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Ramón Calzadilla, figura imprescindible del arte lírico cubano

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Por Enrique Río Prado

El reciente fallecimiento en México de Ramón Calzadilla, uno de los más notables barítonos cubanos, deja un sensible vacío en la ya extensa lista de pérdidas físicas que el movimiento lírico cubano ha sufrido en la última década.

Nacido en la capital cubana, el 8 de enero de 1934, Calzadilla había iniciado sus estudios de canto en Cuba bajo la guía de los esposos Tina Farelli y Arturo Bovi y los continuó con Maria Pissarewskaya y Paul Csonka. Más adelante perfeccionó su técnica vocal con Giorgio Favaretto en la Accademia di Santa Cecilia, Roma, en la Accademia Chigiana, Siena y en el Conservatorio Ciprián Porumbez, Bucarest, Rumania.

Junto al Teatro Lírico Nacional de Cuba interpretó numerosas óperas, zarzuelas y operetas. Sus actuaciones como Scarpia (Tosca), Germont (La traviata), Malatesta (Don Pasquale), Janusz (en la première continental de la ópera polaca Halka), Sharples (Madama Butterfly), Amonasro (Aída), o el Felipe de la zarzuela La revoltosa son memorables.

Del repertorio nacional se recuerda además su José Dolores Pimienta en Cecilia Valdés, que dejara registrado en la grabación integral de la obra, dirigida por el maestro Félix Guerrero, así como el personaje de Miguel de la ópera cubana La esclava, de José Mauri.

Su labor excedió los límites geográficos de nuestra isla y se expandió en exitosas giras y presentaciones en recitales y conciertos, y en apreciadas colaboraciones con notables artistas extranjeros. La prensa internacional refleja sus triunfos durante la ya lejana década del 70 en la entonces República Democrática Alemana, Polonia y la Unión Soviética.  Un periódico polaco lo define “el más grande intérprete extranjero que ha cantado en los últimos años en el Gran Teatro de Varsovia”,[1] mientras el diario, también polaco, Slowo Powszechne expresa que “Calzadilla fascinó con su espléndida y bella voz, con una actuación sobresaliente y natural [en el rol de Scarpia].”[2] También realizó presentaciones en los Estados Unidos, Bulgaria, Rumania, Canadá, Brasil, Corea, Argelia, Suiza, Checoslovaquia, Holanda y España.

Ramón Calzadilla en el rol de Scarpia (Burlgaria de Hoy, 10-1967)

Conquistó buen número de premios internacionales en prestigiosos concursos de canto, como el Concurso «Beniamino Gigli» (Italia), Concurso de Toulouse (Francia), Concurso Internacional de Jóvenes Cantantes de Ópera (Sofia, Bulgaria), este último por su interpretación del personaje de Scarpia en la ópera Tosca, de Puccini, el Concurso «Francisco Viñas» (Barcelona, España) y el  Festival de Laureados «Katia Popova» (Bulgaria), por su interpretación del protagónico en El príncipe Igor, de Borodin. Asimismo, la Embajada de la República Popular de Polonia en Cuba lo distinguió, con la Medalla al Mérito Artístico en 1975.

Alejado de los escenarios desde hacía tiempo y entregado exclusivamente a la docencia —primero en Cuba, más tarde en Colombia y últimamente en México—al público de las últimas generaciones no le ha sido posible disfrutar sus actuaciones. Sin embargo, ahí quedan las grabaciones de audio y algunos lamentablemente pocos videos que atestiguan su excelente técnica vocal, la belleza de su voz, su buen gusto y el impecable estilo con que expresaba su arte. Escenas de La revoltosa y El conde de Luxemburgo, con Rosita Fornés, Molinos de viento, junto Gladys Puig, sus discos de música cubana acompañado por la orquesta del maestro Gonzalo Roig, sus grabaciones de óperas italianas y rusas con la Orquesta Sinfónica Nacional dirigida por el maestro Manuel Duchesne Cuzán.

En una entrevista refiere una simpática anécdota sobre la reacción de uno de sus hijos al verlo actuar:

“[…] tenía alrededor de cuatro años y fue llevado al teatro a una representación de la ópera Tosca, donde yo interpretaba al odiado Scarpia. Previamente me había preocupado por explicarle bien al pequeño que se trataba de una farsa en la que yo hacía el papel de “malo”, pero que no me ocurriría nada, etc. Sin embargo, [al ver] la escena en que Tosca da muerte a Scarpia, yo caigo al suelo, […] me colocan candelabros alrededor y me dejan caer un crucifijo sobre el pecho como está previsto en la obra. La música se detiene […] y en ese instante, rompe el silencio de la sala una voz infantil que entre sollozos grita: “¡Mataron a mi papá! ¡Mataron a mi papá!”[3]

Sus intereses culturales excedían los límites de las artes. Una faceta poco divulgada de su personalidad lo encuentra dedicado en su tiempo libre al estudio de la entomología, como apasionado coleccionista de mariposas y caracoles.

En ocasión de su sentida desaparición física, ocurrida en México, el pasado 12 de abril, estas breves líneas pretenden únicamente rendir modesto homenaje a una figura cuya amplísima trayectoria vital representa motivo de legítimo orgullo para Cuba y el arte lírico nacional.

Fuentes:

A. Pola. “Ramón Calzadilla, una de nuestras más destacadas figuras del arte lírico”, en Bohemia, 26 de enero de 1973, p. 26-27.

Raúl Boschmonar. “Rigor, disciplina y dedicación, más un gran talento artístico”, en La Nueva Gaceta, octubre-noviembre de 1986, p. 16-18.

En portada: Ramón Calzadilla como el Príncipe Igor (Bohemia, 1973). Foto Archivo Río Prado.

Notas:

[1] J.A. Pola. Calzadilla, medalla al mérito, en Bohemia, 13 de junio de 1975, p. 27.

[2] Juventud Rebelde, 29 de mayo de 1974.

[3] Raúl Boschmonar, en La Nueva Gaceta, 1986.