“Toc Toc”: Ha Llegado Una Buena Comedia A Los Escenarios De La Capital
Por Esther Suárez Durán
En este caso Toc se refiere a las letras iniciales de las tres palabras que denominan las patologías entendidas como “trastornos obsesivos compulsivos”, lo cual alude a un amplio número de comportamientos reiterativos y sin control, vistos como no ordinarios, referidos a la conducta humana.
En 2005, París fue el escenario teatral de su estreno de la mano de su autor, Laurent Baffie (París, 1958), también director teatral a la vez que humorista, conductor de shows radiales y televisivos, realizador de cortos cinematográficos, escritor y persona muy conocida por la originalidad con la cual ha usado en innúmeras ocasiones la técnica de “cámara oculta”.
Contra todo lo que podría vaticinarse en las sociedades que vigilan con celo el tema de “lo políticamente correcto”, el asunto de armar una broma colosal a partir de colocar en escena un pequeño grupo de personajes como pacientes en los cuales se expresan una serie de trastornos obsesivos compulsivos reales, y reírse a mandíbula batiente de lo que allí sucede salió no solo indemne, sino victorioso y se transformó en un exitazo de taquilla con miles de representaciones.
Más tarde el texto sería traducido a nuestra lengua y el fenómeno se repetiría en Madrid en iguales proporciones, para comenzar a representarse en Cuba por el grupo de actores que ha convocado Hugo Vargas y A teatro limpio en esta oportunidad, dando cuenta, desde las primeras funciones, de la entusiasta acogida del público que colma noche tras noche la Sala El Sótano, en El Vedado, mientras un número semejante de personas queda sin poder entrar.
El elenco que disfruté está integrado por Iván Balmaseda, como Alfredo, quien padece del síndrome de Gilles de la Tourette, con el que se reconoce la exclamación incontrolable de palabras obscenas; José Alejandro, como Vicente, con la Aritmomanía; Yamira Díaz, como Blanca, con Nosofobia; Ana Pomares, como Lily, con Palilalia y Ecolalia (repetición compulsiva de palabras y frases); de Ludmila Alonso, como María, víctima de la necesidad de verificación compulsiva; Rafael Alonso (en su primera incursión en el teatro para adultos), como Boby, quien es incapaz de pisar rayas de cualquier tipo en el suelo, y Jaime Jiménez actuando a la secretaria del psiquiatra.
La trama se desarrolla en la sala de espera de una consulta de psiquiatría, la cual en este caso está sobriamente diseñada de forma que el espectador pueda concentrarse y disfrutar de la labor de los actores. No obstante, el diseño permite algunas variaciones en el espacio, lo cual no solo aporta dinamismo a la puesta sino que, desde otro ángulo, vuelve a colocar el acento en el desempeño actoral.
El elenco exhibe un excelente trabajo de conjunto, que resulta decisivo para el logro de los objetivos de un espectáculo como este –que opera como una sinfonía–, y un nivel encomiable, a pesar de contar con actores de diversos grados de experiencia.
Me gustaría destacar las interpretaciones que logran Ana Patricia Pomares, una joven actriz recientemente galardonada con uno de los Premios Caricato; Yamira Díaz, Iván Balmaseda –excelente en el contraste entre ser todo un caballero y no poder controlar las obscenidades que lo toman por asalto–, y Jaime Jiménez. Las intervenciones de este último son precisas y muy bien logradas.
En la función que pude disfrutar hallé a José Alejandro sobreactuado, sobre todo en sus primeros momentos en escena. Es cierto que el actor que ha de “romper el hielo” tiene sobre sí una responsabilidad peculiar, en ocasiones “da el tono”, como un director de coro, para el resto; vale la pena atender este asunto, se trata de un actor con magníficas capacidades y no hay dudas de que cuenta con todas las condiciones para desarrollar muy bien su cometido en esta puesta.
Felicito a la Sala El Sótano por presentar esta obra en su programación de primavera ya que, sin dudas, atraerá nuevamente a este magnífico espacio al público que siempre le ha sido fiel, alejado, no obstante, momentáneamente, ante una programación anterior que no resultaba atractiva.
Gracias a A teatro limpio y Hugo Vargas por presentarnos este éxito contemporáneo de Baffie y hacerlo con tanto tino que nos permite divertirnos y pasarla muy, como parte de esa comunidad especial que resulta el público teatral en cualquier parte.
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