Por Rubén Darío Salazar
Hace unos días supe por boca del propio Julio César García, creador del boletín fotográfico Lente titiritero, que la edición número ocho, la más reciente de esta singular publicación sería la última. Aunque me estremeció la noticia, no me tomó de sorpresa, sucede esto con frecuencia en proyectos donde el amor al arte no es suficiente para sobrevivir.
Lente titiritero nació con la clara idea de convertirse en un espacio físico y virtual que promoviera desde la fotografía el teatro de títeres que se hace en Cuba, sin olvidar su intercambio con el mundo. Durante dos años ha visto la luz gracias al apoyo de un grupo de amigos, más un fuerte desprendimiento personal por parte del propio Julio y últimamente con el sustento del Consejo Provincial de las Artes Escénicas y la Asociación Hermanos Saiz de Matanzas.
No ha sido el realce de la obra fotográfica personal del fundador de Lente… lo que ha primado en cada salida, sí la defensa y protección de un segmento fundamental de la cultura nacional, el universo del retablo, cuya identidad ha reflejado el boletín sin acudir a otro distingo que no sea la calidad y el trabajo.
Por tanto, un boletín que no quiere quedarse solamente en el terreno virtual, ni personal, precisa por parte de la institución y de los destinatarios a quienes va dirigido, de una acción tan definitiva como comprometida. A pesar del bienio de vida ninguna de estas necesidades ha sido cubierta de manera fundamental, más allá de los buenos comentarios y una exigua contribución financiera.
El aporte real de Lente… quedará, trascendidos los tanteos primeros ha recibido el aplauso unánime de todos los que han entrado en contacto con él. El aporte pudiera parecer de pequeña estatura, ante tantos e imprescindibles legados artísticos dentro del teatro de figuras, pero así es como comienzan a volverse ciertas las gestiones que provienen del alma y se instalan en el devocionario ético y estético de la patria.
Le decimos adiós a Lente titiritero con la ilusión de que solo sea un pequeño alto en el camino, con la idea de que aparecerán nuevos y definitivos apoyos. Thay D Martínez, su diseñadora, María Laura Germán, su editora fundadora, el propio Julito y yo mismo como colaborador, no nos resignamos a perder lo ganado. Ojalá se hagan eco de esta noticia aflictiva los amigos de la Isla y el mundo que han creído en los disparos iluminados de las pasadas y futuras instantáneas. Va y tal vez no sea este el último click.