Por Noel Bonilla-Chongo
Persona Colectivo, el laboratorio de creación fundado por la artista Sandra Ramy está de cumpleaños. Ella, quien dentro la escena coreográfica cubana de este minuto viene singularizando con voz firme la dinámica de su danzar, merece nuestros francos elogios. Y hablo de ella en tanto danzante que procurara con su presencia ser actora y espectadora de sí misma, explotadora y creadora de su propia materia gestual y presencial (Busca la cabeza con el pie, Mi trabajo es usted, Ave María, etc.); y hablo de ella misma, en tanto coreógrafa para otros cuerpos (Detrás de nadie, Algunos ritos inútiles, Peso, De qué está hecha tu casa, Yilliam de Bala coming soom o Sacre, su re-creación más reciente (en versión del año pasado para la danseuse Catherine Zuaznábar), que bien alcanzara el Premio Villanueva de la crítica especializada en 2022, hechos que delatan con absoluta certidumbre el potencial creativo de Ramy.
En su obra, desde el punto de vista creativo y artísticamente hablando, ¿cuál es su mayor pasión, curiosidad, deseo, obstinación? “La ‘traducción’ al cuerpo, al cuerpo en movimiento y acción, es un asunto que despierta mi curiosidad. A través de la ‘traducción’ todos los aspectos no visibles de nuestra estructura individual y social pueden ser materializados poéticamente. De alguna forma el arte no es sino eso, la transportación de una idea, o una impresión, o un hallazgo, a un nuevo territorio, o al menos, sino nuevo, ‘otro’. Encontrar los mecanismos adecuados a cada tema, ponerlos a la disposición de la creación y que sean los justos es, podría decirse, objeto de mi insistencia”.
En Ramy cada proceso abre un espacio de cuestión y de prueba. Generar siempre un contexto donde de manera total todos los participantes se involucren y participen despiertos, es su deseo. No le interesa tanto lo que pasa después, sino lo que, en ese instante, el evento teatral, hace con todos los presentes.
De ahí la significación de su “Cabaret de reparaciones imprevistas”, como topología posible desde la necesidad y rigor de su poética singular. Creo que lo específico de la danza en Sandra gravita en el modo actuante y desjerarquizado de concebir la presencia polifuncional de los cuerpos en escena. Nótese cómo, ya sea en sus piezas autodanzadas o en aquellas coreografiadas para otros danzantes, la incidencia de diferentes dispositivos testimoniales y/o documentales que, adaptados, versionados o como convicción u hoja de vida, establecen la investigación y escritura enunciativa del acontecimiento escénico. Léase en ese sentido el pórtico de Mi trabajo es usted:
“… Se abre la luz sobre el escenario y se establece una atmósfera de suave intensidad. A ambos lados de la escena, creando una perspectiva de profundidad, hay dos paredes que cierran el espacio. Estoy de perfil a un lado de la escena y al fondo, algo inclinada hacia adelante como el que habla con un niño, y con las manos unidas delante para dar palmadas al tiempo que canto:
Felicidades, Sandra en tu día
Qué lo pases con sana alegría.
Muchos años de paz y armonía.
¡Felicidad! ¡Felicidad! ¡Felicidad!
Tomo aire y soplo dentro de la pequeña cavidad entre mis manos, llenándolas de aire como cuando sopla una vela de cumpleaños, y así se transforman en una caja cerrada …”
Teóricamente, convendría no homogeneizar los procederes investigativos ni las situaciones escriturales de sus obras, aun siendo identificable esa “poética Sandra”, es posible que no existan correspondencias entre las proposiciones temáticas, disposicionales, cromáticas, espectaculares, multimediales (dentro de este último calificativo creo que Yilliam de Bala coming soom gozó de autotélico linaje. Al escapar de cualquier reducción disciplinar, imposible no estimar los tránsitos anteriores de Sandra, el haber bailado las grandes obras de Isabel Bustos (Naturaleza muerta con gallina blanca; Solamente una vez; Ah, que tu escapes o Las lunas de Lorca) durante su tiempo en Danza-Teatro Retazos; sus investigaciones bajo la tutela de Vicente Revuelta en Teatro Estudio (La zapatera prodigiosa y Café Brecht) o su labor creativa con Carlos Díaz y Teatro El Público, etc.), para dar cuenta que estas prácticas escénicas oscilaban entre la danza-teatro, el performance o el accionismo, la instalación, la intervención urbana, la teatralidad expandida, mientras se constituyen como “anti-estructuras”, más allá de la transdisciplinariedad hoy en boga, la noción de liminalidad venida desde entonces, amparada en los estudios de la antropología social y ritual, redimensiona el ser/hacer de Sandra Ramy y su sentido de “lo escénico” fuera de cualquier paralelismo.
