Por Anaisis Hidalgo Rodríguez / Foto Rafael Martínez Arias
Mientras los teatrólogos provocan, desafían a los espectadores y representan sin maquillaje la actualidad nacional con los conflictos que vivimos o sufrimos a diario; la crítica especializada fomenta espacios para enriquecer la creación teatral y gestar un mejor producto.
Sobre estos espacios para generar el desarrollo del teatro cubano, el ejercicio de la crítica; las tendencias del teatro cubano, y sus altibajos, dialoga con La Demajagua, Omar Valiño, partícipe en Bayamo, de la tercera edición de Filtro de Campaña.
¿Cómo contribuye el crítico al desarrollo teatral?
Siempre señalo que la labor del crítico es tangencial. Lo primero es la creación, no la crítica, algunos críticos invierten esa función y creen que la crítica puede gobernar o ir por encima de la creación.
Creo firmemente, no solo por razones obvias, sino incluso por razones éticas, que el crítico desarrolla una labor tangencial. Eso no quiere decir que no sea importante y desde la cual se contribuye a la creación.
¿Cómo puede hacerlo?, de muchas maneras. A mí la que más me gusta de esas maneras, es un tipo de encuentro como este, donde la crítica, como suelo decir también, mete las manos en la creación, dialoga y contribuye a orientar y mejorar; rendir fruto con respeto a esa obra que nos ha sido presentada.
Hay otras contribuciones de la crítica que siempre se le adjudican: la orientación del público, la contextualización de grupos, espectáculos, creaciones, tendencias en un contexto más amplio, todo ello es también importante. Pero a mí me gusta creer que el diálogo crítico directo puede mejorar el camino de la creación.
¿Qué situación existe en el país en relación con la crítica teatral?
En Cuba padece una paradoja. Por un lado hay una formación sólida, amplia y de la cual han salido y salen muchos teatrólogos. A diferencia de otras manifestaciones artísticas hay muchas personas preparadas para ejercer la crítica y que es formada en ese ejercicio.
Hay otras carreras afines a la teatrología, pero se inclinan más por la formación hacia otros oficios en la literatura, las artes plásticas, la música.
La teatrología, aunque no comprende sólo la crítica, parte de esa formación a través de toda la carrera es ejercer la crítica de teatro. Con esa ventaja cuenta la crítica teatral y el movimiento teatral cubano. Sin embargo, la paradoja estriba en que hoy, buena parte de la teatrología cubana no quiere hacer crítica.
¿A qué se debe?
Fundamentalmente a que ese movimiento teatrológico está muy inmerso en las propias labores del teatro cubano, es decir, que le cuesta ser juez y parte al mismo tiempo.
La gente está muy implicada en procesos de trabajo, en conducción de los procesos, como especialistas. Son funcionarios, organizadores y curadores de eventos.
Por otro lado, la critica, la verdad que no da muchas satisfacciones. El ejercicio crítico es siempre visto como un problema para aquellos que son objeto de la crítica y por último, la critica se paga muy mal y cuando sumas esas tres variables, que pueden ser más, te explicas por qué la gente prefiere hacer otras cosas, antes de hacer crítica.
¿Qué tendencias caracterizan al teatro cubano actual?
Creo que el teatro cubano se sigue moviendo en una diversidad que ya le es consustancial. Hay muchas tendencias. La gente parte de una libertad real de hacer, muy válida y buena. Desgraciadamente ese punto de partida positivo, la gente no lo aprovecha del todo en el sentido de que arma proyectos con muchas zonas endebles, a veces desde sus propios puntos de partida.
La libertad es buena pero no genera una mejor conciencia de los instrumentos para llegar al final, que es otro deber de la creación.
Hay gente explorando de todo, tendencias hacia zonas más en diálogo con la creación contemporánea, experimentación con el mundo del performance, la documentación de la realidad, de revisión profunda de la historia reciente cubana; hay teatros muy preocupados por la expresión social y política, cosa muy positiva.
Existe también una línea de re visitación de clásicos, digamos los griegos o shakesperianos, grandes textos del teatro universal junto a dramaturgia cubana reciente que a veces desde el texto revisa esos clásicos previamente a la puesta en escena.
Hay otros sectores más tradicionales que siguen haciendo lo de hace muchos años. Se mueve la escena para niños, del títere, del teatro de calles. Para mí el problema no está en la falta de tendencias o de exploración de distintos sistemas de creación, esa es una existencia natural del teatro. El problema está en que estas tendencias o líneas exploren hasta el final, con calidad y eficiencia, esos sistemas que han elegido.
¿Qué eventos teatrales han logrado sobrevivir a la crisis económica que vive le país?
El teatro cubano y mejor en este caso, la escena cubana, tiene un enorme sistema de eventos locales, municipales, provinciales, regionales, nacionales, internacionales, de especialidades.
Más que los que han logrado sobrevivir me gustaría destacar eventos que yo creo que siguen manteniendo su perfil e identidad.
Sin orden de importancia: el Festival del Monólogo, de Cienfuegos, muy bien caracterizado; el Taller Internacional de Títeres, de Matanzas; el Festival Nacional de Teatro, en Camagüey, que es la gran cita nacional del teatro cubano; el Festival de Teatro de La Habana, que es la gran cita internacional.
Hay muchísimos eventos con el perfil de destacar el títere, sobre todo en provincias del país. Nosotros tenemos por la Casa Editorial Tablas-Alarcos, este sistema de encuentros con la crítica que han ganado ese perfil particular.
