Search
Close this search box.

MIRAR A LOS OJOS DE LOS MAESTROS

image_pdfimage_print

Por Karla Puente / Foto Sonia Almaguer
No puede hablarse del teatro de títeres para niños en la Cuba actual, si no se menciona el nombre de Teatro de Las Estaciones. Las propuestas de Rubén Darío Salazar atrapan a todo tipo de público y transportan a fantasías maravillosas y a realidades inquietas que esperan ser contadas. En el contexto de la presente edición del Festival Nacional de Teatro de Camagüey, nos acercamos, con algunas interrogantes, al reconocido director teatral.

Durante la presentación de Los dos príncipes hablabas de que Teatro de las Estaciones siempre ha estado presente en el Festival de Teatro de Camagüey. ¿En qué lugar colocas el festival dentro de la biografía artística del grupo?
Vinimos por primera vez al festival camagüeyano en 1996. Un festival es, además de presentar espectáculos, una confrontación artística con los críticos y con el público, y ese encuentro siempre deriva en la afirmación o búsqueda de caminos creativos para devolver en escena, sobre todo si el grupo es joven. Más de dos décadas después, nos encontramos como en nuestra primera vez, aunque más consolidados, pero con la misma ilusión, idéntica vibración interna y una esperanza enorme en lo que aporta, aun con criterios diversos, el dialogo con los demás.
Es innegable en la evolución de Teatro Las Estaciones el incremento del diálogo entre el discurso visual y espectacular, la imagen es uno de los resortes fundamentales para la teatralidad y el artificio. ¿Cómo Rubén Darío Salazar y Zenén Calero construyen ese discurso escénico?
El teatro de figuras es una manifestación esencialmente visual, desde que sale a escena el primer muñeco-personaje ya está ejerciendo su labor el signo y el símbolo de los títeres. El discurso visual y espectacular por tanto, si de figuras se trata, no puede estar divorciado del dueto que conforman un director y un diseñador. Siempre ponemos concepto e idea visual del espectáculo, y ahí aparecen nuestros nombres, asumiendo nuestra responsabilidad, nuestra visión de la cultura, de la ideología y la sociedad.

– Contabas en una ocasión que una vez tu familia se reunió y cada uno de sus miembros jóvenes habló de su futuro universitario, tú dijiste que te formarías como actor en las aulas del ISA y por supuesto, en tu familia hubo un gesto de rareza, pero tu madre apoyó la decisión completamente ¿Crees hoy que las aulas del ISA fueron fundamentales para llegar a tu maduración profesional y personal?
No lo creo, lo afirmo, lo agradezco y lo llevo como estandarte vivo, fue un privilegio tener como profesores a Graziella Pogolotti, Rine Leal, Ana Viñas, Nicolás Dorr, Francisco López Sacha, por solo mencionar a algunos de un staff de lujo en la Universidad de las Artes.
Cuando llegó el turno del Seminario de Teatro para Niños y de Títeres que impartía Mayra Navarro, intuí que por ahí estaba mi destino, soy un amante de la titerería desde que era un infante, pues por casualidad crecí en la calle del Guiñol Santiaguero. El ISA vino a completar la visión académica y cultural que le faltaban a mis intenciones, allí fui feliz e intento devolver todo eso con mi trabajo de hoy.

Tu trabajo siempre ha estado lleno de personajes y personas jóvenes, de hecho es un teatro para formar nuevos seres, ¿qué nos dirías a los que estamos a punto de empezar un camino en el teatro?
No soy dado a dar consejos o lecciones, soy pedagogo sí, pero con un toque de rebeldía innato, quizás relacionado con mi origen mambí por parte de madre; ser joven no fue para mí incendiar la casa, sino removerla con un amor inmenso.Tributar a lo mejor del pasado es entender el presente y preparar a los que estarán cuando tu no estés. Siempre sumamos gente joven a nuestros proyectos, no solo por jóvenes, sino por su talento y frescura, es un crimen ver gente que está naciendo con inquietudes y no ayudarlos a crecer, sembrar un árbol sería el mejor símil.
Yo sueño con una Cuba donde la titerería no desaparezca o se haga pobre de ideas y aspiraciones. Hay que mirarles los ojos a los maestros, enfrentarles ojos en ojos con la misma verdad con que ellos nos miran, el dios Cronos se encarga de poner todo lo demás.