Por su diálogo consigo mismo, por momentos próximo a un diario íntimo, personal o de autorretrato confesional, en los solos danzados por Sandra (incluso, me atrevería a citar a Sacre, que ella no bailara) opera simultáneamente una suerte de reafirmación o debelación de la personalidad del intérprete, de su carácter, de su presencia y, de hecho, de su poética individual. Homenaje a sí misma y a su credo. Juego intertextual con la música (exquisita la sonoridad de sus cabarets de reparaciones imprevistas) o con un concepto (“danza en cuestión”), movimentalidad inducida por un objeto o una situación escénica aparecida como subterfugio o jugarreta para justificar el baile (múltiples cosas de uso cotidiano), etcétera. En esa exposición de sí, la existencia e identidad del danzante (ella y los otros) se confabulan con su corporalidad y su motricidad en la interpretación que van devolviendo, in progres, de su propia materia.
Tan liminal, singular, entrecruzado, descentrado o exilar puede ser la escritura que urde el conjunto de los solos que conforman Mis distingués de La Ribot como lo es Mi trabajo es usted en Sandra Ramy. Singular y desterritorializado en el sentido de un laberinto de interpretaciones, de mutaciones, de metamorfosis. Bailes singulares o multivocales que se dejan difícilmente delimitar, ni siquiera por la noción experiencial de DamasDanza aferradas a defender su instinto de permanencia.
Como en Humphrey (se me antoja referir un modelo académico y casi en lamentable desuso), al escudriñar la obra creativa de Sandra Ramy, parecería que hablara, por raro que parezca, de la construcción en la danza desde dos tipos modélicos de formas:
- Diseño del movimiento; cada diseño tiene una determinada forma que se produce en el espacio, transcurre en el tiempo y que posee una determinada energía.
- La forma de la obra; es decir, la configuración que la forma de la obra total adopta en el tiempo. Por lo general esta es la parte que ni públicos ni coreógrafos prestan atención. Obvio, esta es la parte más difícil, pues uno no ve una coreografía en el aquí y ahora, por lo general tiene que guardar en su memoria todo el transcurso de la coreografía. Haya durado diez minutos u hora y media, hay que registrar en la memoria todo lo que pasó en la pieza y, eso, es lo que hace al coreógrafo, es lo que nos hace entender cómo esa obra cobra distintas partes.
Por ello, el haber acompañado en mi rol de espectador narrante el ser/hacer de Sandra Ramy antes de que Persona Colectivo tuviera personalidad jurídica propia, me permite advertir que en ella y en su noción de danza como zona de cuestionamiento, hacer coreografía es desafiar la dificultad estructural constructiva de la danza misma, de su tiempo, espacio, energía. Es saber no olvidar que una estructura es una unidad, sí, una unidad grande de sentidos. Hay una gran estructura que es la obra global, ella, en su interior, contiene varias estructuras menores que son también, unidades de sentidos. Cada una de ella (llamémosle escenas, escorzos, partes, ítems) debe tributar información sobre y para la obra (así sea un trabajo “meramente” formal), luego entonces, aventurarse en la conquista y seducción de las audiencias.
Con Sandra he aprendido que el espacio de la híper-fluidez es, por tanto y al mismo tiempo, un agente conformador de la forma y un campo de posibilidades para eludirla en un ejercicio de autoafirmación: spectacula como el espacio propio del espectador.
Hoy, al paso de estos primeros diez años con Persona Colectivo seguiré soñando con la Sandra intérprete de finísimas cualidades, siempre dueña de su tiempo. No quisiera conformarme con aplaudir sus creaciones para otros cuerpos aun cuando pocos, como ella, saben tejer esos caminos que van del movimiento a la acción para develar la singularidad de su danzar. Felicidades Sandra, feliz por Persona Colectivo.
Foto de portada: Sandra Ramy en Yilliam de Bala coming soon. Foto Buby Bode.