Entrevista a Yasel Velázquez, actor de Etcétera. Grupo humorístico de Holguín, que se presentará los días 10, 11 y 12 de febrero en la sala Covarrubias del Teatro Nacional con el espectáculo Los hijos del paquete, en sus horarios habituales.
Por Carlos Gámez
Las artes escénicas son un constante hervidero de pronósticos que se lanzan a esa caldosa que es la recepción del público. Nada más picante para un sabor inolvidable que el humor. Sin embargo, no todos proponen en su receta de domingo una pizca de pimienta, aunque ésta demande su presencia en los ingredientes y se haya probado en la tradicional cocina cubana. Yasel Velázquez es un actor del grupo humorístico Etcétera, nadie como los chef profesionales para expresar las bonanzas de una receta y la necesidad de su inclusión en un menú de referencia.
Los cubanos hemos sido, desde tiempos inmemoriales, apegados al humor como expresión de nuestra personalidad. Con semejante competencia ¿cómo construyen los intereses del grupo?
Siempre partimos de una idea inicial que nos trae el director, a veces la cotidianidad de las cosas que uno ve en la calle nos va dando ideas. El cubano es una persona muy creativa. En su día a día el cubano va creando un chiste sin querer. Siempre esa expresión de que el cubano se ríe de sus problemas ha formado parte de esa imbricación del humor con su ADN.
A veces cuando un tema nos parece tonto lo dejamos, lo desechamos, y cuando nos parece más profundo buscamos complementos de la escena. Primero hacemos un trabajo de mesa que nos dé como lo vemos cada uno en la escena.
Creo que al grupo hoy le aporta mucho la tradición, no sólo cubana, sino de otros como Les Luthier, quien ha influido mucho en los últimos 40 años. También grandes humoristas cubanos y grandes actores que influyeron desde el audiovisual; desde el mismo cabaret, el mismo Teatro Alambra, o el teatro bufo. Fueron la génesis del humor cubano.
Hoy esos artistas nos ponen la varilla bastante alta, y nos retan a no romper con ellos por respeto al público. Pienso que toda acción artística debe tener como fin que el público diseccione tu obra, la digiera y se vaya con una reflexión, que muchas veces el humor cubano actual no lleva eso: una reflexión.
Para el público es importante verse reflejado en alguna arista del suceso que cuentan los actores de teatro. ¿pueden ustedes, desde el humor actual, trabajar con tal condicionante? ¿ayuda o reta?
Siempre nos reta, yo siempre digo que el mejor espectáculo está por venir. Ya el que tengamos, o esté en repertorio, amén de que funcione, nos impone superarnos. El público es el termómetro de si está bien, si está mal, o estás por la cuerda. O de si te estás yendo de tu eje original, hablando de una cuestión de estética, que eso también es algo variado. La estética en el humor… a mí la gente me ha dicho ¿y el humor tiene estética? ¡Claro que tiene estética! Es un hecho escénico. El canto lírico es un hecho escénico, el circo está dentro de las artes escénicas también, la comedia, etc. El humor es un hecho escénico, lo que un poco más popular.
Cuando tienes un público que va a tu espectáculo, y al salir se queda con una reflexión, ganaste, transmitiste algo, no sólo el hecho de la risa o la carcajada simple que el final fue el momento. Lo que la gente se lleva a casa, una vez que el espectáculo termine, esa es nuestra meta, que se vayan con un pensamiento, con una idea. Que la risa pueda ser un elemento reflexivo, me parece que eso es algo que siempre tratamos de mantener con el público.
En varias ocasiones he escuchado a varias personas amantes del humor referirse a los archivos de video realizados en cabarets o sitios nocturnos particulares, como una parte más terrenal de los humoristas, y a veces hasta ofensiva. ¿crees que la condición del teatro como legitimidad imponga cierta calidad? ¿cómo se insertan en estos circuitos? ¿qué tienen en cuenta para el repertorio a interpretar?
Yo creo que hoy no solamente el humor cubano, yo creo que también, el arte y el pensamiento general cubano, están un poco flojos, un poco débiles; por una cuestión básica: la educación cubana, desde la cimiente, desde que empezamos en la primaria, la secundaria, está teniendo baches importantísimos. Por eso es que el reguettón prolifera, siendo una música sin ningún contenido.
