Por Mery Delgado / Foto Buby
Muy contentos se les ve a los participantes de la edición 18 Concurso de Coreografía e Interpretación Solamente Solos, que tiene lugar en La Habana por primera vez.
Raúl Martín, director de Teatro de la Luna y miembro del jurado que evaluará la justa de danza, dijo a Cubaescena que estaba muy emocionado con la deferencia del certamen en homenajearlo en esta ocasión.
“Estoy como un recién graduado -afirma- porque primeramente me remonta a esos años tan bonitos y me incitan a volver a la danza, a crear otra vez. Es algo que no he dejado de hacerlo dentro del grupo, pero con bailarines propiamente o compañías de danza hace ya que no lo retomo”.
Al preguntarle si había llegado a la danza por encargo me asegura:
“Esa relación con la danza comenzó primero con Rosario Cárdenas, que al ver mi trabajo Fábula del insomnio, me invitó a hacer vestuario y luces de sus obras. Yo me convertí por dos años en el diseñador de luces y vestuario de Danza Combinatoria. Empecé a girar con ellos, era como parte del equipo directriz de esa compañía, y en esa relación con los bailarines sentí la necesidad de participar más, de entrenar y hasta de bailar”.
Poco tiempo después, pertenecí y tomé clases con la compañía Danza Abierta de Marianela Boán. Y en ese intento de bailar salí contaminado, un término muy bien manejado por la Boán. Me permeé mucho del sistema de improvisaciones que ella hacía, y eso lo traje al teatro”.
A partir de ese momento empecé a tener inquietudes coreográficas. Marianela me decía al ver mis montajes que yo era un director muy coreográfico y quiero hacer un trabajo contigo. Fue así que hicimos Últimos días de una casa, de Dulce María Loynaz recomendado por Abilio Estévez. Fue un trabajo muy fértil, muy bonito”.
“Yo creo rotundamente que el haber participado del sistema de improvisaciones de Marianela, y haber estado en el día a día del salón de ensayos de Rosario fue vital, me desvió hacia eso. Me di cuenta que la forma de improvisar los bailarines, esa libertad que da el ser dueño de tu cuerpo, me interesaba mucho llevarlo a los actores. Y resultó bien, porque siempre trabajé con actores muy talentosos que la otra parte la tenían garantizada, y les faltaba saber estar en escena, expresar con el movimiento, ser más libres, por tanto, para improvisar”.
Títulos de esa década de los 90 en los que aparece su colaboración marcaron un hito en esas compañías: Blanche, Las siete en punto, El banco que murió de amor y Solo de piano, entre otras.
En este recorrido que ambos hacemos acudiendo a la memoria, Raúl asegura que todas sus obras tienen como base la improvisación sobre el movimiento. Menciona a La boda como el camino tácito que él quería seguir como director, la gestualidad llevada a la danza, es una forma de expresarse los actores a través de la danza y la más reciente: Ocurre en domingo, todo salió de la improvisación de los actores. Hay una gran bailarina como Maylin Castillo, que se encarga de pulir todos los movimientos que los actores pautaron en sus improvisaciones y de ahí sale la quinesia de toda la obra”.
De igual manera están títulos como Delirio Habanero, con los ritmos cubanos, El dragón de oro, obra muy coreográfica. Siempre hay un concepto físico muy marcado en mis obras. La coreografía está creada por los propios actores y eso sale muy orgánico- declara finalmente.
Hay nombres que han aportado y aportan a este movimiento de mis actores: Lídice Nuñez, Obwen Beovides y Maylín Castillo, todos grandes figuras de la danza que han entrenado y asesorado a mis actores en el movimiento. Eso le ha dado un sello a Teatro de la Luna.
El hecho de recuperar La boda para el Solamente Solos, significa mucho para el homenajeado Raúl Martín. Esta obra como él asegura, le trae muy lindos recuerdos y lo emociona saber que por lo menos Maylin Castillo podrá mostrar un fragmento a los participantes.
Y agrega al final: Esto y ser miembro del jurado ya es para mí un doble homenaje. Estoy contentísimo, me da mucha alegría, de verdad.