Por Ailén Castilla Padrón
Cuando a inicios de 2022, Invasor se hizo eco de la noticia de que la compañía Teatro Primero trabajaba en la puesta en escena de un clásico de las tablas cubanas, nunca pensamos que tendríamos que esperar más de un año para que las intenciones fraguaran. Ahora, por fin, la obra El zapato sucio, del dramaturgo avileño Amado del Pino, está lista para ser disfrutada por el público los días 20 y 21 de octubre, en la sala Abdala de la ciudad cabecera.
El tiempo transcurrido ha sido suficiente para perfeccionar la puesta en escena y acercarse a la mejor interpretación posible de cada uno de los roles que veremos en vivo y en directo. Además, su estreno coincidirá con el evento de narración oral Molinos de Cuentos y con las celebraciones por los 34 años de Teatro Primero, por lo que hay razones de sobra para mantener en alza las expectativas.
De acuerdo con información publicada en la página oficial de la compañía en Facebook, el argumento se centra en la historia de un joven que regresa a la casa familiar, una granja en la que vive su padre anciano.
“Allí se encuentra con viejos recuerdos y personajes, que representan a personas y voces que marcaron su vida, y con los hechos que le impulsaron a labrarse un futuro, a la búsqueda del amor no encontrado y al deseo de buscar un lugar en el mundo. A su vez, viejos estigmas tradicionales le enfrentan a un padre que le niega su protección y, a pesar de su edad, quiere rehacer su vida con otra mujer”.
Sobre esta base ha trabajado Oliver de Jesús en la dirección artística de la pieza, quien explicó a Invasor que los protagónicos, padre e hijo, serán asumidos por Giraldo Alfonso Pérez y Marcos Etian Carvajal, respectivamente.
“La escenografía no es realista, por lo que el montaje recurre a dos taburetes y un sillón para aportar en la construcción del ambiente campesino”, agregó el director de la compañía.
El zapato sucio salió a la luz pública en el año 2002 y mereció el Premio Nacional de la Crítica y el Premio de Dramaturgia Virgilio Piñera.
Entonces se reconoció “por su intensidad dramática y el manejo de recursos expresivos para develar facetas complejas de la realidad cubana contemporánea, por su sinceridad y alto nivel emocional”.
En su momento el propio autor dijo de su obra: “El zapato… es una obra muy personal, bastante generacional, que se cuestionaba una imagen idílica y triunfalista de la ruralidad cubana. (…) Había escasos, pero valiosos antecedentes en cuanto al abordaje de lo campesino en nuestra dramaturgia. Siempre me interesó mucho, sobre todo por su estructura y la rica teatralidad, La vitrina, de Albio Paz, y Los hijos, de Lázaro Rodríguez, que se asomaba a las aristas conflictivas del campo cubano contemporáneo. Y luego está una obra maestra como Morir del cuento, del ya clásico Abelardo Estorino. Aunque el tema es muy distinto al de El zapato…, está la apropiación poética de lo rural de una manera virtuosa”.
Su estreno se realizó en la sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba y posteriormente se mantuvo en cartelera en la sala El Sótano y la Llauradó. Contó en aquel momento, con las actuaciones de Héctor Echemendía y Gilberto Subiaurt, la música del Sergio Vitier y la dirección de Julio César Ramírez, cuya compañía Teatro D’Dos también retomó este clásico en este año.
Revisitarla dos décadas después impone el reto de lecturas más contemporáneas en medio de otro contexto y no esperamos menos que vítores y aplausos.
Fuente: Periódico Invasor