¿Qué buscamos entonces? A veces el humor se quiere ver como el reguettón escénico, y NO. Los centros nocturnos particulares, o los centros estatales, que tienen este humor ofensivo que se basa en la crítica al público, agrediendo a este público, me parece que esa no es la única variante que hay, sin embargo, es muy popular hoy por hoy. ¿Qué pasa? Que al bajo nivel de pensamiento al que hemos llegado le es más fácil hacerse del chiste fácil, con la mala palabra, la ofensa, la chabacanería, y el teatro es el estándar más alto. Aquellos que empezaron en el teatro por una cuestión economicista, por una cuestión banal o fácil, están ahora haciendo cabaret. Pero del tipo más pedestre, más ofensivo. No respetan ese límite que hay, esa cuarta pared con el público; porque el público vino a disfrutar, no a ser ofendido, no a ser maltratado, no a perder.
Y me parece que nosotros no podemos, no criticamos en general a los que lo hacen, si tienen un resultado, perfecto, pero… el teatro es nuestra casa y debemos mantener eso.
Yo creo, y lo he dicho otras veces, si no existiera el humor teatral, no estaría haciendo humor, volvería a hacer teatro, que básicamente es mi formación.
El teatro es una estructura, es una estructura de escena, tanto en diseño de luces, de vestuario, varias cosas que complementan la actuación. Y eso se está perdiendo. A veces llegas a un teatro y es una iluminación fría, blanca, tampoco hay un diseño de vestuario. O sea, que no hay una unidad artística creadora. Eso en el cabaret particular no es necesario; y tampoco un respeto al público de un cambio de vestuario para que la imagen sea diferente, no hay una luz enfocada en el artista, cuando vienes a ver es el medio más cercano de reconocimiento. Porque en esta Cuba de hoy el que tiene posibilidades económicas no es el intelectual, el profesional, el universitario. Entonces quien va a esos cabarets no va con un pensamiento elevado; tiene economía y lo que quiere es el chiste fácil, rápido, que no te dice nada tampoco.
Esa es la diferencia grande entre el humor teatral y el humor de cabaret. El humor teatral es el estándar, el cuarteto, la finesa que todavía mantiene lo cubano.
Consideras que las formaciones particulares de cada uno de los miembros de Etcétera contribuye a la elaboración de un repertorio más profundo, y por tal razón, con un poco más de acceso a públicos exigentes.
El grupo tiene ya once años. Surgió en la Universidad de Oriente, como todo el humor, que no viene de las academias, sino del sistema universitario. Eyder, el director, es de ese mundo, pero penetra en este otro, porque yo soy formado en academia. De todas formas él, autodidactamente, se ha formado una base muy importante del teatro como escena, como síntesis. Yo creo cada uno de nosotros aporta lo suyo desde la comicidad que pueda tener, que ser graduado de escuela también complementa un hecho general de que su idea se vuelva un hecho escénico con valores y que llegue al público más crítico, que digo es el público formado en el teatro. Que ese público valore el hecho que está viendo como algo de vuelo artístico.
¿Cómo definiría Yasel Velazquez la situación del humor hecho por los jóvenes? ¿crees es considerado un camino tan importante como el drama?
Sí. Hoy hay pocos jóvenes haciendo humor, creo que Etcétera, es el único, otro proyecto de Artemisa, que también entró al Centro Promotor del Humor. Porque todos los humoristas son de una generación anterior, de los 80´, pero creo que se está perdiendo el hacer buen humor, se está perdiendo el lograr una idea escénica lógica, y sobre todo por los jóvenes, porque están más inclinados en nuestras academias por el drama, siquiera en el teatro para niños, y aquellos que tienen alguna vertiente, algún camino hacia el humor, no lo encuentran, porque no existen los medios. Los directores de teatro establecido trabajan la comedia, pero una comedia desde el hecho teatral, más grandilocuente. El humor tiene otros códigos, otros gags, me parece que hay gente muy buena, con muchas condiciones ante el humor y me parece que podrían estar en el movimiento, pero también a veces hay una barrera, entre el teatrista y el humorista, que es muy difícil de romper. Se ve el humor como un arte escénico menor.
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