Legítimo retrato de grupo en convivio

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La convocatoria volvió a cumplir sus propósitos porque nos presenta una mirada coral al estado de una manifestación

Por Omar Valiño

Dramaturgos y directores teatrales jóvenes se reunieron el pasado martes en el Pabellón Cuba, como parte de un ciclo de encuentros hacia el inminente cuarto de siglo de la Casa Editorial Tablas-Alarcos, del Consejo Nacional de las Artes Escénicas. Todos son organizadores, junto a la Asociación Hermanos Saíz, del convivio, denominación de esos encuentros.

A diferencia de la primera cita, realizada en el Salón de Mayo, contra esta conspiró un espacio sin las mejores condiciones para dialogar. Apretado, caluroso, con dificultades técnicas y ajustes a la vista del público.

No obstante, volvió a cumplir sus propósitos esta convocatoria, porque nos presenta una mirada coral al estado de una manifestación. Y, en mi opinión, significa mucho en medio de una ausencia de panoramas sobre el campo de las artes en Cuba, siempre tan útiles en los estudios culturales.

Aunque nunca sea exacto ni un reflejo absoluto, lo tomé como una fotografía de la generación joven que hace teatro en la Isla. Quizá me equivoque, o me falle la memoria, pero, al menos yo, no había tenido tal oportunidad. Y, como he referido en otras ocasiones, desde la pandemia de la Covid-19 hasta la fecha, es harto difícil juntar las partes para una visión integral de este  panorama, o de uno de sus segmentos.

De tal manera, el panel, con la conducción del teatrólogo Aliocha Pérez Vargas, dio la palabra a los directores, y también a autores o dramaturgistas, Liliana Lam, Ledier Alonso, Iran Capote y Pepe García Caballero, además de a los dramaturgos Roberto Viñas y Nelson Beatón. Una introducción especial hizo el maestro Osvaldo Cano, al repasar las últimas décadas de la escena nacional desde la repercusión de la caída del socialismo real de  Europa del Este.

Sería magnífico dibujar, con la misma precisión de Cano, la creación teatral del presente, aun en medio de las tantas dificultades que la atraviesan, pero en ello ayudará, entre otros factores, el paso del tiempo.

Mediante trazos gruesos, puedo intentar algunas conclusiones según lo que allí compartieron de sus experiencias. Se reconocen deudores de la pedagogía del Instituto Superior de Arte y la posibilidad que brinda como lugar de creación; de las prácticas escénicas de este siglo, en particular cubanas, a las que algunos se han integrado luego; de la influencia de audiovisuales y literatura; del valor humano de la creación en colectivo por encima de «estrellatos», y en las estrategias de gestión para complementar o suplir apoyos que no son posibles hoy por parte de la institución, a la que reconocieron.

Me gustó escucharles la creencia en el sentido social del teatro, sea mediante el bien de la risa o el tratamiento de aristas punzantes de la realidad, entre ellas la defensa de la libertad de género, la particularidad de algunos tratamientos técnicos en la jornada que celebraba el Día Internacional del Actor y la Actriz. Y me encantó que reclamaran la presencia del santiaguero Juan Edilberto Sosa y del guantanamero Geo Obana (Geordany Carcasés), junto a la de Agnieska Hernández, quien es un puente entre la generación anterior y esta, nunca apresables solamente entre fechas de nacimiento.

¡Voz a los jóvenes! Un legítimo retrato de grupo en convivio.

Tomado del periódico Granma