Sencillamente Søren, un maestro sin cátedra

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No venía de escuelas, por tanto no sentía que debía servirlas en estilos o modos que lo apresaran

Por Omar Valiño

Søren se dio a conocer en Cuba en medio de la calle. Su vocación le marcaba ese destino. Ahora que ha fallecido en Dinamarca, la secuencia de recuerdos se me presenta nítida, algo inusitado en mí.

Llegó sin avisar a un Festival de Teatro de La Habana, allá por alguna de las ediciones a inicios de los 2000. Había inscrito a su grupo danés Batida Teatro para participar. Aquí nadie conocía a la agrupación por entonces. Pero, ¡zas!, las presentaciones de Overture, con su dirección, en los predios de la Plaza de Armas y en el Parque Villalón del Vedado, obraron el milagro.

Aquella Compañía cortaba el espacio público nada más asomar por una esquina. Vestuarios, pelucas, tamboriles e instrumentos musicales marcaban una distinción de suma elegancia. La sonoridad, la presencia elástica de actrices y actores, la comicidad, saltaban por encima de las barreras idiomáticas.

Overture recibió el Premio Villanueva de la Crítica, más adelante lo ganaría también María Bonita. Søren Valente Ovesen era el principal responsable como creador de los espectáculos y como guía de Batida.

Agudo y elocuente, no era, sin embargo, un hombre de disquisiciones teóricas. Aunque se reconocía en una larga tradición pedagógica, la de su país y la de su familia, no posaba de profesor. Su teatro se definía en la práctica, en «resolver» con mucha libertad cualquier exigencia dramática o detalle espectacular.

No venía de escuelas, por tanto no sentía que debía servirlas en estilos o modos que lo apresaran. Ello fue la sangre de su generoso corazón de artista. Lo que le permitió compartir, como iguales, con una geografía del teatro cubano que, desde este 8 de julio, lo ha llorado pero también le ha agradecido en el recuerdo.

Convaleciente, ayudó a organizar la gira que Teatro Tuyo realiza este verano por Europa. A lo largo de dos décadas estuvo en Morón, en la Cruzada Teatral monte adentro, en Matanzas y Unión de Reyes, en Bayamo y Jiguaní; las más de las veces con Batida en el terreno, en múltiples presentaciones. Armó talleres y seminarios aquí, firmó puestas en escena junto a Juan González Fiffe, en Andante, y promovió la participación de muchos teatristas y críticos cubanos en eventos en Dinamarca, sobre todo a través de la Assitej, la organización internacional de teatro para la infancia y la juventud, que realizó su más reciente congreso el año pasado en La Habana.

Para mí, en lo particular, fue una fiesta verlo allá, tiempo atrás, incansable, en el desafío cotidiano al frente de su colectivo, siempre presto ante una intensa agenda de trabajo de ensayos, traslados, amarres, cargas y descargas, proyecciones, funciones. Y sobre todo verlo en Mørdrupvej, su pequeña aldea de la familia de sangre, de la artística y de la comunal, todas ellas reunidas en Batida Teatro.

Así, sin aspavientos ni grandilocuencias, se nos hizo imprescindible Søren Valente Ovesen. Todoterreno del teatro. Sencillamente Søren, un maestro sin cátedra.

En portada: Søren Valente Ovesen. Foto: Tomada de www.iranart.newst

Sección Cenital, tomada del periódico Granma.