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Taiwán en Festival Masdanza 2023

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Por Frank Padrón

Las Palmas de Gran Canaria- La vigésimo octava edición del Festival de danza contemporánea Masdanza, finalizó aquí por todo lo alto con bailarines procedentes de Taiwán.

Tras moverse por varios espacios en la capital de las islas, el teatro Cuyás, a lleno absoluto, aplaudió varios dúos, tríos y cuartetos de jóvenes danzantes que emblematizaron leyendas y mitos de su cultura.

De tal modo, lo moderno y lo clásico se fundieron en complejas y hermosas coreografías que recogían tanto elementos de las escuelas taiwanesas como de los lenguajes universales.

Formless Erosion, coreografiada por  Lai Hung-Chung, y actuada por Chen I-Han y Lee Kuan-Ling,  inauguró un programa rico y bien pensado mediante la fusión de dos cuerpos en uno que se transformaban finalmente en una rama agitada por el viento, en un canto sutil a la interacción entre el hombre y la naturaleza.

Wu Shien-Jie y Chui Po-Sheng, cocreador de la pieza Somewhere Over The Rainbow junto al coreógrafo Chen Ting-Yu, continuaron en una pieza a la que quizá sobró texto leído,  pesar de lo cual se impuso la fuerza del movimiento.

Tocó el turno a  Ji-Tong (médium espiritual), contenido en los movimientos de Ching-Chu Chiu y Hsun-Yuan Hu, en la pieza The Body That Does Not Exist, de la creadora Ting Syu-Lin, mucho más elaborada a nivel coreográfico.

Un cuerpo inexistente, que seguía vagando en el universo tras la muerte, representaba de este modo la peculiar lectura de la coreógrafa sobre la tradición religiosa del sudeste asiático que, en ritmos tribales y  coordinada gestualidad, concluía en simbólica tormenta.

No podía faltar la pieza Flow, especialmente concebida para este programa por Kuo Chueh Kaiel, coreógrafo y bailarín reconocido este año con el Premio del Público en el Certamen de Solos del Festival. En la obra tres  varas  imaginaban un barco sobre cuatro cuerpos devenidos olas desde los pasos de los actantes Yang Ya-Ching, Lu Ying-Chieh, Ho Tzu-Wen y Wu Shien-Jie.

Por último, una pluma de faisán, símbolo del guerrero en la ópera tradicional china, fue representaba por Chen I-Han y Lee Kuan-Ling, en Birdy, de Lai Hung-Chung, según la crítica aquí una de sus obras más representativas.

«Una pluma que escribe y que mata, danzando sobre las tablas como un bailarín más, que tan pronto aletea como, mudo y ciego, late y lucha por vivir hasta alcanzar la paz en la sutileza de la penumbra, reescribiendo la historia y removiendo conciencias sobre el frágil equilibrio de la vida», comentó El Periódico de Canarias.

Si creemos a la prensa local, esta fiesta de la danza contemporánea internacional en la mayor de las islas españolas resultó todo un éxito durante sus treinta agitados días de duración. A juzgar por su clausura, que hemos reseñado en esta nota, no cabe duda.