Por Frank Padrón
Un año separa de la «cuarentena» el cumpleaños de uno de los centros culturales más importantes del país, y -me atrevería a decir- de América Latina.
El Mejunje de Silverio -como se le conoce en muchos lugares-, es uno de sus emblemas indiscutibles en Santa Clara y de Cuba. Este 26 de enero arribó a sus treinta y nueve años enfrascados en el arte, la inclusión, la guerra a muerte contra discriminaciones y prejuicios.
Han sido cuatro décadas de sembrar y regar semillas de multiculturalidad, dentro de ese inmenso y único patrimonio, de variedad y compromiso, eso sí, con los más elevados valores ideoestéticos.
Aunque acogió el transformismo como arte legítimo cuando era tabú, ofreció albergue y protección a sus generalmente rechazados cultores, el inmenso patio y su pequeña sala teatral, sus bares y galerías se erigieron en sede del arte todo, múltiple y plural: el rock, la trova, la danza, el jazz, el teatro y la literatura, el cine, la moda…, tuvieron y tienen su espacio dentro del gran espacio que Silverio, su fundador y líder, con su incondicional trouppe, han mantenido y perfeccionado hasta hoy.
Por ello, en el marco de las recientes Jornadas Villanueva efectuadas en varios puntos de la geografía insular, El Mejunje renovó sus votos treinta y nueve años después, con una intensa y fructífera jornada de celebración y reafirmación.
Un conversatorio repasando su historia y sus conquistas, con algunos de sus trabajadores y colaboradores; un taller sobre producción artística; un panel sobre «Teatro de resistencia» moderado por el director Freddy Nuñez Estenoz, líder de Teatro del Viento -habitual en sus festivales- fueron algunas de las actividades por la fecha.
Freddy y su grupo, a propósito, protagonizaron uno de los momentos más elevados de la jornada con dos repletas y entusiastas funciones de su pieza No tengo saldo, un docuteatro que pone el dedo en supurantes llagas de la realidad nacional con renovado equipo de jóvenes actores, la mayoría con atendible potencial histriónico.
Por parte de los villaclareños, hubo también notables puestas con nuevas presentaciones de Las bebidas van por Perl, una de las cartas credenciales de Teatro sobre el Camino y No importa-gran éxito de la compañía anfitriona-, sin olvidar la gala final con nombres relevantes del catálogo El Mejunje en su habitual variedad genérica, para dar paso a otros con peña fija: los excelentes cantautores de la Trovuntivitis.
Antes, la galería exponía la valiosa colección personal de Silverio, y fue sede de reconocimientos y regalos por autoridades políticas y culturales de la provincia.
Justo allí, el director lanzó la convocatoria, al próximo «Mejunje teatral» en abril, esa vitrina escénica de todo el país; ocasión propicia para festejar entonces los 40, de un renovado y cada vez más joven Mejunje.
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