Han pasado casi tres semanas desde que concluyera el Festival Internacional de Teatro Callejero de Mesitas en Colombia y Rocío Rodríguez Fernández, directora de El Mirón Cubano, una de las agrupaciones participantes en este evento, no para de emocionarse cuando habla de la experiencia valiosa que fue recorrer las calles de un pueblo que siente profundamente ese arte callejero.
Rocío, que durante la travesía no dejó de pensar en su padre Pancho Rodrígez, fallecido este año, capitán de El Mirón durante mucho tiempo y director artístico de S.O.S Payá, espectáculo presentado entre el 11 y el 14 de noviembre en Mesitas. “Mi padre, en cada minuto, en cada salida. Literalmente, sus manos, sobre mis manos”, describió en su muro de Facebook, unos días después del evento.
“Fue muy emotivo porque nosotros llegamos a ese evento a partir de las conexiones de la generación de mi padre y de Albio Paz con Colombia, y también por poder participar con una obra suya. Creo que fue un sueño que se completaba ahí, que tenía que ser así. Ha sido difícil continuar el espectáculo sin su presencia, sobre todo porque hay varios momentos que él interpretaba de esa manera tan magistral que siempre nos remiten a su recuerdo. No obstante, pienso que justo esa posibilidad que tuvimos de aprender de él, de trabajar juntos durante tanto tiempo, nos preparó para ese momento y espero que lo hayamos podido defender como hubiera querido”, comentó.
Ella no lo dirá, pero para la crítica que disfrutó S.O.S Payá en Mesitas la obra no pasó desapercibida. La agencia Prensa Latina, que acompañó al elenco en Colombia, destacó que “los aplausos, carcajadas, la interacción entre el público y los artistas dejó una huella agradable desde principio a fin de la puesta de la obra, donde con una mezcla de elementos simples como una cuerda, juegos de cintas, máscaras, banderas, pero sobre todo con mucha expresividad y talento atraparon a la audiencia”.
La prueba también la vivió el conjunto matancero frente a los niños migrantes venezolanos, sus aplausos al cierre de la función y el estremecimiento al escucharlos gritar “No se vayan, no se vayan”.
La calidez del pueblo colombiano, su disposición a participar en un espectáculo interactivo como S.O.S, demostraron no solo lo tradición de ese público, acostumbrado a recibir propuestas de teatro callejero, sino también una energía que condujo al joven elenco, integrado, además de Rocío, por Leynis Cabrera, Yanetsy Sánchez y Javier Martínez, a sus funciones habituales en Cuba.
“El público colombiano es espectacular, muy receptivo, súper cálido. El espectáculo que llevamos es un espectáculo de participación y en ese sentido fue muy rápida la conexión, la respuesta de los niños y hasta de los adultos, se integraron con mucha alegría, con mucha disposición, nos recordaban mucho al público cubano, sobre todo por estar prestos a la posibilidad de formar parte de lo que tú le estás proponiendo. Se siente esa tradición del teatro callejero, se nota que es un público adaptado a recibir este tipo de propuestas y responde por tanto tan naturalmente; algo que también pienso se ha logrado en Matanzas”.
A diferencia de otros eventos en los que ha intervenido El Mirón, el Festival de Mesitas, propiamente de teatro callejero, propició también el intercambio con creadores del área. Para la directora esta posibilidad los conectó también con algunos de sus referentes y sirvió de puente generacional para esta joven vanguardia.
“Latinoamérica es una plaza fuerte para el teatro callejero y, dentro de Latinoamérica, Colombia tiene un poco de vanguardia en esa zona, y del mismo modo se conecta mucho con el tipo de teatro que hace El Mirón Cubano, porque grandes de sus referentes, como Santiago García, quien dirigiera durante muchos años La Candelaria, o Misael Torres o Juan Carlos Moyano, son de allí y son asiduos en este Festival.
“Otras veces hemos estado en festivales pero más de teatro de sala. Un evento de este tipo, que se conecta de alguna manera con nuestro festival de Teatro Callejero de Matanzas, el cual hemos sostenido durante muchos años, nos aportó muchísimo por la posibilidad de conocer otras estéticas, con otras dinámicas de organización; la posibilidad también de compartir con otros creadores de teatro callejero, no solo colombianos sino también argentinos, mexicanos, y aprender de esas otras poéticas, también pensadas para la calle. Fue una oportunidad única”, concluyó.
Tomado del periódico Girón de Matanzas