Por Carlos Gámez
Supongo que alguien dijo: “es necesario un espacio que dinamite el ambiente actual de la danza en Cuba”. Entonces tuvimos, durante el Mes de la Cultura Francesa en Cuba, la oportunidad de disfrutar de algunas de las voces autorizadas que están creando piezas importantes en las artes escénicas del país galo. Para confrontar, para epatar, para movilizar los asentados cúmulos de pretendientes a mover el cuerpo como lenguaje artístico.
El evento FOCUSDANZA’16 se realizó del 25 al 29 de mayo en la capital cubana. Con espacios en varias zonas de la ciudad, el encuentro enfocó su realización a las presentaciones en El Ciervo Encantado, la Fábrica de Arte Cubano y la sede del grupo Danza Teatro Retazos, entre otras locaciones.
Sin embargo, las presentaciones de los invitados en la sede de Nelda Castillo y su grupo, serían definitorias para quienes asistieron a la agenda del evento buscando inspiración, conocimiento. Las propuestas visionadas estaban dispersas entre varias corrientes, manières de crear. Mas no estábamos allí para delimitar instantes de una producción artística, sino para encontrar en la escritura danzaria una revelación ante nuestra abulia.
FOCUSDANZA’16 llegó para decirnos que también podemos mirar hacia el pasado, que desde otras zonas hay quienes están creando con similares presupuestos todavía no explotados en estas tierras. No digo, ni insinúo, los derroteros a seguir por nuestros danzantes, mas sí inclino la visión a la postura diferente de mirar el movimiento del bailarín.
Las obras visionadas de Jérôme Bel, Volmir Cordeiro y Christophe Haleb exhibieron una diferencia que no pretendía conquistar desde la superioridad, sino compartir el espacio de una sala con otros. La noche del sábado en El Ciervo Encantdo fue el momento de realizar ese intercambio, la expresión cardinal de la importancia del encuentro.
Luego de la proyección del filme Véronique Doisneau (2004), de Jérôme Bel, se realizó un debate con el público donde salieron a relucir muchos cuestionamientos sobre las jerarquías en el ballet, el papel del bailarín en la compañía, la relación coreógrafo-bailarín. Estas preguntas y respuestas enunciadas por los bailarines y demás miembros de la comunidad danzaria en Cuba, después de la exposición del coreógrafo francés de su proceso trabajo, iluminaba algunas zonas de penumbras en cuestiones de comparaciones con “otros cardinales”.
La fuerza del intercambio estriba en la capacidad que tengan emisor y receptor de asimilarse entre sí. Cuando se crean plataformas como FOCUSDANZA’16 para presentar diferentes libros de creación, deben ser precedidas de una gran promoción, pues, sin la voz del anfitrión, el espacio sufre la inexistencia. Son muchos los que debieron estar presentes en las actividades del encuentro, ya que las propuestas de los invitados que actualmente trabajan en París y escriben desde su obra un capítulo de la danza contemporánea, estuvieron en esta tierra para beber de ella y viceversa.
Sin embargo, el encuentro dejó preguntas en el tintero alrededor de la academia como estrato inamovible, la visión de cómo puede ser la danza contemporánea también una emergente presencia de lugares comunes perfilándose como discursos académicos; la provocación en nuevas escrituras sobre sujetos marginales; la palabra enunciada por desconexiones que impiden su consumo.
FOCUSDANZA’16 permitió el viaje en el tiempo hacia coreografía de los 90´, hacia novedosas maneras de danzar. Con el conocimiento de sus autores y los caminos transitados, su experiencia puede ser utilizada, si bien no con la misma operatividad, al menos desde la luz que emite su foco.