Search
Close this search box.

ROMANCES CONTRARIADOS: LOS JÓVENES Y EL TEATRO

image_pdfimage_print

Osvaldo Cano, decano de la Facultad de Arte Teatral de la Universidad de las Artes realiza un recorrido por la historia del Festival Nacional de Teatro y sus vínculos con los jóvenes desde los inicios, en los ya lejanos años 80 del siglo pasado.

Por Rachel Pereda Puñales

Como joven al fin, hablar de los jóvenes me resulta demasiado personal. Como joven amante del teatro, hablar de los jóvenes que han protagonizado los nuevos procesos de creación en las tablas cubanas, es aun más especial. Por eso, en el contexto del Festival Nacional de Teatro en Camagüey, que en esta ocasión se dedica a los 30 años de la Asociación Hermanos Saíz y a los 40 años de la Universidad de las Artes, se hacía indispensable valorar la participación de las nuevas generaciones en la historia de este evento.

Precisamente desde esta óptica comenzó la entrevista con Osvaldo Cano, decano de la Facultad de Arte Teatral de la Universidad de las Artes.

Antes de encender la grabadora, conversamos un poco del teatro cubano y sus retos en el contexto actual. Lo primero que Cano me dijo, de algún modo, marcó el rumbo de la conversación. «La presencia de los jóvenes en el Festival de Teatro de Camagüey tiene historia. Desde su génesis, la importante cita ha tenido muy presente el quehacer de la juventud, entre otras razones, porque nuestra juventud teatral ha sido siempre cuestionadora. Nunca ha sido cautiva de la inercia de sus antecesores, sino todo lo contrario».

Así, el decano comienza a hablar de los inicios del Festival. Cuenta que nace en el año 1983 como una necesidad de los teatristas cubanos de reunirse, encontrarse y valorar cómo andaba el movimiento teatral en la Isla. Desde ese primer momento, hubo una incorporación de estudiantes del Instituto Superior de Arte (ISA) y colectivos más jóvenes que estuvieron presentes.

«Eran otros tiempos, habían menos grupos, sin embargo, nunca faltaron espectáculos. Ahora estamos hablando del Consejo Nacional de las Artes Escénicas (CNAE) dedicándole un Festival a los cuarenta años del ISA y a esa jornada constante de jóvenes teatristas que ha formado»

Como un viaje necesario en el tiempo, Osvaldo Cano recuerda que en el año 1989 se funda el (CNAE), como una necesidad de movimiento teatral que, en buena medida, la habían acarreado los jóvenes de la enseñanza artística y muy especialmente, los graduados del ISA, los cuales no encontraban un protagonismo real en los grupos que ya existían.

antigonón 1«Buena parte de los que hoy son Premios Nacionales de Teatro y legítimos protagonistas del movimiento teatral, como Carlos Díaz y Carlos Celdrán, a los cuales precisamente esta edición del festival les dedica un homenaje, fueron aquellos jóvenes que en 1989 se replantearon la escena cubana».

El también teatrólogo es una de esas personas que ofrece respuestas sin necesidad de tantas preguntas, por tanto, escucho atenta sus anécdotas. «El teatro es un acto efímero que anida especialmente en nuestra memoria, en lo que atesoramos en esos recuerdos, aunque a veces la página del tiempo los endulza un poco; pero siempre, o casi siempre, son legítimos».

Basta recorrer las primeras ediciones del Festival Nacional de Teatro de Camagüey para comprender que en aquellos inicios, los jóvenes vivieron intensas contrariedades, quizás por incomprensiones del movimiento teatral, que no estaba preparado para la irrupción de esa forma de vanguardia, de ese modo de hacer y de decir en el teatro.

«De jóvenes está lleno el teatro y, a mi juicio, ahí radica verdaderamente la vanguardia. Lo que también se trata de identificar. En mi concepto, ni todo lo nuevo es bueno, ni todo lo joven es de vanguardia. Lo que sí me queda extraordinariamente claro, es que ahí está una parte importante del presente, y casi la totalidad del futuro de cualquier manera de hacer teatro».

caballo 1Para Cano todos estos elementos se han reflejado en la presente edición del Festival Nacional de Teatro. Por tal motivo, participan grupos de jóvenes verdaderamente interesantes. Entre ellos, el decano destaca El Portazo, dirigido por Pedro Franco, el cual presenta un «espectáculo transgresor, extraordinariamente llamativo, actual, simpático y con un ritmo muy intenso». También podríamos mencionar a Los Pintores, Los novísimos, Laboratorios Ibsen y tantos otros equipos que ofrecen nuevas dramaturgias a la realidad cubana.

«Pienso que entre las lozanías del Festival de Camagüey está justamente el hecho de que hay una importante participación juvenil que, aunque en ocasiones no es todo lo amplia que pudiera desearse, en esta edición se ha puesto en ascenso. No sé si ha conspirado el hecho de que el ISA y la AHS cumplan aniversarios cerrados, pero lo cierto es que hay una participación juvenil que no recuerdo en otras ediciones».

Ya casi apago la grabadora, pero antes, Cano ofrece, como una especie de suerte, algunas  reflexiones finales que resumen, de modo acertado, el sentido de esta entrevista. «El teatro es un arte social y el que hoy hacemos en Cuba es profundamente crítico. Se ha convertido en un abra donde se debaten muchos problemas que tal vez en otros medios u otras formas artísticas no se debaten de ese modo, porque precisamente, por esa condición social del teatro, las maneras de decir y hacer recorren nuevas visiones tan necesarias para el público. Y en todos estos procesos, los jóvenes son protagonistas, son dueños indiscutibles de la nueva realidad del teatro cubano actual».

Le agradezco a Osvaldo Cano por su tiempo y apago la grabadora satisfecha con mi entrevista. Como joven al fin, es una especie de necesidad hablar de los jóvenes. Como joven amante del teatro, recorrer el protagonismo juvenil en las tablas cubanas, se torna una deuda personal.

Por eso, recuerdo las palabras de Cano que ofrecen el final perfecto para esta entrevista que en realidad, no busca finales. «Los jóvenes y el teatro se han convertido en un romance intenso, a veces contrariado, como son los buenos romances teatrales, como tienen que ser».