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Un teatro donde las fronteras de los vivos se hacen difusas

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Por Roberto Pérez León

«Toda la vida de las sociedades en las que reinan las condiciones

modernas de producción se anuncia como una

inmensa acumulación de espectáculos.»

Guy Debord

El teatro, arte por excelencia donde la carne, el aquí y el ahora han sido esencias de su existencia, ahora enfrenta una realidad mixta donde emociones humanas y datos de internet se entrecruzan para arman una máquina orgánica de incontrastable realidad.

¿La espontaneidad y autenticidad del hombre como naturalezas de lo teatral al ser compartidas con la tecnología quedarán restringidas?

Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación constituyen y agregan narrativas a la cotidianidad, desafían la percepción que hasta ahora hemos tenido de la creatividad teatral. Pero esto no será óbice para que el teatro siga siendo un reflejante suceso activo que influye en la capacidad del ser humano para procesar y responder emociones.

Y todo empezó hace un siglo cuando se estrenó R.U.R., atronadora invención teatral por su visionaria y distópica propuesta. Esta obra acuñó el icónico término robot que proviene del concepto checo “robota” que significa servidumbre laboral, trabajos forzados.

Karel Capek es el autor de R.U.R. Tiene el sorprendente escritor checo una significativa obra literaria donde en más de una ocasión se anticipó al futuro. Aparte de las novelas y relatos cortos escribió teatro. R.U.R. fue su primera obra, ahí advertía sobre el progreso. La pieza escribió en 1920, se estrenó en Praga en 1921 y al año siente se puso en Nueva York.

R.U.R. son las siglas de Rossum’s Universal Robots, el nombre de una empresa que fabrica humanos artificiales para aligerar el trabajo de las personas. A los humanos fabricados Capek los llamó robots.

Entonces, en la segunda década del siglo pasado se aludía en una obra de teatro a una entidad con vida propia, aunque lo real en ella era solo latente, posible, con una mecánica virtual, artificial.

La artificialidad es una manifestación de la relación del hombre con la tecnología. Podemos considerarla un estado sostenible de la realidad sustentado por los conceptos de creación y progreso. Ya tenemos que admitir la sobre naturaleza de lo artificial.

La Inteligencia Artificial generativa se utiliza en la creación de contenido inédito de arte, como imágenes, piezas visuales, diseños de vestuario, escenografía, planos, prototipos de objetos, voces y videos.

Esta intrépida herramienta de la informática como recurso para desarrollar abordajes creativos, puede integrar diferentes realidades y tecnologías que dan lugar a productos artístico de considerable alcance imaginativo, según el diseño de algoritmos que suplen y representan las decisiones humanas.

En el mundo del teatro cada vez más la experiencia perceptiva se amplía. Una puesta en escena intervenida por la tecnología estimula el pensamiento y enriquece la sensibilidad a la par que desarrolla nuestras capacidades cognitivas. Decía Lessing que así se llegaba al felix aestheticus: la persona que logra el equilibrio entre el saber y el sentir.

La Inteligencia artificial es una fantástica oportunidad de entrecruzamiento tecnológico. Sin ser portadora de experiencias personales ni emociones propias puede generar, desde el algoritmo que la concibe, emociones, razones, conocimientos, ideas que en co-creación con la acción humana potencian las artes escénicas. Por supuesto la suprema sutileza de la creatividad radica en el ser humano.

En los últimos meses hemos tenido algunas puestas en escena donde la Inteligencia artificial ha tenido un rol protagónico en diferentes niveles. En México se estrenó Inteligencia actoral, una comedia de enredos que aborda cómo interpretaría a Hamlet un robot. En la obra se utiliza un robot idéntico al actor principal para interpretar el personaje de William Shakespeare, mientras que el actor original sale de viaje.

Hamlet sin duda es uno de los personajes más complejos de la dramaturgia planetaria. Son innumerables las puestas que ha tenido Hamlet y cada una de ellas aborda al personaje de manera diferente. Abordado por un robot es una muy sorprendente manera de disfrutar la creación shakesperiana.

A España llegó Sh4dow, travesura léxica que se entromete con la palabra ‘shadow’ (sombra) y alude al sobrecogedor cuento homónimo de Hans Christian Andersen. La sombra es un cuento para adolescentes y adultos sobre el cambio en la vida de un sabio al descubrir que su sombra ha escapado; y, si esta huida de la sombra pareciera insólita más lo es la propuesta que más tarde la sombra le hace al sabio.

SH4DOW -who is master who is Shadow? es el primer montaje teatral protagonizado por una inteligencia artificial y se debe al creador danés Mikael Fock, un destacado artista multimedia.

La Inteligencia Artificial genera contenidos. Pero eso no quiere decir que sustituirá por lo pronto al hombre. Se trata de un poderoso medio con posibilidades que extienden el horizonte de la producción y percepción ideo estética de una puesta en escena.

Al interactuar actores humanos y agentes digitales como contrapartes la puesta en escena adquiere un dinamismo de efectos emocionales y espectaculares. Se ensancha la experiencia estética. La lógica del ver queda mediatizada por la imagen como agente definitorio de una presentación donde cohabitan la realidad, lo irreal, lo virtual en una mostración de dinamismo de aparatosa visualidad.