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Palabras de elogio a José Antonio Chávez Guettón, Premio Nacional de Danza 2023

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Camagüey hizo un alto en la tercera gala de su Camagua Folk Dance Festival para entregar oficialmente el Premio Nacional de Danza 2023 al coreógrafo y maestro José Antonio Chávez, figura de referencia en el repertorio del Ballet de Camagüey y la creación neoclásica cubana. En la entrega estuvieron presentes Fernando Rojas, viceministro de cultural, Lillitsy Hernández, presidenta del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, y Francisco González, presidente de la Asociación de Artistas Escénicos de la Uneac.

Por Kenny Ortigas Guerrero

Cuando conocí a José Antonio Chávez, ya tenía referencias de su prolífera carrera y de su excepcionalidad como artista. Pero esas categorías profesionales, títulos nobiliarios que se van adquiriendo al fragor del trabajo, y que te catapultan a la cúspide de una carrera, provocando –a veces- cierto distanciamiento de las esencias, se quedan reducidas a un pequeño puñado de arena ante la dulzura, sencillez y humildad que desborda en su calidad como ser humano.

Chávez es un hombre inobjetablemente talentoso, que tiene como satisfacción más plena, el ser coreógrafo y su mayor preocupación es la falta de amor al conocimiento. Sin caer en lugares comunes o frases manidas, debo citar a Martí cuando dijo que a las estrellas no se llega por caminos llanos, porque en efecto, la trayectoria de nuestro Premio Nacional de la Danza 2023, ha constituido un acto de fe y resistencia.

Su conocimiento de la cultura se expande más allá de los horizontes danzarios, teniendo el poder  de seducir con su verbo diáfano y certero a todo el que se sienta a conversar con él. Con un ritmo tenue que te acerca a la intimidad de su sensibilidad te revela todo su amor por la danza y el magisterio. Su vida ha sido una aventura que lo ha colocado en disímiles labores antes de ser bailarín.

Cursando la primaria recibió clases de artes plásticas, donde resultó ser un alumno aventajado. En un segundo intento por estudiar artes en la Habana, y luego de alfabetizar en Santiago de Cuba en la comunidad de Pinar de la Cana, perteneciente al Cobre, logra matricular en la incipiente Escuela Nacional de Instructores de Arte. Ahí estudiaría teatro en el Comodoro -primera sede de esta escuela-, donde recibió clases de importantes maestros como Raquel y Vicente Revuelta. Quizás desde ese momento su poética como coreógrafo, encontraría las motivaciones para crear montajes donde la fuerza interpretativa de los bailarines y la teatralidad de las imágenes, ocupan un lugar destacado, como su especial devoción hacia los personajes de carácter. A pesar de sus esfuerzos por acercarse a la danza en la adolescencia, las oportunidades les eran esquivas y la edad comenzaba también a representar un problema.

Cada uno de sus capítulos de vida, constituyen al pasar de los años un espejismo y a la vez un reservorio de experiencias. Son interesantes sus tantos encuentros y desencuentros con Vicentina de la Torre y la indiferencia de la profesora para darle acceso a su academia, su regreso a Holguín al llamado del servicio militar, verse durmiendo en las paradas de ómnibus en La Habana, cuando buscaba por su cuenta alternativas que lo llevasen a la realización como artista. Recordar también cuando tuvo que irse para Antillana de Acero y la Empresa Nacional de Cabotaje, a dar tanta piqueta con hacha quitando la herrumbre de los barcos, pero que entonces era la única manera de llevarse un bocado de comida a la boca.

Pero al mirar atrás, no hay arrepentimientos y los dolores parecieran haberse evaporado como premio a la constancia y a la sinceridad de quien busca incesantemente el crecimiento profesional sin necesidad de escalar aruñando las espaldas de otros. Finalmente el Ballet de Camagüey le abrió sus puertas, y maestros de la talla de Fernando Alonso y Joaquín Banegas, lo conducirían por el camino del éxito.

Hoy, aunque ya lo tiene ganado con perseverancia y fuerza indomable, Chávez se legitima otra vez ocupando un puesto en el hermoso sitial donde tantos hombres y mujeres de luz han hecho de la danza en Cuba, un patrimonio de incalculable valor simbólico y espiritual. Gracias maestro de maestros por ser imagen y reflejo de la ética como condición primaria del artista. Gracias, porque a tus 78 años conservas ese espíritu intrépido e incansable que energiza y llena de vitalidad a los jóvenes de tu Ballet de Camagüey y de tantas otras compañías que han abrazado tu obra. Gracias, José Antonio Chávez, porque en ti, la Patria tiene a uno de sus hijos más leales y amorosos.

Foto Alejandro Rodríguez