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Roberto Gacio: Donde el teatro tiene raíces

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Roberto Pérez León / Foto Abel Carmenate

Roberto Gacio ha cumplido 80 años, y mucho más de la mitad de ellos ha sido de entrega al teatro. Gacio hace teatro, indaga sobre teatro, ejerce la crítica teatral y guarda detalle a detalle en su memoria el teatro cubano completo.

Gacio ha recorrido los laberintos de la creación escénica desde la tradición hasta la modernidad y ha sabido andar entre los vericuetos del giro de  los post tan revolcados y trajinados.  Gacio como actor es de una convicción lúdica muy disfrutable. Su eficacia actoral está en la satisfacción que emana de su proceder escénico; su gestualidad, su voz tienen una dimensión convencional que sabe atenuar y subrayar la artificialidad de la naturalización escénica. Gacio tiene una presencia de conversión ceremonial mediante la metamorfosis de acercamientos y alejamientos que no sé dónde meter dentro de las teorías que conozco sobre la actuación.

Pocos actores han tenido la oportunidad de hacer casi completo a Virgilio Piñera: Electra Garrigó, La boda, Aire frío, El álbum, Los ciervos, Dos viejos pánicos, El flaco y el gordo. ¿Cómo habrá sido ese acomodo o proceso desde la decodificación personal a la recodificación del personaje virgiliano? ¿Gacio, Virgilio te ha permitido llegar más allá de ti mismo?

Este hombre de enorme estatura y pausado andar encuentra la lógica de lo teatral. Porque es preciso destacar que con Gacio tenemos la rara conjunción de ser actor, pero un actor que sabe mirar el teatro a través de la indagación, la reflexión con cientificidad desde las vivencias de las técnicas de representación.

Entre nosotros Gacio es un caso muy particular porque la  interconexión individuo-actor-personaje en él ha sido hilada mediante análisis y abordajes desde una corpus teórico que le ha permitido establecer dimensiones procesuales y estructurales en relación al suceso  teatral.

A Gacio le resulta la actuación, el exponerse al otro porque siempre lo ha hecho con pasión que se traduce en una necesidad que es, como ya sabemos, el aliento verdadero de toda creación. A Gacio le ha salido bien ponerse a merced de la mirada de afuera.

Ser actor es encontrar ese punto de fuga o de reconcentración de la existencia individual. Ser actor es ese ir de la persona al personaje o del personaje a la persona sin descuidar la apropiación del entorno ficcional y social, a través de una dialéctica entre individuo-actor-personaje.

Gacio es un contenedor minucioso de muchas estéticas e ideologías: Artaud, como el espejo, que en El teatro y su doble se erige “rechazando las limitaciones habituales del hombre, extendiendo las fronteras de la llamada realidad”; Grotowski como el laboratorio ese que según Brook consideraba “un vehículo, un medio de autoestudio, de autoexploración, una posibilidad de salvación”. Y Stanislavski, Barba, Vicente Revuelta pozos donde Gacio se ha sumergido para sacar más y más experiencia intelectual y conciencia del teatro.

En los 70, pese a todos los baches culturales vernáculos, Gacio siguió andando entre las seminales ideas estéticas de los maestros y se posesionó de sucesivas semánticas capaces de darle una maleabilidad a su percepción como crítico e investigador.

Gacio como crítico e investigador profesional desde determinados núcleos de apropiación intelectual ha desarrollado temas tales como El arte del actor; teoría y práctica en el Siglo XX, Teatro gay en Cuba y Repertorio teatral cubano del XX.

Me gustaría saber de Gacio en qué orden de preferencias tiene al actor, al crítico y al investigador; cómo se llega a la construcción de un personaje cuando se es investigadores y crítico; en un investigador teatral cuando es actor cuál es el punto de partida para subir al escenario; existe una construcción teatral por encima de la mirada del investigador y el crítico.

El teatro para Gacio es una pasión que empezó en la actuación y a partir de ahí debe haber sentido un nuevo estar en el mundo que lo rodeaba con otra sensibilidad y expresividad.

No sé en qué momento Gacio habrá sentido que necesitaba al teatro. Pero a partir de ese momento debió haber tenido la certeza de poseer una confianza más poderosa en su vida. Otras significaciones deben haberlo poseído.

Ahora recuerdo a Victor Turner cuando dijo: “Los profetas y artistas suelen ser gente liminal y marginal, observadores periféricos, que se esfuerzan con sincera y total entrega por desembarazarse de los clichés asociados a la ocupación y desempeño de los diversos status y por mantener relaciones vitales con otros hombres, ya sean reales o imaginarios”.

¿Qué primará más en Gacio la mirada que juzga o la mirada que se juzga?