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Tender puentes por la danza en tiempos de pandemia. Marta Ávila Aguilar, Costa Rica

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Marta Ávila Aguilar, bailarina, coreógrafa y diseñadora de vestuario (Danza Universitaria Costa Rica y DanzaCor) Directora de la Escuela de Danza de la Universidad Nacional de CR. Docente. Crítica. Investigadora Doctorada en Cultura Artística. Autora de varios libros y artículos académicos sobre Danza en Centro América.

Desde la Escuela de Danza de la Universidad Nacional de Costa Rica, y en mi condición de maestra, investigadora y directora, esperaba con ansias el inicio de 2020 para cristalizar muchos planes artísticos y académicos, pero la pandemia derivada del Covid 19 y todos sus efectos colaterales impactaron nuestras agendas y los planes de trabajo, todo nos cambió. No solo a nivel personal, sino en el laboral y especialmente en la producción dancística; es decir la vida nos dio vuelta.

Esta coyuntura nos obligó, como colectivo a buscar fortalezas escondidas, repensar el concepto de tiempo, a valorar la cercanía, pero también la distancia y perder el contacto corporal. Tuvimos que dejar de impartir lecciones presenciales para trabajar en modalidad virtual, apropiarnos de plataformas y herramientas tecnológicas que las teníamos postergadas o las observábamos como complementarias. En general, nos invadió el temor ante lo desconocido, la soledad, la muerte, el desempleo, el hambre, la desconexión; vivimos muchos cambios bruscos, en muy poco tiempo y pensábamos que sería pasajero.

Para la danza escénica, la nueva realidad también trajo cambios y uno de ellos, tal vez el principal, fue el no poder compartir espacios escénicos, ni estar juntos en las butacas de los teatros. De este modo, los protocolos impuestos por las jerarquías administrativas nos obligaron, para bien de los demás; al distanciamiento.

En este sentido, se cerraron los teatros, las academias de danza y en las escuelas de arte empezamos a trabajar desde la presencialidad remota, pero ante esta situación, el arte no se acabó ni se detuvo. No quedó más, en este año pandémico, que pensar de otra manera para seguir bailando. Razón por la cual, tuvimos que crear varias estrategias de sobrevivencia. Así fue que vi, en las redes sociales, a muchos colegas compartir sus videos con imágenes o trabajos artísticos realizados en otros formatos y para contextos distintos a los propósitos de los teatros, con el fin de estar presentes; en esta crisis o en esta época de guerra sin balas, pues, en este tiempo, hemos visto a muchos seres queridos morir.

Para construir entre estas grietas que nos ha dejado la pandemia, se hace necesario reflexionar y compartir, ¿qué hemos hecho desde la danza?, nuestra razón de ser. En este sentido, pienso, sí, estamos ante una nueva era para la danza, el arte y la cultura, post

Covid-19, o si estos rituales (protocolarios) llegaron para quedarse, o si es transitorio, no lo sé. No obstante, algo bueno ha tenido este año. Ya que como colectivo he identificado muchas cosas que hicimos para sobrevivir en este encierro forzado. Esta globalización nos ha permitido unirnos mediante las plataformas digitales, reunirnos más a menudo con colegas que antes, solo podíamos vernos de tanto en tanto. Pero, ahora: sin tocarnos, sin abrazarnos, sin danzar en conjunto, sin sudar. En este punto señalo, la experiencia de haberme incorporado a la Red de investigadores de la Danza denominada Descentrados, creada en Argentina en 2019 y gracias a la invitación del compañero Javier Contreras, he podido compartir con colegas de la mayoría de países de América Latina para intercambiar nuestros escritos y pensamientos que apuntan a desprenderse de la intelectualidad hegemónica y valorar nuestros aportes al debate internacional con una nueva mirada.

En mi práctica como docente de Historia de la Danza en Costa Rica, crítica e investigadora, observé la relevancia que tomó todo un cúmulo de publicaciones que muchas personas habíamos realizado sobre este tema, pues en este tiempo Covid-19, esa producción les permitió a mis estudiantes, hurgar en sitios virtuales para descubrir mediante la lectura y el análisis sobre acontecimientos, personajes, eventos dancísticos y de obras coreográficas.

