Mejunje Teatral: gratas sorpresas en las últimas jornadas

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Por Frank Padrón

VILLA CLARA – La recta final del más importante evento del teatro aquí, centralizado y auspiciado por el célebre Mejunje, ha deparado más de una experiencia estimable y motivadora.

Aunque por facilitar gestiones de escenografía, transporte y otras cuestiones logísticas muchos grupos insisten en traer piezas de dos o tres actores y unipersonales, otros , sobre todo locales, siguen apostando por el teatro » en grande», lo cual pluraliza y enriquece el espectro del festival.

Uno de estos ocurrió fuera de la sede, en el Centro Cultural La luna naranja, muy popular aquí. El sitio, un bar agradable y amplio, era el espacio perfecto para el espectáculo La salvación: un cabaret de posguerra, por el grupo Teatro Adentro.

El «cabaret político» que tanto desarrolló Bretch – y ha cultivado con éxito un grupo como el matancero El Portazo- llega en esta pieza donde mediante canciones, textos y poemas se denuncia el flagelo belicista y sus consecuencias sociales y personales.

Al joven director José Brito Cordero debemos una dramaturgia acertada en la «estética del cabaret» de contenido más grave, que fiel al género se aligera con desdramatizaciones y cambios a un tono más festivo, aun dentro de lo serio y hasta trágico del tema, lo cual las tres actrices manejan con tino y equilibrio.

Pero habría que hacer un tanto más sutil el discurso, echar mano de la metáfora y otras imágenes para evitar el siempre amenazante panfleto cuando de estos ítems se trata.

Lo contrario ocurre con la actuación del travesti, notable a nivel histriónico pero con un lenguaje frecuentemente oscuro y demasiado filosofante, que atenta contra la naturaleza festiva y la nota lúdica que se supone deba implicar su intervención.

Como decía, continúan los duetos actorales, y entre ellos sobresale el trabajo de Teatro D’ Sur con Noche sucia, partiendo de la obra con título más largo del brasileño Marco Plinio, que dirigiera el inolvidable Pedro Vera, fundador y director del grupo radicado en el municipio matancero Unión de Reyes.

Admirable retablo de marginalidad, de esa miseria externa que internalizan también víctimas y victimarios, con una funcional y expresiva escenografía (el espacio- basurero donde viven Toño y Paco), sigue teniendo entre sus mayores virtudes el trabajo actoral de Jorge Luis García y Wilfredo Mesa, en el intenso contrapunteo de sus personajes.

Estos, en el caso de Bésame, por el santiaguero A dos manos, entrecruzan realidad y ficción, teatro y vida en un texto admirablemente armado por la actriz y directora Nora Hamze, en homenaje a dos instituciones de la escena santiaguera y nacional: Nancy Campos y Dagoberto Gaínza.

Ellos se lucen como siempre, despliegan su gracia y sabiduría escénica, en una puesta dirigida por Geordany Carcasés que significa también recuento y síntesis de la amplia y brillante hoja de vida de la pareja fuera y dentro del escenario.

Por último, Teatro Escambray, bajo la dirección y escritura de Rafael González presentó el unipersonal Me llamaban Tula, a la vez tesis de graduación de la actriz Diana Rubio.

El dramaturgo logra una admirable síntesis partiendo de cartas, poemas y escritos en general de la gran Gertrudis Gómez de Avellaneda – escritora ilustre del XIX cubano, camagüeyana universal, precursora del feminismo y las reivindicaciones de los derechos de la mujer- en un hipertexto que resuelve de manera elegante y orgánica la diversidad tonal – humor, drama- , algo que la joven actriz asume y proyecta con habilidad escénica y matizada interiorización.

Aunque al cierre de esta nota quedaban una que otra puesta y la gala de clausura, es un hecho que el nivel y la calidad del Mejunje Teatral en su edición 23 han marcado pauta. Ya teatreros de todo el país comienzan a prepararse para la próxima y siempre esperada cita.

En portada: Dagoberto Gaínza y Nancy Campos en Bésame, Teatro A Dos Manos, cortesía de los actores.