Por Norah Hamze Guilart
Otro festejo por los 95 años del Maestro Ramiro Guerra, ha sido la première del documental Mi vida la danza de la realizadora Alina Morante Lima, el miércoles 19 de abril en la sala Adolfo Llauradó de la capital cubana.
Una vez mas esta creadora pone a prueba su talento para dejar la huella a partir de la imagen y la palabra, en el tránsito por la vida y colosal obra de un tenaz, consagrado y célebre Maestro del arte danzario, quien en pocos días emprenderá un viaje a los Estados Unidos de América.
En las palabras de presentación, la teatróloga y crítica de danza Marilyn Garbey, mas que referirse al archiconocido trabajo de Ramiro Guerra en la fundación de la danza moderna en Cuba, destacó sus aportes en los últimos cinco años, la imprescindible labor inicial en el Conjunto Folclórico Nacional, en el Ballet de Camagüey, su producción editorial, y otras contribuciones que han permitido el progreso y la legitimación de las diversas expresiones danzarias, para merecer la autoridad de que gozan hoy en la nación y a escala internacional.
Una presentación, a veces interrumpida por el Maestro, dando rienda suelta a su desenfado habitual, dejó preparado el terreno para recibir un material con matices autobiográficos, cargado del humor que conserva y lo identifica a casi un siglo de vida. Los testimonios en el audiovisual de sus discípulos Santiago Alfonso y Roberto Pérez León, favorecen el conocimiento sobre un formador infatigable, que ha sustentado la enseñanza y la creación en la labor investigativa, a base de tenacidad y férrea disciplina, impuesta a sus alumnos y a él mismo.
Otro matiz espontáneo fue la intervención de Zulema Raimat, quien fuera bailarina del Cabaret Tropicana, al referirse a lo mucho que agradece a Ramiro Guerra por los cursos de coreografía que recibió en décadas pasadas del siglo XX, ofrecidos por el Maestro a bailarines de todo el país -indispensables para el éxito en sus carreras- que ratifican su contribución a la danza cubana en distintos espacios formativos.
Las palabras introductorias de Marilyn incluyeron el agradecimiento a Alina Morante, a Yadira Herrera como directora asistente y productora, a Lissette Hernández por la asesoría, además de resaltar los esfuerzos que hace todo el equipo y en especial la realizadora, por dejar estos registros para la posteridad. Por su parte, Alina expresó su gratitud a Ramiro Guerra al dejarla entrar a su casa y a su intimidad, y a los que convocados por el cariño, la admiración y el respeto por tan célebre personalidad de la danza, asistimos para conocer más de él en la imagen y la palabra, construida hábilmente entre la creadora y el protagonista, en este valioso audiovisual.