En este momento, un proyecto de investigación como: “Rescate del Patrimonio coreográfico”, que ha recuperado más de 250 obras de varios artistas y las ha trasladado de formatos analógicos a digitales y posibilitando que muchas personas nacionales y extranjeras conocieran el acervo artístico costarricense, sin acudir a una biblioteca o teatro desde la plataforma virtual de YouTube, es fundamental.

A pesar de la pandemia, desde la UNA, no nos quedamos quietos, y los proyectos creativos como la Compañía de Cámara Danza UNA y el grupo UNA Danza Joven, así como desde los trabajos de los estudiantes de la Escuela de Danza en 2020, nos sorprendieron a todos los espectadores virtuales con una extensa producción coreográfica generada y registrada desde dispositivos como teléfonos inteligentes o cámaras digitales.

Solo desde la UNA se produjeron las temporadas denominadas Olor Naranjo, realizada por los seis bailarines de la agrupación quienes trabajaron desde sus casas con apoyo de sus familias en los aspectos técnicos básicos con valiosos resultados.

También con el coreógrafo Jimmy Ortiz ejecutaron la producción titulada Sublime egotista. Con igual entrega ejecutaron el trabajo dirigido por el coreógrafo Gustavo Hernández Puto futuro, recientemente estrenado en las plataformas virtuales. Es decir, los teatros cerraron, pero se abrieron otras ventanas.

El grupo UNA Danza Joven, realizó difusión de sus trabajos mediante estas plataformas, se reunieron con estudiantes de otros colegios y comunidades y les mostraron producciones, todas con temáticas derivadas del contexto pandémico, como fue la temporada virtual con el trabajo colectivo denominado Larga y romántica caminata hacia el refrigerador y la transmisión en vivo de las piezas coreográficas de los estudiantes Mauricio Axayacatl, David Jiménez, Karol Chaves y el maestro Fito Guevara en Remota.

Así mismo, nos sorprendieron los trabajos realizados desde los cuatro niveles de cursos de composición de la Escuela de Danza, donde los estudiantes introdujeron imágenes de sus hábitats a sus creaciones en solitario.

Otro ejemplo de esto, en el ámbito nacional fue Estrena Danza, una idea generada por Karina Salguero, directora del Teatro Nacional de Costa Rica, institución pública patrocinadora del Festival de Coreógrafos Graciela Moreno y Adrián Figueroa, líder del Encuentro de Solos Hecho a Mano, quienes integraron a otros festivales (La Semilla y Festival Danza Urbana), con el objetivo de unir esfuerzos para potenciar el gremio de la danza escénica en Costa Rica; utilizando las plataformas virtuales disponibles: Facebook, Teams, Zoom, Instagram, incluyendo nuevos colaboradores, que permitieron combinar los recursos institucionales con los del sector independiente.

Esta tensión del encierro Covid-19, también potenció que los estudiantes y maestros de Danza de tres universidades de México y Costa Rica: Universidad de Sonora, Universidad de Nuevo León y Universidad Nacional, al sentir la urgencia de compartir lo vivido, durante el 2020, nos reuniéramos en la actividad MartesDanza, encuentro que se realiza desde hace varios años de modo presencial, lo hiciéramos virtual en febrero de 2021. En esos, martes dialogamos, aprendimos unos de los otros, disfrutamos de propuestas dancísticas y nos acercamos a otros entornos similares.

Hoy a un año de este distanciamiento, sigo deseosa de volver a bailar, de estar en un teatro lleno de gente, de tener contacto cercano con el público, de respirar sin tapabocas, de reconocer a las personas con su rostro completo y de abrazar a mis amigos.

De igual forma, estamos trabajando para volver a la presencialidad con responsabilidad, ya lo hicimos con una breve temporada realizada en marzo 2021, denominada La necedad, en la que nuestros estudiantes graduados 2020, pudieron bailar con un aforo reducido, pero en el teatro y con espectadores in situ. También los miembros de la CCDUNA, tuvo su temporada con aforo controlado el Trabajo en proceso TRAS-PASO dirigido por Andrea Catania. En fin, no sé si nos estamos preparando para una nueva etapa de la historia de la humanidad. Solo espero que este proceso nos haya hecho mejor como especie.

Que el aprendizaje no sea solo en lo relativo a la escolaridad o creatividad, sino en una nueva forma de pensar la existencia.

Texto extraído del Dossier DamasDanza(s) de la autoría del porfesor e investigador Noel Bonilla-Chongo.