Por Adriana Álvarez Pérez
La Danza Butoh, forma de expresión artística que emergió en Japón a finales de la década de 1950, ha encontrado un espacio significativo en el ámbito académico y artístico contemporáneo. En este contexto, el taller Resonancia del Cuerpo, dirigido a estudiantes de la Facultad de Arte Danzario, de la Universidad de las Artes ISA, se presenta como una oportunidad invaluable para explorar las profundidades de esta disciplina.
A través de la práctica y la reflexión, los participantes del taller pueden conectar con las raíces emocionales y culturales que caracterizan al Butoh, fomentando un diálogo entre el cuerpo y su entorno.
El Butoh fue fundado por los coreógrafos Tatsumi Hijikata y Kazuo Ohno en un periodo marcado por la búsqueda de nuevas formas de expresión tras la Segunda Guerra Mundial. El nuevo estilo surgió como respuesta a las convenciones del ballet y la danza moderna, proponiendo una estética radicalmente diferente que desafiaba las normas establecidas. El Butoh se caracteriza de manera general por su enfoque en lo grotesco y lo surrealista, explorando temas como la muerte, el sufrimiento y la transformación.
Casi cerrando el 2024, la Facultad de Arte Danzario del ISA recibió en sus salones, a comienzos del mes de diciembre, a Yumiko Yoshioka con su taller de Danza Butho, Resonancia del cuerpo, coordinado por el proyecto Gesta de la Sabana, iniciativa que llegó a Cuba desde Mérida, México, donde la artista japonesa se encontraba realizando una gira por varias ciudades.
La reconocida butoh-ka japonesa realizó un paso significativo en su trayectoria artística que también es un cruce de territorios culturales y memoria social y en un breve conversatorio nos cuenta:
Tengo una habitación en Berlín, pero no puedo decir que vivo allí porque siempre estoy de viaje. Sin embargo, tengo muchos amigos en Berlín y, de algún modo, radico en la ciudad. Una vez al año, solo en diciembre, imparto un taller que dura cinco horas durante cuatro días. Viajo constantemente por Italia, España y Portugal para ofrecer varios talleres de Danza Butoh. También como coreógrafa me presento con mis solos y organizo proyectos, siempre desde mi enfoque corporal y la técnica de la Danza Butoh.
Según la propia artista nombra su taller Resonancia del Cuerpo porque desde sus experiencias y desarrollo artístico asegura que “todo es un hecho de resonancia o nuestro universo es una red de resonancia”. Explica en sus encuentros que no podemos ser solo intercambio interrelacional, sino que siempre debemos complementarnos en frecuencia de objetos, de humanos, y frecuencia de otras culturas.
En esa dirección, Yumiko opina que todo tiene espíritu, como humanos recibimos y reaccionamos a todo inconsciente y hasta conscientemente. Reaccionamos siempre con instinto, para estar en la mejor sensación, en alegría y paz con nuestro cuerpo, asegurando que esto también es un ejemplo de resonancia.
La Danza Butoh, con la fuerza de la imaginación/concentración, interfiere en nosotros y nos transforma. Yumiko se posiciona desde ella como individuo, como mujer, humana, japonesa y explica:
…no puedo transformarme a un animal, pero con la fuerza de la concentración puedo llegar a la esencia de cualquier materia, sea agua, un animal, una luz, esencia divina…
La alquimia, en su esencia, es el arte de la transformación. En el contexto del Butoh, esta transformación se produce a través de un proceso de despojo y reinvención. Los bailarines se sumergen en un estado de conciencia que les permite trascender las limitaciones físicas y mentales, explorando la dualidad entre lo visible y lo invisible.
Este viaje hacia el interior no solo implica una exploración de la técnica corporal, sino también una conexión profunda con las emociones y los arquetipos que habitan en el subconsciente. Así, cada actuación se convierte en un ritual donde el cuerpo se transforma en un vehículo de comunicación, capaz de transmitir verdades universales a través de la danza.
