Por Frank Padrón
Cada vez que la compañía folclórica de Camagüey nos visita, los amantes de los bailes populares se dan cita en la sala Covarrubias del Teatro Nacional, donde habitualmente se presenta.
En el marco de «Los días de la danza», evento como es sabido que tiene lugar cada año en abril, pudimos aplaudirles otra vez.
Multipremiada, aplaudida fuera y dentro de la isla, Camagua tuvo su origen en el conjunto artístico Maraguán, de la universidad de su ciudad matriz, y se fundó en 1981 por Fernando Medrano, quien se mantiene activo en la actual agrupación, la que pasó a llamarse con su nombre actual a partir de 2011, lo cual no implica en absoluto restricción o cambio respecto a su objetivo inicial: “el reflejo de elementos sustanciales en los cuales descansa la encrucijada multinacional de la cultura de la Isla”, como han expresado en sus sitios.
Esta vez, el programa de fin de semana, dedicada a los aniversarios 35 del Instituto Cubano de la Música y del Consejo Nacional de las Artes Escénicas mostró algunos de sus coreografías más significativas.
Descorrió el telón un flamante estreno: Perú negro, de Álex Álvarez, quien procede de ese rico foco cultural en la región.
Tal enuncia desde su título, las danzas y rituales de la franja afroperuana – muy fuerte allí- se explayan entre ropas naranja, blanca y roja sobre la base de una variopinta plataforma rítmica donde los danzantes explor(t)an la dinámica y alegría de sus bailes, que aquellos combinan con la gracia y fluidez habituales.
El resto, no por conocido, fue menos grato, porque Camagua siempre va al perfeccionamiento y la autosuperación.
Congos trinitarios se remonta a ese grupo de la realeza en la ciudad patrimonial a partir de estudios sobre los descendientes de aquellos integrantes del Cabildo de San Antonio y del Conjunto Folklórico de la célebre villa espirituana; rumbas y tonadas de la región y bailes tradicionales (Makuta, Garabato, etc.) conformaron un cuadro vívido, de interacción estrecha entre músicos, cantantes y bailarines.
Clave, guateque y son, de nuevo con la sapiencia de Medrano en la coreografía, focaliza una arraigada fiesta donde rivalizan fraternamente los Bandos de Majagua y que implica la recurrencia en una de las líneas más afortunadas en el trabajo de rescate que emprende desde su fundación la compañía: la música y bailes campesinos.
Aquí la riqueza, variedad e imaginación de esas danzas populares, la gracia e ingenio de la música, y el colorido y variedad de matices en el vestuario —otro de los rubros donde Camagua sienta cátedra, cualquiera que sea la expresión que trabaje— sumaron uno de los segmentos más alegres y agradecibles del espectáculo.
Por último, Homenaje es un tributo al grupo Caidje y a emigrados de Haití que desde el primer cuarto del siglo XX se ubicaron en las zonas orientales del país. Tal incursión de franca brújula caribeña protagoniza una de las principales líneas dentro de la rama investigativa y posterior montaje de los artistas que integran Camagua: la aprehensión detallada y profunda de los elementos que conforman tal expresión en el hermano pueblo —con tantas similitudes respecto a muchos de nuestros bailes y músicas— conforman una de las parcelas más fuertes del colectivo camagüeyano, con el cual siempre estamos en deuda, por su labor de rescate, investigación y continuum en la danza popular de Cuba y el Caribe.
Foto: Periódico Adelante Digital