Por Isabel Cristina López Hamze
Las lecturas dramatizadas suelen ser aburridas, pero la emoción que vivimos en la lectura de El deseo del Océano Índico en Teatro La Proa fue impresionante. El texto de Erduyn Maza, fue merecedor de una Mención en el Concurso Dora Alonso en 2020 y también obtuvo el tercer lugar en el Concurso Internacional de Dramaturgia El duende que vive en ti, en 2021.
El texto salió publicado en el número 3-4 de 2024 de la revista Tablas. Recuerdo que me envió una primera versión de la obra para que yo le diera mi opinión. En aquel entonces no era la asesora teatral de Teatro La Proa, solo una teatróloga amiga que había visto todas las puestas del grupo y leídos casi todos sus textos.
Después de tantos años de cercanía, conozco el universo creativo de Erduyn Maza, creador incansable que no deja de ser un muchacho titiritero. Siempre joven y alegre. Sé que cada uno de sus textos están salidos de experiencias personales y de esa vibra mágica que le insufla su compañero de vida y su hacedor de sueños Arneldy Cejas.
El deseo del Océano Índico es una historia de amor y fantasía entre nietos y abuela. Un texto donde el sentido lúdico determina la relación entre los personajes y el público. Una abuela con demencia senil juega con sus nietos y se embarcan en un viaje fantasioso hasta la Isla de la Máquina de los deseos. Lo que en la ficción es un puro juego de niños, desde el punto de vista escénico, se conforma como un aliento brechtiano que genera constantes rompimientos.
Con el propósito de celebrar, junto a colegas de todo el país, las Jornadas Villanueva, Erduyn y Arneldy quisieron hacer una lectura del texto. En el empeño se les unió la violinista y compositora Brenda Chávez quien compuso la música original para la obra. Lo que sería un gesto musical para amenizar la lectura, se convirtió en un verdadero laboratorio artístico. Con el antecedente de Amelia sueña mariposas con música de la autoría de Carlos Migueles, y arreglos de Ariel Díaz, el público de La Proa demandaba otra obra musical para niños.
Brenda Chávez compuso temas de varios géneros y extendió, con su talento, esa gran efervescencia creativa que se vive en el túnel de Carlos III de forma habitual. Ella logró colarse entre los actores que tienen energías más cercanas al desparpajo que a la seriedad de la música clásica a la que está acostumbrada. El primer día llegó al ensayo repartiendo partituras y cuando preguntó si ellos sabían leer música Jonathan le contestó: “sí, claro… de toda la vida”. Todos se rieron de la ironía trágica, pero durante los días de ensayo aprendieron unos de otros, desafinaron, se acoplaron, se emocionaron justos con la música de Brenda y con las palabras de Erduyn.
El proceso fue muy lindo para todos, muy orgánico, muy rico y emocionante. Brian Martínez y Sabrina Tamayo, estudiantes de cuarto año de la Escuela de Títeres protagonizaron la lectura junto a la experimentada actriz Marybel García. Los estudiantes asumieron sus roles de la manera más responsable y hermosa. Marybel es una gran actriz, tiene un dominio de su voz impresionante y una sandunga única con la que leyó los textos de la abuela Meca. Niurbis Santomé leyó las didascalias de la obra fungiendo como una narradora que mantuvo la atención de niños y adultos y matizó los cambios de escena imprimiéndole sentimiento y veracidad a cada palabra.
Los músicos David Delgado en el piano y Julianner Suárez, en la guitarra y la percusión menor acompañaron a Brenda en el violín y se llenó la sala de buena música. La lectura fue la antesala de un proceso de montaje que se adivina intenso y hermoso y a su vez un botón de muestra de lo que prepara La Proa para este año, pues Ariel Díaz, el director musical del grupo trabaja actualmente en la música de otro espectáculo El viaje de Carina. Esta otra obra en proceso integra, junto a ¿Quién le pone el cascabel?, la trilogía titulada Las caricias de la abuela.
Quizás el toque especial de la lectura fue que se hizo en apagón. Los niños, adolescentes y adultos que llenaron la sala se alumbraron con celulares y alguna que otra lámpara recargable. Los actores leyeron en penumbras sus textos, pero alzaron su voz como si el escenario fuera el más iluminado. En los momentos musicales desde el público se escuchaban voces como apoyo a los actores. Eran Luisa, Leitza, Luisito y Wiliam, trabajadores de La Proa que participan en los ensayos y se aprenden las canciones.
Entre el apagón y las luces se escuchó fuerte el estribillo: …Tó-ma-te un cocimiento y tú va´a ve´… Un exquisito son cubano con los consejos medicinales de la abuela que parece tener de subtexto que para todo hay un remedio. Sé que el estreno en este 2025 de El deseo del Océano Índico, texto de Erduyn Maza, dirigido por Arneldy Cejas, con música de Brenda Chávez, será remedio santo para todos los males.
Foto Jorge Ricardo