Por Reinier del Pino Cejas
Hay noticias que lo hacen sentir a uno orgulloso de ser cubano. Hay momentos en los que el corazón se desborda porque uno es testigo de lo que pueden conseguir el talento, la humildad y el trabajo serio. Así me sucede con la huella que la Compañía de Espectáculos NC Dance va dejando a su paso.
La agrupación caimitense, promotora del Evento Internacional Danzapuentes recibió en tierras artemiseñas durante su tercera edición, celebrada en marzo de este año, a dos delegaciones de México en un ejercicio de hermanamiento desde la danza, la defensa de la autoctonía y el rescate de las raíces culturales de nuestros pueblos. Pero sus integrantes no descansan.
Esta vez fue una delegación de los nuestros la que viajó hasta el país azteca, invitados por la Compañía de Danzas y Bailes Tradicionales Alma Mexicana del Instituto Mexicano del Seguro Social. La agrupación dirigida por el maestro Miguel Ángel Pineda invitó a los bailarines cubanos a compartir los festejos por el aniversario 34 de su compañía y el resultado superó las expectativas.
No podía esperarse otra cosa cuando la esencia de Danzapuentes implicó desde el principio la fusión humana a través de la expresión del cuerpo y la defensa de lo originario. Este evento, dirigido por el maestro Jonnie Osvaldo Martínez Nieves, director de NC Dance, fue desde su concepción más allá de las ejecuciones técnicas o la exhibición formal. Promovió la cercanía, la filosofía con la que se concibe la danza y su valor de uso. La filiación de los danzantes a un mismo grupo, más allá de las diferencias regionales, en el que se demostrara el lenguaje común de los cuerpos y sus ilimitadas potencialidades en la construcción de consensos.
En Cuba, Danzapuentes hizo posible la realización de talleres. Permitió que los asistentes al encuentro disfrutaran de clases magistrales impartidas por el Conjunto Folclórico Nacional de Cuba, por los mismos maestros de las compañías mexicanas y la cubana. Hubo fusiones en el escenario en las que no se hicieron visibles las complejidades de una u otra coreografía haciendo que apenas se notase la diferencia de origen. México y Cuba bailaron la rumba y la danza del vedado en un derroche de virtuosismo que sorprendió a los públicos.
Cuatro integrantes de la compañía cubana estuvieron veinte días en la capital mexicana y el saldo para la danza fue provechoso. En las palabras de Pineda, esta vez anfitrión:
“Los recibimos con mucho cariño, el mismo con el que NC Dance nos abrió las puertas de Cuba y en especial de Artemisa. Reconocemos la calidad artística y la formación académica de los bailarines cubanos y hemos constatado que Cuba es un centro mundial de las artes escénicas. Los cubanos reciben formación en danza desde pequeños y eso se nota. Para nosotros son un referente”.
Pineda declaró haber encontrado puntos coincidentes entre los dos países a través de la danza y aseguró que la hermandad entre las dos compañías no será un fenómeno pasajero porque es una oportunidad de aprender juntos, de aportarse mutuamente.
Más de mil personas aplaudieron a los bailarines cubanos de NC Dance en la Ciudad de México durante la gala por el aniversario de Alma Mexicana. Pineda y su compañía corrieron el riesgo de proponer un espectáculo danzario de más de tres horas y el público se mantuvo en sus asientos, secuestrado por la emoción de ver ejecuciones cuidadas, perfección de movimientos y recreación de sus esencias culturales. La guinda del pastel fue ver a los cubanos con sus ritmos contagiosos y su sensualidad caribeña, verlos también ejecutando la Danza del Venado junto a Juan Miguel Villareal, experimentado bailarín de Alma Mexicana. Hermoso fue dejar en la compañía anfitriona el montaje del Festejo Chinchiví. Eso sin contar el hermanamiento que se fragua más allá de las clases y los escenarios cuando se trata de profesionales nuestroamericanos, hijos de una misma cultura que lucha por subsistir ante intentos de penetraciones que amenazan con borrarla del mapa.
La presencia de NC Dance en México fue una oportunidad de crecimiento mutuo. Conocer de cerca la cultura, la riqueza ancestral de ese país y la manera en la que esa riqueza se relata desde la danza, hace que los bailarines que vivieron la experiencia no sean los mismos. Más allá de una representación artística, hay un mensaje de supervivencia, una apuesta por no olvidarnos del pasado y un hallazgo singular de raíces comunes entre los dos países hermanados por revoluciones que trascendieron lo bélico.
Danzapuentes tendrá otras ediciones. Otros pueblos y otras culturas encontrarán en Cuba ese espacio para contar su realidad y apostar por la permanencia ante los vendavales de la contemporaneidad y la enajenación cultural que tanto daño hace a los pueblos del mundo. Continuarán fortaleciéndose los lazos entre pueblos utilizando como vehículo el movimiento, el gesto, el lenguaje del cuerpo y los colores diversos de nuestra gente. La experiencia de la tercera edición y sus ecos, la estadía de NC Dance en México y los aplausos del público recibiendo también un poco de cubanía en el espectáculo, fidelizan a la compañía caimitense como embajadora de nuestra cultura en el mundo.
Esta vez los bailarines se movieron al ritmo de la unidad, de la excelencia, de la cultura. Dicho en otros términos, tocaron con su talento el alma de una nación con ese lenguaje universal que es la danza. Aquellos puentes tímidos del inicio devienen estructuras más complejas y fuertes a favor de la cultura y de lo que somos.