Por Yelaine Martínez Herrera
Las Tunas.- La Voz del Silencio, grupo de la Asociación Nacional de Sordos de Cuba (Ansoc) en la provincia, obtuvo recientemente un premio especial en el Festival Nacional de Teatro en Tierra Buena, Tacajó, Holguín, lo que reafirma la calidad y compromiso de la cofradía liderada por la actriz Elizabeth Borrero y el metodólogo de Danza en el territorio, Ángel Orlando Matos.
En diálogo con 26, Borrero comentó que el elenco se presentó con una adaptación de la obra Réquiem por Yarini y es la primera vez que, dentro de sus dinámicas en escena, incluyen a oyentes y sordos hipoacúsicos al mismo tiempo (a este grupo lo distinguen los segundos), lo que los conmina a experimentar más por ese camino, a tono con su propósito de contribuir a la inclusión social de personas en situación de discapacidad.
“El jurado y todos los presentes quedaron fascinados con su presentación. Estoy muy contenta con el resultado. Intervinieron cuatro oyentes que están en el taller de formación de actores. Fue una experiencia superlinda, una retroalimentación de sentimientos, conocimientos y familiaridad”, expresó Elizabeth.
Héctor Bolmey, presidente de la Brigada de Instructores de Arte José Martí (BJM) en suelo tunero, también participó en la cita. Sobre ello dijo:
La invitación a la décima edición de este evento, que impulsa nuestra organización en la hermana provincia, constituyó una bonita experiencia. Yo, parte del taller de formación de actores que se desarrolla en el Balcón de Oriente, tuve la dicha de sumarme. Ensayamos, aprendimos de los códigos del lenguaje de sordos, nos enamoramos del proceso, nos insertamos… Fue un montaje diferente, desde el silencio orgánico. Para nosotros, los oyentes, se convirtió en una clase magistral de bondad y humildad, de lo verdaderamente importante, de la esencia de la vida.
Para los hipoacúsicos no resultó menos valiosa la vivencia. “Fue muy lindo. Hace tres años que integro La Voz del Silencio. Ya había formado parte en el pasado de un grupo de danza en Puerto Padre, pero en la actual agrupación he vivido muchos momentos hermosos, como el reciente. Es maravilloso cuando personas oyentes son capaces de entendernos, de comunicarse con nosotros y convivir sin diferencias, cuando hay amor de por medio. Estábamos un tilín nerviosos, obviamente, pero no se notó y, sobre todo, demostramos que la discapacidad auditiva es solo una limitación física”, ponderó conmovida Liorna Soto Alfaro.
La experiencia en Tacajó representó solo el punto de partida para nuevos sueños. No es la primera vez que nos sorprende La Voz del Silencio, colectivo próximo a cumplir sus tres décadas de existencia. Así, en lo adelante, su arte también podrá ser compartido por oyentes e hipoacúsicos, una vertiente no muy diseminada en nuestro país y que nos acerca, con las alas de la cultura, a una sociedad más inclusiva, más justa y considerablemente mejor.