Por Isabel Cristina López Hamze
Como parte de las actividades organizadas por Tablas-Alarcos en la Feria Internacional del Libro, se presentó Ágora, escenas de Argos Teatro, del crítico, profesor e investigador cubano Omar Valiño. Entre las propuestas editoriales de este año, destaca esta cuyo centro es la obra de uno de los colectivos teatrales más destacados de Cuba.
Muchas veces los autores ponen sobre sus publicaciones la etiqueta de libro abierto y prometen volver sobre ideas y motivos. En pocas ocasiones esta promesa se cumple. Omar Valiño lo ha hecho con Ágora, escenas de Argos Teatro cuya edición príncipe nos llegó, hace un lustro, por Ediciones Vigía. Ahora, bajo el sello de Ediciones Alarcos, ha regresado sobre sus opiniones especializadas y sus preferencias de espectador argonauta. El crítico nos ofrece, como si se tratara de una puesta en escena que se remonta, una nueva cartografía del grupo liderado por Carlos Celdrán desde hace más de 25 años.
La estructura del libro está compuesta por tres partes: La nave, El viaje y El puerto. Textos críticos y entrevistas van conformando el rostro de uno de los grupos más importantes de nuestra historia teatral. En ese trayecto están las distintas etapas de una estética, está la consolidación de una poética única en nuestro panorama escénico. El libro es al mismo tiempo: documento crítico, ensayo teratológico y registro de una memoria compartida. En el análisis de cada puesta en escena está también el análisis de los tiempos vividos, el acercamiento a nuestra historia social.
En el mapa personal que construye el autor no están marcados los estrenos, sino aquellos que despertaron un interés especial. Esta es una señal de que no estamos ante un libro de historia del teatro, sino ante la obra personalísima y creativa de un intelectual que siente el teatro con la misma intensidad con que vive la vida.
Ágora… nos convida en los inicios del viaje-libro a leer una entrevista a Carlos Celdrán hecha en el año 2000 y en los finales del trayecto nos encontramos ante las palabras mismo director, pero en el año 2016. El paso del tiempo hace que la lectura de estos materiales se convierta en un ejercicio de descubrimiento y empatía. Ha pasado el tiempo por nuestro teatro y por Cuba. ¡Han pasado tantas cosas! Aunque no ha sido declarado por el autor, sobre esta obra gravita la promesa de continuar siendo un libro abierto. Esperemos que, en cinco años, tengamos en las manos una tercera edición que contemple de forma crítica y amable, esta etapa de Argos compuesta por múltiples voces. Imagino una parte del libro dedicada a las mujeres discípulas de Carlos Celdrán. Imagino una nueva entrevista al director fechada en 2023.
Cuando era estudiante de teatrología siempre me cuestioné los libros que reúnen reseñas ordenadas cronológicamente. No entendía el valor de esas recopilaciones. Un libro como este me reafirma la importancia de esa práctica que, por suerte, han seguido los teatrólogos consagrados. Hace poco hablaba con un colega y me decía refiriéndose a las nuevas generaciones: “Ahorita ya ni saben quién es Carlos Celdrán”. Es un comentario radical que entristece y asusta. Ante la terrible posibilidad de que “los nuevos” no tengan memoria se yerguen empeños como Ágora, escenas de Argos Teatro.
Ojalá sea este libro el primero de muchos que edite Ediciones Alarcos sobre la mirada de nuestros críticos hacia agrupaciones que conforman el alma del teatro que fuimos, el que somos, y el que queremos ser. Para que los teatristas del futuro no olviden quienes son sus padres.
Hoy tenemos a la mano la oportunidad de redescubrir, desde las palabras de Omar Valiño, la escena invisible de Carlos Celdrán una de las metáforas más hermosas de nuestra práctica teatral.