El Butoh también se caracteriza por su estética única, que desafía las convenciones del movimiento y la representación. Los bailarines adoptan posturas inusuales y movimientos lentos y deliberados, creando una atmósfera de introspección y contemplación.
La búsqueda de lo grotesco y lo sublime permite a los intérpretes explorar la fragilidad de la existencia humana, así como la belleza que puede surgir del sufrimiento. En este sentido, la Danza Butoh se convierte en un acto de resistencia, donde la magia de la transformación se manifiesta en la capacidad de encontrar luz en la oscuridad.
Yumiko Yosioka asume el Butoh desde un lugar profundamente integral y holístico. Ella indica que lo hace «con corazón, con mente, todo junto en sí, jamás separado; sugiere que su enfoque es una fusión de emociones, pensamientos y experiencias físicas. Además, al hablar de la «memoria dentro del cuerpo» y la «memoria ancestral», indica que su práctica está arraigada en una conexión con sus raíces y con la historia colectiva de la humanidad.
Al integrar el momento físico y mental en la práctica del Butoh, los bailarines no solo se convierten en creadores de su propia realidad, sino que también se conectan con una tradición que valora la autenticidad y la vulnerabilidad. Este proceso de transformación es, en última instancia, un viaje hacia la liberación, donde el cuerpo se convierte en un lienzo en blanco, listo para ser pintado con las experiencias y emociones que surgen en el presente.
La referencia al «cuerpo invisible» y la «energía dentro, afuera y alrededor», sugiere que Yumiko también se conecta con dimensiones más sutiles de la existencia, donde la danza se convierte en un medio para explorar y expresar esa energía. Ella asume la danza desde un lugar de conexión profunda con su ser, su historia y el entorno que la rodea, creando una experiencia rica y multidimensional.
Se convierte así, la Danza Butoh en un medio poderoso para explorar y expresar la complejidad de la condición humana. Cada actuación es un viaje único, donde el bailarín se sumerge en un estado de trance que permite la manifestación de imágenes y sensaciones que a menudo permanecen ocultas en la vida cotidiana. Este proceso de inmersión no solo transforma al intérprete, sino que también invita al espectador a participar en una experiencia compartida de descubrimiento y reflexión.
La magia del Butoh radica en su capacidad para evocar emociones profundas y resonar con las vivencias individuales de cada persona, creando un espacio donde lo personal y lo universal se entrelazan.
El Butoh y Gesta de la Sabana
Gesta de la Sabana, fundado en 2019, es un proyecto mexicano que surge por la necesidad de producir un colectivo que no buscaba tener un resultado artístico en concreto, según palabras de Diego Barjau González Casanova, uno de sus fundadores, la idea permitió generar una práctica corporal mucho más profunda que estuviera enfocada en un montaje.
Deborah de la Cruz, su otra fundadora, nos explica que ellos permiten generar procesos de la investigación desde el cuerpo, a partir del cuerpo y para el cuerpo. También como proceso colonial, de ciertas posturas occidentales, como la recuperación de memorias ancestrales y como una transformación transpersonal. Ellos le otorgan gran importancia a las creaciones de alianzas, vínculos y redes que rebasen las fronteras mexicanas.
La conexión con Yumiko refuerza los propósitos del proyecto y conecta con una de sus dos líneas de trabajo. El proyecto, Danzas Misteriosas está enfocado específicamente en la curaduría del Butho en el sureste mexicano y ahora también en Cuba, habla de las memorias ocultas del cuerpo. La otra línea de trabajo es Poéticas documentales para y desde la escena, encaminada específicamente a las artes escénicas, documentales y sobre la memoria.
La Danza Butoh, a través de la visión de Yumiko Yosioka y el colectivo de Gesta de la Sabana, se convierte en un vehículo poderoso para explorar y sanar las memorias del cuerpo y la historia colectiva. Establecen alianzas que trascienden fronteras geográficas y culturales, abren espacios para una reflexión crítica sobre el arte y su papel en la sociedad contemporánea. La danza aquí se convierte así en un acto de memoria, resistencia y creación colectiva.