestas en escena del período por sus escrituras escénicas que aportan nuevas perspectivas en la constitución de la teatralidad entre nosotros.
Tres montajes que escapan de los esquemas escénicos funcionales, desafían el cliché, son dispositivos productores de sentido sin las redundancias y significaciones dominantes.
Robin, Antígona y Yellow Cabaret conforman imágenes que intercambian resonancias, crean, forman y fabrican nuevas formas de pensar y sentir el teatro desde la conjunción de coordenadas y dinamismos entre los sistemas significantes que integran las puestas en escena.
Antígona por Impulso Teatro y Robin de la Compañía El Cuartel cuentan con dinámicas escénicas que expanden una sustancial contemporaneidad. Son pujantes sucesos teatrales que en sus composiciones significantes alcanzan una enérgica integración entre actuaciones, música, escenografía diseño de luces, vestuario.
Agreguemos a estas obras sobresalientes del trimestre, el estreno habanero del colectivo Perro Callejero con la pieza Yellow Cabaret, espectáculo cabal donde la danza expandió calidades dramáticas determinadas por la teatralidad. Se trata de una puesta en escena que distribuye el movimiento entre lo visible y lo invisible en un régimen multilineal de fuerzas kinésicas y coréuticas entrecruzadas, que mezclan y fracturan estéticas ahorquilladas en un régimen de la luz poderosa, esa que emana del mito luminoso o ensombrecedor.
¿Qué significan en la capital poco más de una veintena de puestas en escena y unos cinco estrenos en el primer trimestre del año? ¿Son números representativos de eficiencia y eficacia en el ámbito teatral?
Contar con herramientas cuantitativas, con datos categóricos y porcentajes del comportamiento del trabajo escénico puede generar cambios en la percepción del teatro que se hace.
En el terreno de la crítica los datos ayudan a destacar significados. La carga de subjetividad inherente al ejercicio del criterio podría ser mediada, equilibrada por cifras y estadísticas de comportamientos puntuales en las artes escénicas: cuántos grupos teatrales tiene la ciudad, cada que tiempo estrenan una obra, costos de los montajes, total de funciones y recaudaciones, tipos de públicos que asisten, visión de la crítica especializada, formas teatrales que se producen.
Ciertos datos pueden abundar, desde un horizonte más amplio, en la reflexión crítica, aclarar respuestas y preguntas, apoyar suposiciones y diseñar expectativas con relación a lo espectatorial que en el teatro es todo lo relacionado con el espectador y la recepción, problematización que hace de los contenidos, incluyendo la interpretación de la obra, su reacción emocional a la misma y su nivel de participación en la experiencia teatral.
Cómo funciona el teatro y cómo se experimenta es vertebral en la gestión cultural global al ser el teatro un indicador del comportamiento social. Las cifras que arroja el trabajo escénico ayudan a pensar y proyectar. Las herramientas estadísticas son un componente de investigación y resolución de problemas, de políticas culturales, de proyectos en la comunidad, de estudios de audiencia, entre otros.
Dentro la perspectiva epistemológica, como base de conocimiento que determina el estudio del teatro, son insoslayables los datos que se obtienen ya sea desde el enfoque empírico que implica el estudio de las representaciones teatrales y las respuestas del público, la experiencia sensorial hasta, por otra parte, el enfoque desde la teoría y la crítica.
Nuestra cultura es subvencionada por el Estado. Las complejas y súbitas coyunturas económicas en las que puede verse inmerso el país deprimen los subsidios a las artes escénicas y nos obligan a usar datos para extraer algoritmos que permitan la incorporación de variables que posibiliten la continuidad del desarrollo cultural.
En portada: Yellow Cabaret de Perro Callejero. Foto Darío Ortega