Hay muchos eventos que frente a estos que te pongo en buen ejemplo tienen que re pensarse, ganar en identidad, ver qué servicio están prestando. Hay que pensar cómo se revalorizan también, cómo se renacen, porque los eventos se agotan también.
Respecto a la Editorial Tablas Alarcos, ¿qué estrategias tienen definidas para acercarse y nutrirse del quehacer de las provincias?
Parte de esa paradoja de la crítica que mencionaba anteriormente, es que toda está concentrada en La Habana y es básicamente la que escribe sigue y se pronuncia sobre el teatro cubano de cualquier lugar.
No se produce poco porque hay un grupo de críticos cubanos que se mueve por todo el país, pero siempre está en dependencia del momento en que sea. Para nosotros es una preocupación y una insatisfacción permanente en la revista, porque aunque logramos cubrir parte de lo que se hace en todo el país, nunca me satisface del todo, cuanto se queda afuera.
Las revistas que presenté, los cuatro números de 2015, en dos volúmenes, son revistas que registran la realidad nacional del país; Matanzas, Las Tunas, Santiago de Cuba, y otros, tanto en sus historias, viejas, más o menos recientes, y en su presente actual. Eso es algo que hay que tener siempre el bombillo encendido.
También los encuentros con la crítica contribuyen a que sus reflejos estén en esas revistas. Los más recientes, en Pinar del Río, Sancti Spíritus, Granma, Santiago de Cuba…, que eso esté siempre en la revista es un deber elemental nuestro.
¿Cómo considera que los jóvenes están asumiendo la creación teatral?
Hay mucha gente joven en el teatro. Es difícil caracterizarlos en bloques. Felizmente hay muchos jóvenes y están haciendo muchas cosas. A veces se quedan vinculados a los grupos donde están al frente los profesores que los formaron, y se integran a esas dinámicas; otros quieren explorar vías propias.
Yo siento que en los últimos años han querido por un lado y no ha habido facilidades para crear grupos nuevos, que no es obligatorio, pero es siempre un valor que las distintas generaciones se expresen a través de grupos.
Ahora hay también nociones de creación, donde los jóvenes no quieren agruparse a las generaciones pasadas, quieren hacer agrupamientos de trabajo más efímeros. Su principal aporte está en la actuación. Nuestros grupos más jóvenes, más viejos y más intermedios están llenos de jóvenes actrices y actores. Hay que aprovechar esa fuerza para mejores creaciones.
¿Las academias están aportando todo cuanto debieran a la formación de los futuros profesionales del teatro?
Creo que han tenido un papel fundamental en los últimos años. Como regla, toda esa jornada de jóvenes que te mencionaba antes y que protagoniza la creación teatral hoy en todo el país, sale de las academias.
Problemas más, problemas menos; méritos más, méritos menos, creo que sobre todo, actrices y actores, están preparados y lo están demostrando sobre los escenarios.
No conozco el panorama hacia el interior de la academia, soy profesor allí, solo recibo el fruto. Sí quiero destacar, no sé si es al situación de la Academia de Bayamo, que esa academia en los años pasados ha aportado un número asombroso de buenas actrices y actores, que están en la televisión nacional, en el oriente, y en grupos de todo el país; y de alguna manera, hasta hace unos años al menos, había una distinción que en ellos que me parece muy saludable.
A partir de su interacción con Granma ¿cómo valora el teatro que se está desarrollando en esta provincia?
Yo he tenido una larga relación con Granma. Pero digamos, en estos tres últimos años hemos desarrollado Filtro de Campaña aquí y nos ha dado una dimensión prácticamente total del teatro que se está haciendo.
Observamos en los dos últimos años muchos problemas, pero una tendencia al desarrollo en los distintos grupos y en todo lo que se presentó frente a nosotros.
Esta tercera edición de Filtro ha sido un poco decepcionante, porque muchos grupos o no tiene producciones nuevas, que es una condición imprescindible para los encuentros con la crítica, o sea, no repetir espectáculos que ya se vieron y analizaron.
No han habido producciones nuevas o no han querido presentarse en condiciones de proceso de trabajo, que hubiera sido magnífico para el encuentro con la crítica, incluso mejor que los estrenos, porque en estos la crítica puede entrar mejor a dialogar, a sugerir o a trabajar con la creación.
Prácticamente los grupos se han manifestado retirados del evento. Es cierto que ha habido problemas de orden institucional. Yo me siento decepcionado, porque el filtro de campaña aquí fue el mejor encuentro con la crítica de todos los que se realizaban en el país. Un verdadero modelo de diálogo y de consenso y espacio de trabajo. Esta vez no ha sido así, por esos problemas que no son del encuentro en sí mismo, la gente ha dejado de acudir.
Me gustaría que esta tercera edición de Filtro de Campaña fuera considerado un momento de transición y de crisis que también padecen todos los eventos, aunque la crisis no haya nacido del propio encuentro con la crítica en sí, y que los grupos puedan enrumbar sus líneas de trabajo, producir y volver a encontrarnos en los próximos años.
El teatro cubano, como diría el dramaturgo Bertolt Brecht, ‘se mueve’ a pesar de sus altibajos y paradojas. Sin embargo, poco podremos hacer para hacer sostenible su crecimiento y potenciar sus múltiples miradas, si no rebasamos el miedo a las tablas, al diálogo con la crítica y a que nos señalen constructivamente con el dedo.
Tomado del Periódico La Demajagua